Hace 32 años, Alberto Plaza pisó el escenario de la Quinta Vergara por primera vez cuando representó a Chile en la competencia internacional. Ese fue su primer paso al estrellato y su tema Que cante la vida es una de las pocas canciones de la competencia que sigue siendo recordada hasta el día de hoy.
Desde entonces tanto él como el certamen viñamarino han recorrido un largo camino con éxitos y fracasos, adaptándose a los tiempos y transformándose en importantes figuras en América Latina.
Sin embargo, la opinión del cantautor nacional sobre el actual Festival, no es de las mejores. Así lo dejó en claro en una carta enviada a el diario El Mercurio, donde califica a los humoristas, sus colegas artistas, en flaites que se tomaron el espectáculo.
Lee a continuación el texto completo redactado por Alberto Plaza.
“Escribo con profunda tristeza después de haber visto -lo que alcancé a resistir- a los humoristas de las dos primeras noches del Festival de Viña del Mar. Hemos sido testigo de una paliza, de un linchamiento al decoro y a las buenas costumbres. Con total desvergüenza, hablan con el mismo vocabulario que se emplea en una pelea de bar de mala muerte; con vulgaridad que cabría esperar en una cárcel, no en el que alguna vez fuera el más respetable e importante escenario de la música latinoamericana.
Los flaites se han apoderado de ese espacio hasta lograr que ni los mismos organizadores sean capaces de poner límites en el juego. Saltaron desde la cloaca y allí se quedaron, salpicando cada uno al que le sigue, provocando una verdadera escalada de degradación, donde ya nadie parece sorprenderse; donde querer cuidar nuestra maravillosa lengua parece ya una quijotada. Y este es un terreno en el cual solo a los humoristas se les acepta semejante picantería.
Nadie imaginaría a un artista hablando en público de esa forma. Tampoco a los animadores. Ni a los conductores de televisión, ni a los deportistas, ni a los comentaristas deportivos, ni a los políticos, ni a los científicos, ni a los periodistas. No. Ese es un terreno que sólo se le permite pisar a estos mal llamados humoristas, que por tratar de dar risa, dan pena.
La grosería, la palabra vulgar y la ordinariez nunca será dignas de un escenario como el de Viña y menos de una transmisión televisiva que podría ponerlos en órbita latinoamericana. No, así nunca lo van a lograr. En otros países todavía existen el decoro y el pudor. Finalmente, les recuerdo a los canales de televisión que, aunque se escudan en que se trata de un horario para adultos, ellos retransmiten fragmentos, que muchas veces son la rutina completa, en horarios matinales, en los que, a la luz de los hechos, habrá que esconder a los niños.