Miles de hondureños iniciaron hace una semana una caravana por Centroamérica para tratar de llegar a Estados Unidos, desde entonces cientos de personas se han sumado al grupo, ya sea en El Salvador o Guatemala, e incluso algunos de sus compatriotas intentan dar alcance a la colectividad.
El caso más llamativo fue el de un grupo de hondureños que optaron por ingresar a El Salvador por un punto fronterizo ilegal, cruzando las aguas de un río, en un desesperado intento por alcanzar una caravana de sus compatriotas que avanza en Guatemala rumbo a Estados Unidos.
Los ciudadanos de Honduras ingresaron a suelo salvadoreño usando un paso ilegal en la frontera distante un kilómetro del puesto fronterizo de El Amatillo, pero para hacerlo tuvieron que desafiar las bravas aguas del río Goascorán.
Sosteniéndose de una larga cuerda que era sujetada por varios hombres, unos en el lado de Honduras y otros en el lado de El Salvador, muchos hondureños hombres y mujeres se lanzaron uno por uno al Goascorán y, tras luchar con la fuerza del río crecido por las lluvias que ocurren en la zona, se internaron rápidamente en suelo salvadoreño.
La zona no es custodiada permanentemente por las autoridades salvadoreñas ni hondureñas, por lo que es utilizada usualmente para el tráfico ilegal de mercadería, según los lugareños.
Antes otro de sus compatriotas, Erik García, ya había logrado cruzar el río Goascorán y presuroso se internaba en territorio salvadoreño.
“La misma necesidad lo hace a uno correr todos estos peligros, yo no vengo a quedarme en El Salvador, quiero alcanzar la caravana de mis paisanos en Guatemala y yo estoy dispuesto a caminar hasta Estados Unidos”, agregó García, que cargaba una pequeña mochila al hombro en donde llevaba unos pocos alimentos.
En tanto, las autoridades salvadoreñas de la Dirección General de Migración (DGM) indicaron en su cuenta de Twitter que en la mañana de este jueves las actividades en la frontera de El Amatillo estaban “normales”, sin llegada masiva de hondureños buscando ingresar al país.
La inusual marea migratoria desató la furia del presidente Donald Trump, quien amenazó a los mandatarios de Guatemala, El Salvador y Honduras de frenar la ayuda económica a sus países si no contenían la caravana. También pidió el miércoles a México detener su avance y advirtió que de lo contrario cerraría con militares la frontera sur estadounidense.
¿Por qué arriesgan su vida?
“Quiero llegar a Estados Unidos y ayudar a mis hijos, mandarles dinero para que tengan una mejor vida, en Honduras ya no se puede vivir”, dijo a periodistas Leslie Cobán, quien entre lágrimas se disponía a cruzar el río hacia el lado de El Salvador.
Aunque la migración tiene generalmente razones económicas, el inusual movimiento generado en Honduras también se relaciona con otros males de América Latina, tales como la corrupción, el narcotráfico y la violencia, que en esta zona se vincula con la formación de pandillas.
Familias completas, algunas con niños recién nacidos, hacían largas filas para ser recibidos en el albergue que sobrepasó su capacidad por lo que fue necesario ubicar a decenas de migrantes en colegios católicos y salones cercanos en el centro de la capital.
“La situación que estamos viviendo en nuestro país es muy triste y muy crítica”, lamentó por su lado Lourdes Aguilar, de 28 años, quien forma parte de la caravana que salió desde Honduras y ya está en Guatemala.
Lourdes, acompañada por sus hijos de 4 y 7 años, enumeró un listado de problemas que padece Honduras como la violencia por las pandillas, la falta de empleo y la carencia de medicinas en los hospitales que también los orilló a emigrar.
Su intención es que sus hijos tengan una “buena educación” en Estados Unidos y trabajar para quizás en un futuro volver a Honduras y “poner un negocio”, y salir de la pobreza que afecta a casi 7 de cada 10 hondureños.
“Esto (la caravana) es el principio de una avalancha que se viene, porque ya no soportamos tanta violencia”, dijo Denis Contreras a la Agence France-Presse, otro de los migrantes que huyó de Honduras con su hermana y dos sobrinas.
El hombre, de baja estatura y ojos claros, que viste una camiseta de fútbol de la selección de Honduras, afirmó que su meta es llegar a Estados Unidos y no regresar a su país, al que considera sumido en “el caos” por la violencia y la pobreza.
Además, regresar a Honduras sería su sentencia de muerte porque huir “está mal visto” por las pandillas.