Destrozó el Liverpool al Manchester City en 45 minutos geniales. Recogió las cenizas de un equipo roto por la eliminatoria contra el Atlético de Madrid y lo zarandeó para que sus esperanzas de lograr un póker histórico sigan vivas con el pase a la final de la FA Cup (2-3).
La primera parte fue el mayor baño que ha recibido el Manchester City esta temporada. Y en mucho tiempo. Reaccionaron los de Pep Guardiola en la segunda mitad, pero el 0-3 al descanso fue una losa demasiado grande para un equipo tocado física y anímicamente.
Es complicado recordar a un City tan desdibujado como el que el Liverpool se encontró en un Wembley con muchos espacios en la grada celeste, fruto de las obras en la línea de trenes que conecta el norte de Inglaterra y Londres.
Pero entre los que sí vinieron a la capital destacó un grupo de aficionados que decidió pitar el minuto de silencio en memoria a las víctimas de Hillsborough, cumpliéndose esta semana 33 años de la catástrofe.
Esto cabreó a la afición del Liverpool, que, como es lógico, no se toma nada bien una ofensa al desastre que ocasionó la pérdida de 97 vidas en 1989. El karma se lo hizo pagar.
Al City los descosieron punzada a punzada. Venían reventado de Madrid y ya la alineación se resintió, con Kyle Walker fuera de la convocatoria, Kevin de Bruyne tocado en el banquillo, Aymeric Laporte, Rodri y Riyad Mahrez, suplentes. Pero la superioridad ‘Red’ fue insultante.
Antes del minuto diez Ibrahima Konaté dejó en evidencia a la defensa del City rematando por encima de Nathan Aké un córner de Robertson. Primer golpe a la nuez del City, que se había pasado una semana regodeándose por un recorte de Ederson en la línea de gol en el partido de la Premier. Volvió el karma.
Esta vez no fue el brasileño, sino Zack Steffen. Mala cesión de Aké, el estadounidense se durmió, Sadio Mané le presionó, le robó la cartera e hizo el 0-2.
Un error ya mortal para un City desmoralizado, que tuvo que vivir entre los lujos de Luis Díaz, los taconazos y la supremacía del Liverpool. El 0-3 fue una oda a todo ello. Thiago, el mejor Thiago Alcantara, lanzó una pared con Alexander-Arnold en la frontal del área. Se inventó un pase picado para Mané, que empaló la pelota al primer palo. Steffen pudo hacer más, pero el cuero terminó en la red.
Con una imagen muy fácil de maquillar, Gabriel Jesús se inventó una jugada por la banda que definió con un exquisito recorte antes de entregarle el 1-3 a Jack Grealish.
Un gol que pudo cambiar el rumbo del encuentro si no fuera porque Alisson sostuvo al equipo con dos paradas en sendos manos a mano con Gabriel Jesús. El partido se convirtió en un carrusel de errores y, entre las continuas risas entre la afición ‘Red’ cada vez que Steffen tocaba la pelota, Zinchenko le cedió una pelota horrible al estadounidense. Salah estuvo más atento, picó por encima de Steffen, pero al lateral de la red.
Cerca de arrepentirse de la ocasión fallida estuvo el Liverpool cuando en el descuento Bernardo Silva marcó el 2-3 y Fernandinho tuvo una volea en el área para el 3-3. Se salvaron los ‘Reds’.
El Liverpool jugará la final de la FA Cup contra Crystal Palace o Chelsea. El sueño del póker sigue vivo. De momento son campeones de la Copa de la Liga, semifinalistas de la Champions, finalistas de la FA Cup y segundos en la Premier League a un punto del líder.