La undécima epidemia de fiebre hemorrágica en la República Democrática del Congo (RDC) se expande en la provincia de Ecuador (noroeste) suscitando las primeras señales de alarma, con temores sobre el importe y el uso de fondos destinados a la lucha contra el virus, según fuentes médicas y oficiales.
Desde el 1 de junio, el nuevo brote afecta a la región de Mbandaka, afectada ya a mediados de julio por la fiebre hemorrágica (54 casos, 33 muertos) y conectada por vía fluvial a la capital Kinshasa, a unos 600 kms a vuelo de pájaro.
“Hay ahora 56 casos, lo que es muy inquietante. Este balance supera al de la precedente epidemia en esta región” declaro el jueves la directora regional para África de la Organización mundial de la salud (OMS), Matshidiso Moeti.
El último balance del ministerio congoleño de salud, el viernes, daba 58 casos —54 confirmados, cuatro sospechosos— y 22 muertos.
Como en cada epidemia, la OMS teme carecer de financiación, pues hay una “competencia” con las numerosas enfermedades que también afectan a la RDA, como la Covid-19, el sarampión o el cólera.
“Tenemos menos de dos millones de dólares en caja” comentó un responsable de la OMS, Fadela Chaib, sobre la actual epidemia de Ebola.
Esta nueva epidemia empezó 23 días antes del final proclamado de la décima epidemia de Ebola, a más de 1.000 km al este, principalmente en la provincia de Kivu-Norte, zona además desestabilizada por la presencia de decenas de grupos armados.
Con 2.287 muertos sobre un total de 3.470 casos, fue la segunda epidemia de fiebre Ebola más grave de la historia, tras la que padeció África occidental en 2014-2016 (más de 11.000 decesos).
Las dos epidemias congoleñas no tienen ninguna cepa viral común, indico la OMS.
Uno de los desafíos para las autoridades sanitarias consiste en superar las “resistencias” de los habitantes ante las vacunas o los equipos médicos (negación de la enfermedad, rechazo a las hospitalizaciones, etc).