Cuestionado por su pueblo desde hace meses, el presidente de Malí, Ibrahim Boubacar Keita, fue depuesto el martes por un golpe de Estado tras una asonada militar en una nueva crisis en este país africano asolado por la violencia yihadista.
En una declaración televisada en la madrugada del miércoles, el presidente Keita, que había sido detenido unas horas antes por los militares, anunció su dimisión, la disolución del gobierno y del Parlamento.
“En este momento preciso me gustaría, al tiempo que agradezco al pueblo maliense su acompañamiento a lo largo de estos largos años y su caluroso afecto, anunciarles mi decisión de abandonar mis funciones, todas mis funciones a partir de este momento”, dijo Keita en una alocución difundida por la televisión nacional ORTM, y “todas las consecuencias que se derivan: la disolución de la Asamblea Nacional y la del gobierno”, precisó.
“Militares golpistas”
La organización regional del África del oeste, la Cedeao, condenó la acción de los “militares golpistas” y adoptó una serie de medidas con carácter inmediato para aislar a Malí.
El golpe también suscitó las protestas de los países de la Unión Africana, de la ONU, Estados Unidos, la Unión Europea y de Francia, que tiene 5.100 militares desplegados en el Sahel, en particular en Malí, en el marco de la operación antiyihadista Barkhane.
La rebelión estalló el martes por la mañana en el cuartel militar de Kati, cerca de Bamako.
Soldados se sumaron a los manifestantes que reclaman desde hace meses la dimisión del presidente, antes de detenerle junto con su primer ministro Boubou Cissé.
“Podemos decirles que el presidente y el primer ministro están bajo nuestro control. Los detuvimos en su casa” (en la residencia del jefe de Estado en Bamako), dijo a la AFP uno de los jefes de la rebelión, que pidió el anonimato.
El director de la comunicación del jefe del gobierno, Boubou Doucouré, confirmó que el presidente y el primer ministro “fueron llevados por los militares amotinados en vehículos blindados a Kati”, donde está el campamento Sundiata Keita, a unos 15 km de Bamako, la capital.
Aclamados
En Bamako fueron aclamados por manifestantes congregados para reclamar la salida del jefe de Estado en los alrededores de la plaza de la Independencia, epicentro de las protestas que afectan a Malí hace varios meses, antes de dirigirse hacia la residencia del presidente Keita, según la misma fuente.
Poco antes del anuncio de la dimisión de Keita, la Cedeao había condenado el golpe. La organización regional “condena con la mayor firmeza la deposición por los militares golpistas del gobierno democráticamente elegido del presidente Boubacar Keita”, según un comunicado.
La Cedeao “deniega categóricamente cualquier forma de legitimidad de los golpistas y exige el restablecimiento inmediato del orden constitucional”, declara el comunicado, que “exige la liberación inmediata” del presidente depuesto y de “todos los oficiales detenidos”.
La organización regional, integrada por 15 países miembros, entre ellos Malí, decidió suspender a este país de los órganos de decisiones de la institución y reclamó “el establecimiento inmediato de un conjunto de sanciones contra todos los golpistas”, además de decretar el cierre de las fronteras terrestres y aéreas con este país.
El jueves está prevista una videoconferencia de los jefes de Estado de la Cedeao para analizar la “situación” del país, anunció la presidencia de Níger, que preside actualmente este organismo.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, también había pedido la “liberación inmediata y sin condiciones” del presidente de Malí.
La crisis en Malí se abordará el miércoles en una reunión de emergencia a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU, solicitada por Francia y Níger.
El presidente francés Emmanuel Macron dio por su parte “su pleno apoyo” a los esfuerzos de mediación en curso de los Estados de África del oeste.
Para el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, “esto no puede ser en ningún caso una respuesta a la profunda crisis sociopolítica” que sacude al país.
Meses de crisis
Malí enfrenta una grave crisis sociopolítica que preocupa a la comunidad internacional.
Una coalición heteróclita de opositores políticos, guías religiosos y miembros de la sociedad civil incrementan las manifestaciones para reclamar la partida del presidente Keita, acusado de mala gestión.
A eso se agrega una difícil “situación social”, según la dirigente sindical Sidibé Dedeu Ousman.
El Movimiento del 5 junio-Reunión de fuerzas patrióticas de Malí (M5-RFP), que encabeza las protestas, rechazó el jueves una entrevista con Keita, poniendo como condición previa el “fin de la represión” contra sus militantes.
El fin de semana del 10 julio, una manifestación convocada por el Movimiento del 5 de junio degeneró en tres días de disturbios sangrientos.