A poco más de un mes del estreno de la nueva temporada de MasterChef Chile, desde Canal 13 las cuentas son alegres. El programa de cocina promedia 11 puntos de rating en lo que lleva al aire, con más de un triunfo a su haber. El viernes 29 de marzo, de hecho, MasterChef fue lo más visto en su horario, con 10,8 unidades en promedio.
Uno de los que siempre tuvo fe en el proyecto fue Tomás Olivera, chef, asesor gastronómico y “cuarto jurado” del espacio. “Cuando supe que se hacía de vuelta, sabía que le iba a ir bien. Pero entre la opinión de uno versus la de la gente, uno nunca sabe”, cuenta a BioBioChile.
Según Olivera, el éxito de la nueva propuesta (sin animadora, con jueces nuevos e íntegramente grabado en Colombia), radica en varios factores. “Por cómo esta hecho, por los jueces, los personajes, la producción, etc. Yo fui a trabajar en enero para allá y cuando volví dije: ‘no le puede ir mal’, pero a veces la lógica no es así”, sostiene.
Desde su recién inaugurado nuevo restaurant, Olivera Pastas, emplazado en el boulevard del casino Sun Monticello (San Francisco de Mostazal, en el límite entre Rancagua y Santiago), el cocinero resume en un nombre la gesta televisiva: Christopher Carpentier.
“Fue él quien movió esta cuestión, empujó y empujó y su tesón le dio la razón”, afirma sobre el final abrupto que tuvo el programa, que incluso terminó vendiendo su escenografía.
“La gente echaba mucho de menos el programa. El casting está muy bueno y el trío de jueces está muy bueno. Yo sé que les han pegado palos, pero si uno lo analiza fríamente, está muy bueno. Y está diferente, porque no se buscó un casting para repetir lo que había”, piensa, y lo ejemplifica así: “No hay conductor, pero está Chris… Diana era nuestro pilar, pero ahora no está y pasa piola”.
Por lo mismo, toma distancia de una de las críticas que más se ha repetido durante el nuevo ciclo de MasterChef: el eventual clasismo que impera entre los participantes y en las escenas que se muestran en pantalla, además del tono tosco de los nuevos evaluadores.
“Son las mismas críticas de siempre: que son cuicos, que son pobres, que está arreglado; ese es un mito urbano que siempre va a estar en la mente de la gente y no pasa nada”, comenta el chef, quien aprovecha la ventana para hablarle al lector: “Señora, señor: los puntos de rating no los regalan. No está arreglado, nosotros lo pasamos mal cuando hicimos el (MasterChef) Junior y pensábamos que la íbamos a romper”.
Sobre el comentado accidente de la olla a presión y las críticas que recibió la producción del espacio, Olivera quedó conforme con lo expuesto en TV. “Yo estaba ahí. Creo que iba caminando con Chris o con Jorge… En su momento, yo estaba muy preocupado. José Miguel estaba muy choqueado, pensaba que lo iban a eliminar, no sé qué cosa, pero son cosas que pasan. Es la presión de estar ahí. Muchos dicen: pero cómo se equivoca. Uno en el manual sabe todo, pero en la cancha se ven los gallos”, opina.
En la misma línea, también tuvo palabras para el comentado desmayo de Anabella, quien se desvaneció en el set en plena grabación del programa. “En la cocina profesional, o competitiva en este caso, hay un estrés y es así; el punto es cómo tu organismo reacciona. Tiene que ver con el mismo estrés, con si tomaste desayuno o no, si te alimentaste bien, si te fuiste de farra, por ejemplo… Aquí, ellos quieren ganar, y por lo mismo se entiende que sucedan estas cosas”, cuenta.
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