Dos hermanos brasileños se han vuelto sumamente populares durante los últimos años luego de modificar radicalmente sus cuerpos recurriendo a riesgosas prácticas.
Nos referimos a Tony Geraldo y Álvaro Pereira, de 49 y 50 años respectivamente, quienes lucen músculos totalmente desproporcionados debido al uso de esteroides, anabolizantes para caballos y otras peligrosas sustancias.
Hace más de 30 años, cuando ambos aún eran adolescentes común y corrientes, decidieron dar un giro a sus vidas y someterse a una exigente rutina de entrenamiento para mejorar su contextura.
Sin embargo, a pesar de los intensos ejercicios, notaron que seguían igual de delgados, razón por la cual tomaron una decisión mucho más drástica.
Fue así como Tony y Álvaro, originarios de Río de Janeiro, comenzaron a inyectarse esteroides y otro tipos de sustancias -una de ellas llamada Potenay B12- para así desarrollar enormes y marcados músculos. No pasó mucho tiempo para que ganaran popularidad en su ciudad, siendo bautizados como Hulk y Conan (El Bárbaro).
Mediante esta peligrosa técnica, ambos han conseguido músculos sumamente desproporcionados, al punto que los bíceps de Tony miden 71,12 cm mientras que los de Álvaro 63,5 cm.
Cabe señalar que el Potenay B12 es utilizado por los veterinarios en los animales. No obstante, en Brasil se ha popularizado peligrosamente su uso entre quienes buscan volverse más grandes y musculosos.
En tanto, algunos medios brasileños afirman que estos fisicoculturistas se han inyectado Synthol. Según indica el portal especializado Fitness to Shine, se trata de un aceite que está compuesto por ácidos grasos, alcohol benzílico y lidocaína. Básicamente, lo que hace es permitir que el músculo se expanda y en consecuencia, aumente su volumen.
Los brasileños confiesan que quien los motivó a dedicarse al fisicoculturismo fue nada menos que el actor Arnold Schwarzenegger, a quien veían con admiración en sus películas de acción, especialmente en Conan El Bárbaro.
Tal como recoge el periódico británico Daily Mail, los hermanos aseguran que hoy en día siguen recurriendo a estas sustancias aunque en menores dosis, a diferencia de algunos años atrás, cuando eran verdaderos adictos.
“Ahora lo tenemos bajo control. La gente que me rodea no me dejaría ir nuevamente por el mal camino, y yo hago lo mismo con mi hermano. Queremos ser más ‘grandes’, pero siempre le digo que debemos tener cuidado”, explicó Álvaro al citado medio.
Los hermanos se mantienen entrenando arduamente para desarrollar su físico, complementando el ejercicio con una dieta diaria de entre 4.000 y 6.000 calorías, con comidas cada 3 horas.
Los médicos de estos fisicoculturistas han insistido en que dejen de inyectarse para cuidar su salud. Además, afirman que su piel no podrá seguir estirándose.
Y mientras que la esposa de Álvaro, y sus siete hijos, lo apoyan en su deseo de volverse aún más fornido, la esposa de Tony, con quien tiene tres hijos, no está para nada de acuerdo con sus inyecciones.