La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, declaró desde pasadas las 10 horas ante el Senado en el marco del juicio político que hay en su contra y que podría derivar en su destitución.
Al llegar al Senado, ubicado en Brasilia, la suspendida autoridad fue recibida con aplausos por sus simpatizantes y bajo gritos de “¡Dilma, guerrera, de la patria brasileña!.
“Voten contra el impeachment, voten por la democracia”, así finalizó la defensa de Rousseff, quien en los primeros 15 minutos habló sobre su historia política y rechazó las acusaciones en su contra.
“No esperen de mí el silencio de los cobardes. En el pasado con las armas y hoy con la retórica jurídica, pretenden nuevamente atentar contra la democracia”, recalcó.
La presidenta también acusó al ex presidente del Congreso, Eduardo Cunha, de estar tras el proceso de impeachment, el cual no tiene ningún sustento, de acuerdo a la ex guerrillera.
“Me sometieron a una pena de muerte política”, acusó.
De igual modo, la mandataria indicó que nunca ha participado de hechos de corrupción y que ha defendido la constitución.
“Nunca he aceptado la coima, ni nunca la aceptaré (…) ahora estoy pagando por eso”, declaró la ahijada política de Lula da Silva.
Respecto a su posible destitución, la presidente denunció en el Senado que eso constituiría un “golpe de Estado” que daría paso a “un gobierno usurpador”, en referencia a su ex vicepresidente, Michel Temer.
“Estamos a un paso de una grave ruptura institucional, estamos a un paso de la concreción de un verdadero golpe de Estado”, denunció Rousseff durante su emotiva defensa en el Senado, en la fase final de un juicio que, si se cumplen los pronósticos, pondrá fin a más de 13 años de la izquierda en el poder en Brasil.
“Un golpe que si se consuma, resultará en la elección indirecta de un gobierno usurpador”, añadió la exguerrillera de 68 años, quien repitió que es “inocente”.
Esta es la primera oportunidad que tuvo la mandataria, suspendida en el cargo desde mayo, de defenderse en el Congreso, antes de la votación que decidirá sobre su destitución.
“Lucho por la democracia, por la verdad por la justicia. Lucho por el pueblo de mi país”, dijo.
“Y es por eso que resisto, al igual que en el pasado”, afirmó.
Su defensa aduce que las prácticas cuestionados también fueron usadas de forma recurrente por gobiernos anteriores, sin que fueran castigados. Si es destituida, Rousseff se convertirá en el segundo jefe de Estado en ser sometido a un proceso de destitución en el Congreso brasileño. El otro fue Fernando Collor, pero dimitió antes de llegar a enfrentarse con los senadores en la fase final del juicio.
Cerca de la destitución
Rousseff llegó a esta instancia tras un largo proceso desarrollado en ambas cámaras, donde ha perdido diferentes votaciones por una amplia mayoría, luego de que el Partido de los Trabajadores -donde milita- quedara prácticamente aislado en el Poder Legislativo.
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La mandataria brasileña es acusada por crímenes de responsabilidad, de adulterado el presupuesto fiscal y liberar fondos sin la aprobación del Congreso, durante 2014 y 2015.
Tras declarar Rousseff, los senadores comenzaron el interrogatorio contra la presidenta, luego cada uno de los legisladores podrá dar su visión respecto al proceso por un plazo de 5 minutos, tras eso se hará la votación.
Si 54 de los 81 senadores halla culpable de Rousseff de los delitos que se le acusa, la primera mujer presidenta de Brasil será destituida de forma inmediata de su cargo.