La campaña electoral en Brasil sigue tomando caminos sorpresivos y aumentando el nivel de incertidumbre respecto al resultado final, luego que este jueves el candidato de la extrema derecha, Jair Bolsonaro, fuese apuñalado durante un acto electoral en Minas Gerais.
Aunque en un principio Flavio Bolsonaro, hijo del candidato, expuso que el ataque sólo produjo una herida superficial, horas después se informó que el estado de salud del exmilitar era más grave y debió ser operado y posteriormente trasladado a la Clínica Albert Einstein en Sao Paulo, donde está internado.
El candidato había llegado al lugar con un cuadro vital comprometido: hemorragia interna, tres perforaciones en el intestino delgado, una lesión grave en el intestino grueso y otra en una vena del abdomen.
El presunto autor, detenido rápidamente, fue identificado como Adélio Bispo de Oliveira, un exmilitante del partido de izquierda PSOL, que explicó a la policía haber actuado en cumplimiento de “una misión divina, una misión de Dios”.
Pero el incidente abrió una nueva arista, que incluso el mismo Flavio Bolsonaro abordó, pues aseguró que el ataque consolidó a su padre como futuro presidente de Brasil.
“Un mensaje para esos bandidos (…): acaban de elegir al nuevo presidente y será en la primera vuelta”, sostuvo el retoño del candidato de extrema derecha.
A partir de este momento, se abre la pregunta ¿Bolsonaro se acerca a la presidencia de Brasil tras este atentado?
¿Más cerca de la Presidencia?
Hasta unos días atrás, Bolsonaro estaba segundo en los sondeos, pero con la mitad de la intención de votos del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, pero la participación de este último quedó descartada luego que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ratificara la invalidez de su candidatura por estar condenado en segunda instancia por corrupción.
Ahora quedó primero, con 22%, 10 puntos por encima que sus más inmediatos seguidores, el centro-izquierdista Ciro Gomes y la ecologista Marina Silva, que lo derrotarían sin embargo en una segunda vuelta, según una encuesta Ibope divulgada el miércoles.
Pero este atentado puede redistribuir las cartas.
Bolsonaro tendrá por ejemplo una presencia mediática que compensará ampliamente los pocos segundos de propaganda televisiva gratuita que le confiere el actual sistema de distribución que determina los minutos en televisión según la votación del partido del candidato en la anterior elección.
Tras el ataque, sus adversarios retiraron los anuncios que lo atacaban directamente por sus tradicionales declaraciones racistas, misóginas u homófobas.
“El ataque podría ayudar a Bolsonaro a superar su alto índice de rechazo”, que supera el 40%, afirmó Jimena Blanco, analista de Verisk Maplecroft, a la Agence France-Presse.
“Este incidente aumenta las posibilidades electorales de Bolsonaro. Estaba perdiendo votos, de repente se convierte en una víctima casi tan grande como Lula”, dijo a la agencia financiera Bloomberg el analista Richard Back, de XP Investments.
El diario brasileño Folha de Sao Paulo expuso que el ataque podría traer beneficios al candidato de la extrema derecha, pero que para eso debe evitar mantener el discurso radicalizado, que ha sido su tónica en la campaña y su carrera política.
“El presidencial debería ser beneficiado políticamente por este episodio. Al menos, será difícil para sus adversarios mantener el de críticas en contra suya (Bolsonaro)”, explica el periódico brasileño.
EL medio también recordó que el candidato ha defendido el uso y porte de armas por parte de civiles para combatir la inseguridad, algo que queda en entredicho tras el ataque en su contra.
Dios, armas y mercados
Bolsonaro se lanzó a la campaña de las elecciones más polarizadas e inciertas de la historia reciente de Brasil como candidato del pequeño Partido Social Liberal (PSL).
Su acercamiento con grupos conservadores evangélicos y su retórica de mano dura contra la criminalidad y de liberalización del porte de armas reforzó su núcleo de incondicionales en un país con más de 60.000 asesinatos por año.
Y sus críticas contra la corrupción encontraron fuerte eco en millones de brasileños pasmados por la amplitud de la corrupción revelada por la Operación Lava Jato, que afectó a todos los partidos que dominaron la vida política desde el fin del régimen militar (1964-85).
Bolsonaro, tradicionalmente identificado con posiciones nacionalistas, se recicló además en los últimos meses en el ultraliberalismo, bajo la asesoría del economista Paulo Guedes, un “Chicago Boy”, convirtiéndose en el candidato de Wall Street.