Quiere hacer cosas nuevas, crecer. Aumentar su trayectoria, imitar a más personajes e incursionar en la comedia. Hacer más películas, incluso. Pero por ahora no volvería al Festival de Viña del Mar. Quiere esperar un tiempo, ver qué ocurre con su vida, con la pandemia de covid-19 y con su carrera. Al teléfono está Stefan Kramer, el hombre de las infinitas imitaciones. “He estado muy seguido en el evento, creo que voy a esperar un buen tiempo para volver”, dice.
El humorista de 38 años, oriundo de Santiago, es reconocido calcar actitudes y voces de celebridades nacionales e internacionales. Diana Bolocco, Martín Cárcamo, Julio César Rodríguez, Mario Kreutzberger, Romeo (de la banda musical Aventura), Ricky Martin, entre ellos. Incluso a algunos personajes de la política como Sebastián Piñera, Pablo Zalaquett, Joaquín Lavín y Marcela Cubillos.
En conversación con BioBioChile, tras protagonizar el lanzamiento de los modelos telefónicos Powerphones Galaxy Note20 y Note20 de Samsung, el actor habla de cómo ha vivido la pandemia de covid-19, de la televisión, de política y del Festival de Viña del Mar, certamen artístico en el que ha participado en tres oportunidades, llevándose los máximos reconocimientos del público: Gaviota de Plata y de Oro.
Cuarentena y humor
Fue en marzo pasado que la pandemia comenzó a golpear a Chile. En esa fecha ya se sabía de la enfermedad, aunque todavía era algo lejano. Tras el arribo del primer contagiado comenzaron las restricciones de circulación y las cuarentenas que tuvieron al humorista confinado por un largo tiempo en su casa. La única forma de seguir trabajando, por la cancelación de los eventos masivos, fue el internet.
Para su rubro, ¿cómo ha sido seguir trabajando en estos tiempos? Con las nuevas plataformas y todo eso…
“Es importante atenerse al riesgo. En un comienzo era como ‘chuta, cómo lo hago’, pero de repente uno va rompiendo el hielo con algunas situaciones. Me acuerdo que hace muchos meses una señora me pidió si me podía meter a una reunión de Zoom con sus nietos, y yo todavía no me había atrevido a actuar en línea (…) era una abuela que necesitaba ver a sus nietos, tener una interacción diferente, una sorpresa.
Ahí perdí el miedo de esa interacción con personas en la pantalla (…) Porque actuar solo en la pantalla es raro. Uno necesita de la reacción de lo que sea para ir parando, acelerando, tirando tallas”.
El tiempo de cuarentena, ¿cómo ha sido?
“En el sentido artístico creo que, independiente de que uno pueda hacer un trabajo solo, creo que el trabajo en equipo es algo precioso. Es muy raro juntarse por Zoom, por ejemplo, porque hay que ser demasiado certero. Cuando uno se junta en vivo no está esa presión de intentar, de qué hay que hacer, porque de repente uno va a caminar, a hacer otra cosa y se te ocurre la idea.
Las reuniones por Zoom son un poco insoportables, porque los silencios se sienten y uno siente que está guateando la reunión. Uno dice ‘ya, nos vemos, mándame el mail, veamos cómo avanzamos’. Es agotador. Ahora que hemos podido juntarnos a crear un poco más, es un cambio notable”.
¿Y con la familia?
“Ha sido muy lindo poder compartir y estar juntos. Pero también es muy difícil compatibilizar el trabajo con lo familiar porque, en un momento, la casa ya era un estudio y yo poco menos que tenía que gritar ‘¡estoy al aire, silencio!’. Ahí ya te transformas en el insoportable”.
¿Se transformó en eso?
No. No ha habido discusiones, pero cuando ya estás en esta mecánica de las reuniones en línea como que te ensimismas (…) entonces cuesta diferenciar los momentos. Pasas de una reunión del computador a almorzar y no te alcanzas a desconectar. Entonces así a veces ocurren conflictos o distanciamientos en la casa. Imagínate, si ya es difícil equilibrarse en la vida, con esto de estar encerrado se hace más difícil.
Y son tiempos difíciles también, sobre todo porque está muriendo gente… ¿cómo se hace humor desde ahí?
El humor, el acompañamiento, la distracción ayuda bastante (…) Este pasarlo bien un rato, el reírnos, ayuda mucho. La risa, la comedia, acompaña. Es una misión del comediante. El arte, las risas, las obras son muy necesarias para el alma.
Para muchos este ha sido un tiempo de reflexión, ¿qué saca en limpio?
“Como todavía no termina, no sé si tengo una reflexión clara (…) Vamos pasando etapas, imagínate en 10 años más cuando nos acordemos de que estábamos encerrados con las mascarillas, de lo difícil que fue, de no juntarse. Ahí vamos a poder reflexionar lo que realmente vivimos.
