Los parlamentarios de Somalia deben elegir el domingo a un nuevo presidente en una votación retrasada más de un año en este inestable país del Cuerno de África, enfrentado a una insurrección de islamistas radicales y a una sequía histórica.
Un récord de 39 candidatos, entre ellos una sola mujer, se han presentado a esta elección, que debe cerrar un año de crisis política y que se organizará bajo fuerte seguridad en un hangar del aeropuerto de la capital Mogadiscio.
El jefe de Estado saliente, Mohamed Abdullahi Mohamed, llamado comúnmente “Farmajo”, es candidato a la reelección, algo que no ha conseguido ninguno de sus predecesores.
Su mandato culminó en febrero de 2021 sin acuerdo entre los dirigentes regionales para organizar nuevas elecciones.
Los diputados decidieron prolongar dos años más su presidencia, pero eso provocó combates en Mogadiscio que reavivaron el recuerdo de décadas de guerra civil que devastaron el país desde 1991.
El primer ministro, Mohamed Husein Roble, recibió el encargo de organizar los comicios, pero el proceso avanzó lentamente por conflictos dentro del ejecutivo y con algunos estados federados.
“País polarizado”
Esta elección “ofrece un botón de reinicio”, afirma Samira Gaid, directora ejecutiva del Instituto Hiraal, especializado en cuestiones de seguridad.
“El país está muy polarizado en este momento y quien sea elegido deberá trabajar para reunificarlo”, estima.
Somalia no ha celebrado elecciones bajo el principio de “una persona, un voto” desde 1969, el año en que el dictador Siad Barré tomó el poder por la fuerza.
La elección se rige por un complejo sistema indirecto, según el cual las asambleas de los estados y los delegados investidos por un amplio abanico de clanes y subclanes escogen a sus legisladores que, a su vez, designan al presidente.
Para ser nombrado, un candidato debe reunir el apoyo de dos tercios de los parlamentarios. Si nadie alcanza ese umbral, se organizan hasta dos votaciones más entre los aspirantes más votados.
Las afiliaciones de los distintos clanes se van ajustando en función de quién pasa ronda, lo que hace “notoriamente difícil de predecir” el resultado, asegura Omar Mahmood, analista en International Crisis Group.
“Es esencialmente un asunto de alianzas y relaciones más que de programas”, explica.
“Rápida, pacífica y creíblemente”
Esta semana, Estados Unidos, la ONU y la Unión Africana apremiaron a sus dirigentes “a concluir esta última etapa del proceso electoral rápida, pacífica y creíblemente para que la atención pueda centrarse en las prioridades nacionales y el refuerzo del Estado”.
Hace año y medio que la comunidad internacional reclama una solución, considerando que estos retrasos distraían de su lucha contra los islamistas radicales de Al Shabaab, un grupo afiliado a Al Qaeda que lidera una insurrección de 15 años en el país.
En los últimos meses, el movimiento ha intensificado sus ataques, con un doble atentado el 24 de marzo en el centro del país que dejó 48 muertos y otra acción contra una base de la fuerza de la Unión Africana que causó diez muertos.
La elección es igualmente capital para el futuro económico de Somalia, con un 71% de la población viviendo con menos de 1,90 dólares diarios.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido que un programa de ayuda puede detenerse automáticamente el 17 de mayo si no hay una nueva administración a cargo. El gobierno pidió a finales de abril aplazar tres meses este límite, pero no ha recibido respuesta todavía.
El país atraviesa además una de las peores sequías de las últimas décadas. Las organizaciones humanitarias temen una hambruna similar a la de 2011, que mató a 260.000 personas.