El exmilitar y candidato Jair Bolsonaro recibió este domingo una nutrida muestra de apoyo popular a una semana de que se celebre la segunda vuelta presidencial que, según encuestas, le dará una inédita victoria a la ultraderecha en Brasil.
Sus simpatizantes se movilizaron en varios puntos del país, aunque la mayor concentración se registró frente a las playas de Copacabana en Río de Janeiro.
Allí las proclamas de respaldo a su candidatura se alternaron con las de repudio a la izquierda, la violencia y la corrupción. Banderas de Brasil ondearon en lo alto, mientras la multitud saludaba con cantos y bailes su muy probable triunfo.
Los “bolsonaristas”, varios de ellos con camisetas negras con la figura de su líder estampada en el pecho, tendieron una extensa bandera sobre el suelo en la que se leía: “No aceptaremos fraude”.
Vencedor en la primera ronda electoral con el 46% de los votos, Bolsonaro es el gran favorito para imponerse en el duelo de segunda vuelta del 28 de octubre con el izquierdista Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), quien sumó el 29% de los apoyos.
El excapitán del Ejército, que durante su larga trayectoria como parlamentario ha tenido comentarios ofensivos contra las mujeres, los negros y los gays, se excusó de no participar en las movilizaciones, que siguieron a las protestas en su contra encabezadas el sábado por feministas y gente del PT al grito de “Él no”.
“Lamentablemente mi salud no me permite participar en actos públicos. Hace cerca de un mes sufrí una tentativa de asesinato por un exmilitante (de izquierda)”, escribió el político en Twitter.
Herido en el abdomen con una puñalada durante un mitin el 6 de septiembre, Bolsonaro ha restringido su campaña a las redes sociales -donde suma más de 14 millones de seguidores-, los encuentros políticos y conversaciones con los medios.
“Un soldado y un cabo”
La polémica volvió a rondar al ultraderechista con un video viralizado este domingo, en el que su hijo Eduardo Bolsonaro, el diputado federal más votado en la primera vuelta, afirmó que bastaría “un soldado y un cabo” para cerrar el Supremo Tribunal Federal (STF).
La declaración fue hecha en una conferencia a principios de julio, en respuesta a una pregunta sobre la posibilidad de que la máxima corte impidiera el ascenso al poder de su padre, un nostálgico de la dictadura militar (1964-1985).
El video motivó las disculpas del diputado y reacciones de indignación entre los políticos. Bolsonaro desautorizó las palabras de su hijo mientras que Haddad calificó a su adversario de ser el “jefe de una milicia” y redobló sus feroces críticas por su negativa a debatir frente a las cámaras.
Pese a que los médicos han reportado una mejoría, el ultraderechista ya anticipó que no participaría en ningún debate televisivo con Haddad, alegando además razones estratégicas.
Salvo una sorpresa mayúscula, Bolsonaro se encamina hacia la victoria en Brasil con un discurso conservador en lo social y liberal en lo económico, que además proclama el fracaso de los partidos y la flexibilización del porte de armas en un país con 63.800 homicidios en 2017 (30,8 cada 100.000 habitantes).
“Sin solución eficaz”
En la recta final de la contienda, Bolsonaro está en el centro del escándalo por el supuesto apoyo ilegal que recibió de empresarios que financiaron el bombardeo de mensajes contra el PT en WhatsApp.
En una rueda de prensa este domingo, la presidenta del Tribunal Superior Electoral (TSE), la jueza Rosa Weber, y el ministro de Seguridad, Raúl Jungmann, dijeron que las investigaciones abiertas tras las revelaciones del diario Folha de S. Paulo están “bajo reserva” y avanzan según los tiempos de la justicia, sin dar detalles de las consecuencias que podrían tener.
La magistrada insistió en la fiabilidad del sistema de voto electrónico, cuestionado en la primera vuelta por Bolsonaro, y sostuvo que “no hubo ningún fallo” de la justicia electoral en el combate contra las noticias falsas que circulan sin control por las redes sociales.
“Todos sabemos que la desinformación es un fenómeno mundial. Nos gustaría mucho tener una solución lista y eficaz, pero no tenemos”, agregó. El candidato de extrema derecha se ha desmarcado de las presuntas irregularidades.
Entre sus seguidores el caso no hace mella alguna.
Fueron “27 años de parlamentario sin corrupción. Es un hombre íntegro, honesto, los políticos corruptos quieren la cabeza” de Bolsonaro, dijo a la AFP Alberto Menezes, un empresario de transportes de 48 años, tras estampar su firma en la bandera de apoyo al candidato del Partido Social Liberal (PSL).