El presidente de Burkina Faso, Roch Kaboré, urgió hoy a los militares sublevados a deponer las armas tras un aparente golpe de Estado iniciado después de un supuesto motín ocurrido este domingo en varios cuarteles.
“Invito a los que han tomado las armas a deponerlas por el interés superior de la Nación. Es a través del diálogo y la escucha como debemos resolver nuestras contradicciones”, indicó el presidente en su cuenta de la red social Twitter.
Kaboré hizo estas declaraciones en un momento de gran incertidumbre y confusión en el país, después de que fuentes militares confirmaran esta mañana que había sido arrestado en un cuartel, mientras fuentes de la Gendarmería aseguran ahora que “está aislado” y protegido por este cuerpo.
Según indicó hoy a Efe un alto mando del Ejército burkinés, Kaboré fue detenido por los militares en su domicilio y lo llevaron a un cuartel después de oírse tiros durante la pasada noche cerca de su residencia.
No obstante, la radio local Oméga informó de que fuentes de la Gendarmería confirmaron que el presidente “está aislado” y protegido por ellos.
Por su parte, el portal informativo Burkina 24 indicó que se encuentra en el campo de Paspanga de la Gendarmería en Uagadugú, la capital burkinesa, donde se ha reforzado el dispositivo de seguridad y está siendo sobrevolado por helicópteros.
Esa información fue confirmada también a Efe por un colaborador cercano al ministro de Comunicación burkinés, Ousseni Tamboura, que precisó que tanto Kaboré como el primer ministro, Lassina Zerbo, y el presidente de la Asamblea Nacional, Alassane Bala Sakandé, se encuentran en el campo de Paspanga.
En medio de la incertidumbre en el país africano, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) condenó hoy en un comunicado la “tentativa de golpe de Estado”, que calificó de “acto de extrema gravedad”.
Tenso ambiente
Este domingo, Burkina Faso vivió una situación tensa tras oírse disparos desde la madrugada en varios cuarteles militares de la capital y otras localidades del país (Ouahigouya y Kaya).
El Gobierno burkinés desmintió que se tratara de un intento de golpe de Estado y declaró un toque de queda nocturno y el cierre de las escuelas los días 24 y 25 de enero para “preservar la seguridad de los alumnos”.
Si bien las razones de los disparos no se confirmaron oficialmente, medios locales indicaron que se trató de un motín para exigir mejoras al Gobierno, entre ellas más medios para luchar contra el terrorismo yihadista (del que habitualmente son blanco las tropas burkinesas), y la dimisión de altos cargos militares y de inteligencia.
A la situación del domingo le precedió el sábado una jornada de manifestaciones no autorizadas, convocadas por grupos de la sociedad civil para expresar el gran descontento social por la inseguridad generada por la violencia yihadista y solicitar la dimisión de Kaboré.
Burkina Faso sufre el yihadismo desde 2015 y los ataques se atribuyen a grupos aliados tanto a Al Qaeda como al Estado Islámico y han provocado, especialmente en la región norteña del Sahel, más de 1,5 millones de desplazados internos, según datos el Gobierno burkinés.