La elección de la Asamblea Constituyente añadió más incertidumbre a una Venezuela en caos, donde el presidente Nicolás Maduro tiene ahora un arma para gobernar sin límites, pese a su baja popularidad.
La Constituyente nació en medio de las mayores protestas opositoras para exigir la salida de Maduro, que dejan unos 125 muertos y miles de heridos y detenidos en cuatro meses.
El mandatario asegura que la oposición no le dejó más alternativa para resolver la crisis, pero sus adversarios -que denuncian una “salvaje represión”- afirman que el objetivo es instaurar una dictadura para aniquilar los pocos contrapesos al gobierno, como el Parlamento y la Fiscalía.
Radicalización
“Está cantada la radicalización política y económica posconstituyente”, sostiene el presidente de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, indicando que el atrincheramiento será de ambas partes.
Los opositores, que no participaron en las votaciones del domingo por considerarlas fraudulentas, anunciaron que mantendrán su lucha de calle, empujada además por el colapso económico.
El politólogo Luis Salamanca advierte que “todos los actores van a estar en riesgo, unos porque pueden ser barridos del mapa como los opositores; otros, porque al seguir forzando la barrera pueden provocar conflictos y rupturas” en el chavismo.
Maduro planteó este lunes a los constituyentes levantar la inmunidad a parlamentarios opositores -amplia mayoría- y “tomar el mando” de la Fiscalía, cuya jefa Luisa Ortega rompió con él y denuncia una “ambición dictatorial” del presidente.
“Viene la fase más dura y definitiva de la confrontación”, considera Salamanca, a lo que se añade la sanción este lunes de Estados Unidos contra Maduro por una “ruptura del orden constitucional”.
Washington, quien ahora considera al presidente como un “dictador”, también amenazó con castigos económicos a Venezuela, que tiene a ese país como uno de los principales destinos del petróleo, prácticamente su única fuente de ingresos.
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Los analistas también vislumbran un aislamiento internacional. Estados Unidos, España y siete países latinoamericanos desconocen la Constituyente.
Diálogo
Maduro, cuya popularidad se sitúa en 21,8% según Datanálisis, llamó este lunes a un “diálogo nacional”, tras revelar que su gobierno mantuvo recientes acercamientos con la oposición que no prosperaron.
A instancias del Vaticano, las partes celebraron conversaciones a finales de 2016, que fracasaron entre acusaciones mutuas de incumplimiento de lo pactado.
“No se debería descartar la posibilidad, por cierto muy remota, de que el régimen buscaría aprovechar este proyecto autocrático tan extremo para negociar mejores términos para salir de la crisis”, opina Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
La oposición afirma que cualquier negociación debe tener como punto de partida unas elecciones generales, pero el gobierno descarta esa posibilidad y dice que el cuello de botella son las divisiones en la cúpula opositora.
“La Constituyente es una carta de fuerza política. Tras su instalación (el miércoles) puede ser que el gobierno empiece a negociar”, comentó no obstante la psicóloga social Colette Capriles.
Con la Constituyente “veremos un país mucho más débil, primitivo y peligroso, que terminará haciendo después lo que antes hubiera evitado mucho dolor: negociar, pero en peores condiciones”, sostiene Luis Vicente León.
Una encuesta de julio de Datanálisis estableció que 50,1% de los venezolanos está muy en desacuerdo con retomar el diálogo, contra 44,2% que se muestra a favor.
Estancamiento
La politóloga Francine Jacóme vislumbra un tercer escenario en el que se mantendrían las actuales condiciones: protestas, “represión”, exigencia de elecciones adelantadas, un gobierno atrincherado intentando ganar tiempo y deterioro socioeconómico.
“Sería el mantenimiento de lo que hemos visto en los últimos cuatro meses”, aseveró Jácome, quien advierte que la violencia podría recrudecer con una presencia más activa de “grupos paramilitares” ligados al gobierno, que niega su existencia.
Esta analista anota que la configuración de la Constituyente será clave en cualquier escenario, porque en la práctica estará controlada por una fuerza política, pero se podrían “ver claramente los distintos grupos y las fisuras en el chavismo”, dijo.
De momento, el poder electoral ya confirmó la elección de la línea dura del oficialismo, que será la llamada a manejar los hilos de la asamblea.