Mi reflexión pasa también por valorar la vida, el presente, caminar, mirar un árbol y abrazarlo. Sentir la vida (…) Y al mismo tiempo, uno trata de sacar adelante el día, ser productivo. Tengo un equipo que ha estado conmigo a lo largo de muchos años y trato de mantener vivo eso a pesar de que en estos tiempos la cancha se hace un poco más pequeña”
¿Le da miedo la enfermedad?
“No lo pienso tanto, la verdad. Obvio que hay que estar siempre con cuidado, con medidas de seguridad y tenerle respeto. Pero miedo no he sentido. Trato de saber que hay que aprender a convivir con esto. Imagínate cuánto tiempo faltará para una vacuna, para una tranquilidad”.
“Pa’ dónde va la micro”
El imitador incursionó en la televisión, incluso con programas propios. Fue en 2009 que apareció en el extinto Animal Nocturno (TVN), presentado por el fallecido animador Felipe Camiroaga. Con el mismo rostro del canal estatal, y a través de la señal, co-condujo Halcón y camaleón, al año siguiente. Más tarde lideró el espacio televisivo nocturno Kamaleón, el show de Kramer.
¿Piensa en volver a la televisión con un programa propio?
“Sí, me gustaría. Estoy entregándome a nuevas experiencias. Creo que llevo varios años haciendo esto mismo de los personajes. Me dan ganas también de hacer un gran cambio”.
¿Qué cambio?
“No sé si este cambio tiene que ver con lo de volver a la televisión en un programa… Tengo muchas ganas de explorar en el cine, de seguir con lo creativo. En lo que yo me dedico hay vaivenes de emociones, porque siempre he tratado de planificar pero de repente nace la inspiración de algo y te vas por allá (…) En lo artístico hay incertidumbre, hay una inestabilidad emocional que hay que saber aceptar. Hay momentos de harto enfoque y momentos en que no sabe pa’ dónde va la micro“.
¿En cuál momento está ahora?
“No tengo idea, pero estoy atento. Sinceramente es difícil, como todavía no termina todo (lo de la pandemia), hay incertidumbre. No me atormenta, pero tengo muchas ganas de seguir haciendo mi trabajo”.
Apruebo o rechazo
Su última gran presentación fue en la edición pasada del Festival de Viña del Mar, donde analizó, en su estilo, el estallido social que inició el 18 de octubre. Habló de cacerolas, carabineros, políticos y, cómo no, del plebiscito del 25 de octubre que podría cambiar la Constitución Política de 1980.
Cuando ve el trabajo en La Moneda, en el Congreso, ¿con qué sensación se queda?
“Me da la sensación de que hay que hacer algo con unidad, mirar un futuro amistoso. Siento que hay que lograr ir por un mismo camino todos juntos”.
Pero fue muy crítico de la violencia policial durante el estallido social…
“Claro, son cosas que ocurrieron. Hubo un despertar, un cambio de conciencia. Esto se vio reflejado en la rutina que yo hice en Viña. Me involucré, quise estar ahí. Hice una radiografía de lo que sentí y lo hice desde el cariño y desde el amor. Siempre trataré de hacer la radiografía desde la conciencia, desde la transformación, el despertar”.
Y todo esto dio paso al plebiscito, ¿aprueba o rechaza?
“Yo apruebo”.
¿Por qué?
“Creo que es importante crear juntos un camino. Mirar para adelante con un futuro, todos juntos (…) Hay que construir algo nuevo. Una nueva historia”.
Volver a Viña
La Quinta Vergara, escenario donde se realiza el Festival de Viña del Mar, es sin duda el lugar que consolidó su carrera. Si ya era conocido, tras su primera presentación se convirtió en una celebridad nacional. Es, de hecho, una carta segura para hacer reír al monstruo. Pero a pesar de las tres presentaciones al hombro y millones de carcajadas, se cuestiona si volvería a mostrar su rutina en el evento veraniego que, por cierto, en medio de la pandemia, aún está en evaluación.
¿Qué cree que va a pasar con esta edición del festival?
“No sé. Son 15 mil personas, todos pegaditos. No sé. El problema es que hay que planificar con tiempo, qué proveedor te confirma, qué artista te confirma, son demasiadas cosas que hay que verlas con mucha anticipación. Quizá se pueda hacer algo simbólico el 2021, para que entregue alegría o entregue algo artístico”
Y si a la producción se le ocurriera hacer un festival en línea, lo invitaran, y tuviera que hacer un show desde su casa…
“No, la verdad yo esperaría un par de años más. Estoy en una época de reinvención. De mirarme y ver para dónde va mi carrera artística. Yo pasaría de una invitación así”.
Entonces, ¿no iría al Festival de Viña otra vez?
“He estado muy seguido, creo que voy a esperar un buen tiempo para volver y para hacerlo con reinvención, con más innovación.”