Seis años seguidos de sequía y las olas de calor han exacerbado la crisis hídrica este verano (en el hemisferio norte) en Marruecos, que intenta paliar la situación con “las autopistas del agua” y plantas desalinizadoras para garantizar agua potable y la reutilización de aguas residuales tratadas para el riego de parques públicos.
La falta de lluvias y el aumento de temperatura han dejado a los embalses del país casi al límite con una tasa de llenado de 28%, con algunos casi agonizando como el de Al Massira, el segundo más grande del país, que está a solo 1,3% de su capacidad.
Cierre de baños públicos
Esta situación ha afectado la agricultura, sector clave en el país, y la disponibilidad de agua potable en zonas rurales y en las ciudades, frente a una demanda que no deja de crecer.
Según datos oficiales, la disponibilidad de agua por habitante pasó de 2.560 metros cúbicos anuales en 1960 a 606 metros cúbicos anuales actualmente.
El rey Mohamed VI -que presidió varias sesiones de trabajo con el Gobierno sobre el agua- dedicó buena parte de su último discurso el pasado 30 de julio con motivo de 25 años de entronización al problema del agua que calificó como uno de los mayores retos del país.
Este mes, las autoridades marroquíes han multiplicado las medidas de ahorro de agua mediante campañas de concienciación, el cierre de baños públicos y lavaderos de automóviles tres días a la semana en varias regiones y prohibición de llenar a piscinas públicas y privadas más de una vez al año.
Y para evitar cortes de agua en grandes ciudades como Rabat y Casablanca, Marruecos lanzó hace un año la “autopista del agua”, un acueducto que conecta entre las cuencas de Sebou (norte) y Bouregreg (centro) con 67 kilómetros de longitud y un coste de 6.000 millones de dirhams (556 millones de euros), que garantiza el abastecimiento de agua a 8 millones de habitantes.
“De no ser por este proyecto, Rabat y Casablanca hubiesen sufrido cortes en el suministro de agua potable desde mediados de diciembre de 2023”, afirma Ikram Benchbani, responsable en la Dirección de Planificación de Agua en el Ministerio de Equipamiento y Agua marroquí.
Desde una de las estaciones de bombeo de este proyecto en el embalse “Garde de Sebou”, en las afueras de Kenitra a unos 80 kilómetros al norte de Rabat, Benchbani explica a EFE que esta infraestructura se ha realizado en un tiempo récord de diez meses, y ha permitido transferir 395 millones de metros cúbicos de agua desde su puesta en funcionamiento en agosto de 2023 y aliviar la presión sobre el embalse crítico de Al Masira (que alimentaba el sur de Casablanca).
31 campos de golf se riegan con agua reciclada
La construcción de plantas desalinizadoras es otra de las acciones estratégicas implementadas por Marruecos con el objetivo de movilizar más de 1.700 millones de metros cúbicos al año, y cubrir más de la mitad de las necesidades en agua potable en 2030 a partir de estas plantas.
Desde 2020, el país magrebí construyó nueve desaladoras con una capacidad global de 202 millones de metros cúbicos anuales -muchas abastecidas con energía renovable-, y otras seis están en proceso de construcción, entre las que figura la mega desaladora de Casablanca, adjudicada a la española Acciona junto a dos compañías marroquíes, que tendrá una capacidad de 300 millones de metros cúbicos.
Y en esta transición para fomentar fuentes alternativas, Marruecos apuesta en los últimos años por la reutilización de aguas residuales tratadas en el riego de espacios verdes públicos.
Según datos oficiales, esta medida se ha implementado en 17 ciudades del país que permitió la movilización de 37 millones metros cúbicos anuales para el riego de 31 terrenos de golf y espacios verdes.
En la región de Rabat, todas las áreas verdes están siendo regadas desde 2019 por agua reciclada.
“Hay seis plantas de tratamiento de aguas usadas domésticas y residuales en la región de Rabat que producen a diario 56.000 metros cúbicos que garantiza el riego de 1.200 hectáreas de espacios verdes públicos” en la región, explica a EFE Imane Bey, directora interina en el Servicio Permanente de Control, que supervisa los contratos de gestión delegada de agua y saneamiento.
Desde una de las plantas que trata las aguas usadas en Salé (ciudad vecina de Rabat), Bey subraya que los usuarios privados pueden usar esta agua reciclada también a través de sistemas de riego inteligentes instalados en diferentes puntos de la región para regar sus jardines o para usarlos en los lavaderos de vehículos.