Todo comenzó como un mal entendido y luego, se propagó como un rumor.
Una maestra de Acatlán de Osorio en el estado mexicano de Puebla, vio a dos hombres afuera de su camioneta, bebiendo una cerveza y pensó que se trataba de dos “roba chicos”.
No tenía ninguna prueba al respecto, pero su instinto la llevó a compartir la información de los dos hombres junto con una fotografía, enviada por Whatsapp.
Como cadena enviada por familiares en esta red social, la noticia se propagó rápidamente, al punto en que una patrulla llegó hasta el lugar donde se encontraban Alberto Flores Morales y Ricardo Flores Rodríguez, este último de 21 años, estudiante de derecho de Jalapa, cercano al lugar de su muerte.
Su pecado fue hacer una pausa en la localidad de Boquerón, mientras llevaban materiales de construcción en su camioneta. Los uniformados los arrestaron por beber alcohol en la vía pública, pero para ese entonces, la gente ya estaba enterada de que dos “roba chicos” estaban siendo ubicados por las autoridades, porque “eran peligrosos”.
Medios mexicanos como Televisa, El Universal y A+J, dan cuenta de lo espantoso del “ajusticiamiento del pueblo” para estas dos personas.
Arrebatados de las autoridades, linchados y quemados
La presión social era como una olla al vapor en Boquerón, Acatlán de Osorio. Afuera de la comisaría-o comandancia- a la que fueron trasladados Alberto y Ricardo, se agruparon decenas de enfurecidos pobladores, quienes estaban convencidos de que los dos hombres estaban ahí para robar niños, pero sin pruebas, solo la información que circulaba en Facebook y Whatsapp.
La furia era tal, que rompieron las cerraduras de la celdas en las que fueron puestos tío y sobrino y ante la presencia de los policías, que se vieron superados en cantidad por los lugareños, los sacaron a golpes, arrastrándolos a la vía pública para vapulearlos casi hasta la muerte, pero el “castigo” no era todavía suficiente.
Por si fuera poca la convocatoria, el autodenominado periodista del pueblo, identificado como Francisco Martínez, realizó una transmisión por Facebook Live, en la que llamaba a las personas a asistir a las afueras de la comisaría para ver a los “roba chicos”.
“Gente de Acatlán de Osorio, apoyen, apoyen, porque créanme ahorita aquí están los secuestradores”, decía Martínez en su transmisión en vivo.
Para cuando ocurrieron los hechos, ya había más de un centenar de personas en el lugar. Varias de estas, rociaron con gasolina a los dos hombres y les prendieron fuego, como si nada, como si fueran una pila de papel o desechos en la calle. Aplaudían al verlos arder en llamas, pese a sus gritos de dolor y desesperación.
¡Quiero justicia para mi cuñado y mi hijo, chingada madre!
Las imágenes horrorizan, no solo por el nivel de violencia con el que fueron asesinados Alberto y Ricardo, sino por la forma en que una “fake news” o noticia falsa, de esas que suelen propagarse por Facebook o en cadenas de Whatsapp, puede generar un acto tan vil y cobarde contra otras personas.
La abuela del joven aspirante a abogado, quien compartía constantemente escritos de superación personal por las mismas redes sociales que fueron el vehículo para acabar con su vida, espera que se haga justicia por este doble crimen.
En tanto, la madre de Ricardo, entre lágrimas, cree que la gente que no se informa en redes sociales, es la responsable de asesinatos como el que la dejó sin su hijo y cuñado. Pide justicia, pero no será fácil. Son decenas de involucrados e individualizar su participación es todo un reto para las autoridades locales que aún no reportan capturas por el hecho.
De los instigadores se sabe poco. La maestra de primaria que propagó el rumor no ha sido vista más por el pueblo. De el autodenominado periodista, Francisco Martínez, tampoco se sabe mucho.
Su perfil de Facebook sigue abierto pero inactivo. El mismo día del linchamiento y asesinato, realizó varias publicaciones, pero el Facebook Live que contribuyó al crimen, fue borrado de su muro.
En sus otros posteos pueden leerse en comentarios, claras amenazas de muerte a su persona, bajo la premisa de “ojo por ojo”. Es decir, prometen buscarlo, lincharlo y quemarlo, como le ocurrió a Alberto y Ricardo, las víctimas de una “fake news”.
Los funerales de ambas personas fueron realizados el pasado 31 de agosto, bajo el dolor y la angustia que significa perder a un ser querido. Sin embargo, el elemento rabia, también estuvo presente en su familia y amigos. Solo quieren ver pagar a los responsables de incitar a un pueblo a un nivel de violencia irracional y avivado por las redes sociales.