Dos futbolistas separados por cuarenta años. Misma posición, mismo origen y mismo destino en México. Las vidas de Alberto Quintano e Igor Lichnovsky se entrecruzan en varios puntos. Hoy el joven central de la selección chilena tiene frente a él la posibilidad de empezar a labrarse una leyenda con el Cruz Azul, que define al campeón de la Liga MX con el América. El “Mariscal”, uno de los mejores de la historia en el club cementero, lo estará mirando desde su atalaya.
Quintano fue esculpido en la cantera de la Universidad de Chile y le tocó debutar en los sesenta, una época mágica para los estudiantiles.
El mítico Ballet Azul dominaba con mazo de hierro el fútbol nacional. Debutó el ’65 y poco a poco se fue ganando un lugar en un elenco al que brillo no le faltaba: Leonel Sánchez, “Tanque” Campos, Pedro Araya, Sergio Navarro y “Fifo” Eyzaguirre eran fijos en el once de gala. El ’67 fue su mejor año. La U ganó el torneo mirando para atrás y él fue escogido como el mejor del torneo.
Se siguió atiborrando de títulos con el cuadro laico y comenzó a aparecer en la selección junto a Elías Figueroa, formando una dupla que en el Mundial de Alemania fue tan granítica como un muro. En 1971 decidió irse al fútbol azteca, un destino exótico en esa época. El Cruz Azul lo fichó.
El central dominó las canchas norteamericanas a sus anchas. Con Javier “Kalimán” Guzmán no dejaban pasar a nadie. Consiguió tres campeonatos de Primera División y la Copa Campeón de Campeones. En la víspera de la histórica final con el América, recordó su primera corona con la Máquina, en la campaña 1971/72, también contra las Águilas.
“Terminamos líderes y nos encontramos con América en la Final. Ellos venían de favoritos con grandes figuras como Enrique Borja y Carlos Reinoso; sin embargo, salimos vencedores de esa batalla”, recordó en entrevista con Fox Sports.
Quintano volvió a la Universidad de Chile y terminó retirándose en Magallanes. Tras una incursión como técnico, pasó a los despachos de los cementeros. No le fue bien. Se fue cargando con un cúmulo de frustraciones deportivas y envuelto en un lío de plata.
El Cruz Azul tendrá este domingo, con su gente, la posibilidad de acabar con la maldición de las finales perdidas y cobrarse revancha con el clásico rival, que lo amargó en el Clausura 2013. Igor Lichnovsky, que llegó este año al club procedente del Necaxa y ya ganó una Copa México, también quiere ser leyenda.