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Argentina, reconocida por su industria cinematográfica, ha sido escenario de famosas películas de Hollywood, como "Evita", "Siete años en el Tíbet" y "Focus", pero no todas han tenido éxito. Un caso emblemático es el de "Highlander II", filmada en Buenos Aires y San Juan en 1991. La producción, afectada por la hiperinflación argentina, tuvo problemas financieros, accidentes durante el rodaje, y fue considerada una de las peores películas de la historia. El crítico Roger Ebert la describió como hilarantemente incomprensible y extremadamente mala. A pesar de su fracaso, sigue siendo parte de la cultura pop y se ha convertido en una experiencia de culto.

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“Highlander 2” (1991) es famosa tanto por su accidentada producción como por su nulo mérito artístico. Economía en llamas, un actor con falange perdida y las anécdotas de Sean Connery en Buenos Aires.

Argentina tiene una extensa y destacada trayectoria en festivales y salas por la calidad de su industria cinematográfica. Un dato sencillo para graficar: dos premios Óscar a mejor película internacional, único país en lograrlo en Latinoamérica. Pero también sus paisajes fueron elegidos como escenario para famosas películas de Hollywood: algunas tuvieron éxito, como “Evita” (1996) con Madonna en la Casa Rosada, “Siete años en el Tíbet” (1997) con Brad Pitt en la montaña de Mendoza o “Focus” (2015) con Will Smith y Margot Robbie en Caminito, pero otras la pasaron mal. Muy mal.

Quizá el ejemplo más insigne sea el de “Highlander II” (Highlander II: The Quickening, 1991), secuela del hit de ciencia ficción de los años 80 protagonizada por la dupla vintage y heroica de Christopher Lambert y Sean Connery.

Si bien era una producción francesa-británica, se filmó en su mayoría en zonas reconocibles de Buenos Aires y San Juan, dando un look futurista recordado en el imaginario colectivo del país vecino. No precisamente por sus méritos artísticos o comerciales. Todo lo contrario.

La controversial filmación en Argentina de “Highlander 2”, una de las peores películas de la historia

La original “Highlander” (1986) nunca fue un éxito de taquilla. De hecho, de los 19 millones de dólares de presupuesto, apenas juntó 12,8 millones. Sin embargo, un elenco estelar (Lambert, Connery, Clancy Brown) y cierta fama de culto cosechada en el mercado de VHS le aseguraron la luz verde a una segunda parte. Claro, salió peor que antes.

En “Highlander II”, Katana (Michael Ironside) es el dictador del planeta Zeist del que procede el campeón inmortal Connor Mcleod (Christopher Lambert). En el 2024 de esa ficción, el héroe está envejecido y repasa su origen extraterrestre, algo que le molesta al líder autoritario, quien busca matarlo. Para hacerle frente, el protagonista recurre a un extraño conjuro que lo convierte en un joven y hace volver a su amigo, Ramírez (el recordado Sean Connery).

La cuestión es que, para ahorrar en gastos propios de un filme de ciencia ficción, se les ocurrió mudar el rodaje a un país menos exigente. Fue un cruce en el Mercado Internacional de Filmes de Milán entre los productores William N. Panzer y Peter Davis con el argentino Alejandro Sessa el que señaló al escenario trasandino para rodar.

El presunto ahorro y los paisajes urbanísticos de Buenos Aires y naturales de San Juan sedujeron de inmediato, pero no se fijaron en un “detalle”. Era mayo de 1990 y Argentina atravesaba la peor hiperinflación de su historia.

La producción de “Highlander II” tenía previsto un complejo presupuesto de 30 millones de dólares, por encima de la primera parte, por lo que debió hacer recortes y dejar que los inversores tomaran el poder creativo para ajustar las cuentas ante la disparada de los precios. Para cualquiera con un mínimo de experiencia en cine, una decisión que nunca termina bien.

El legendario James Bond aterrizó en el país vecino… después de ser desviado a Uruguay por una niebla en el aeropuerto de Ezeiza. Apenas arregló contrato (3 millones de dólares) para quedarse dos semanas. Sean Connery fue el actor que mejor la pasó en Argentina: recibió custodia de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), se reunió con el presidente Carlos Menem, visitó la bella Mar del Plata, conoció el glaciar Perito Moreno y hasta jugó golf con la estrella Robert De Vicenzo.

Sean Connery con el presidente Menem
Sean Connery con el presidente Menem | Archivo

El resto del equipo la tuvo cuesta arriba. Pero, al menos, las noches de fiesta en Buenos Aires sirvieron para aliviar los nervios. Durante el rodaje de las escenas de acción, el inmortal Chistopher Lambert perdió la falange de uno de sus dedos, hubo que parar durante tres semanas la producción por “motivos financieros” y hasta un técnico local perdió la vida al caer de gran altura. Una “Apocalypse Now” a lo argentino.

Sin perder los vicios, la Asociación Argentina de Actores reclamó rápidamente los aportes patronales, previsionales y de salud de los extranjeros que trabajaban en “Highlander II”. La “viveza criolla” dio como resultado otra anécdota en la lujosa área de Puerto Madero.

Los integrantes de la producción les habían dado 100 dólares a los dueños de cada auto para que los corrieran y así poder grabar escenas sin inconvenientes. Al otro día, la cuadra amaneció llena de autos en doble fila.

Quizá harto -y no lo juzgamos-, el director australiano Russell Mulcahy se ausentó varias veces y fue reemplazado por su asistente. A diferencia de la larga vida nocturna de las figuras del filme, en el set había que recortar por doquier porque cada segundo invertido significaba un dólar más caro. Un desafío que los argentinos saben sortear hace décadas, pero no los ingenuos foráneos.

Highlander 2
Highlander II

De ir a lo visto en pantalla, donde el canon se alteró caprichosamente, hubo una secuencia con el malvado Katana (Ironside) a bordo del subte en la estación Medalla Milagrosa de la línea E, apareció el mercado del Abasto antes de convertirse en un mall y se dio lucimiento al Valle de la Luna (Ischigualasto) como el planeta extraterrestre Zeist. Para los nostálgicos, Michel Peyronel, baterista del grupo de rock Riff, hizo un cameo menor.

“Casi asombroso de lo mala”

“Highlander II” se estrenó en los cines en 1991 y recuperó menos de la mitad de la plata invertida. Es considerada una de las peores películas de la historia, un honor compartido con “Super Mario Bros.” (1993), “Batalla final: Tierra” (2000), “Gatúbela” (2004) o “Cats” (2019).

El crítico estadounidense Roger Ebert resumió a la perfección en su review de la época: “Hay que ver esta película para creerla. Aunque tal vez sea un precio demasiado alto. ‘Highlander II: The Quickening’ es lo más hilarantemente incomprensible que vi en mucho tiempo, casi asombroso en lo mala”.

Si buscan ampliar más sobre la accidentada aventura en Argentina, pueden ver el documental “Highlander II: Seduced by Argentina” (2004) o leer “Babilonia Gaucha”, escrito por Diego Curubeto. Un corte del director titulado “Highlander II: Renegade Vision” (1995) completa la experiencia de culto.

Le deseamos a Henry Cavill, estrella anunciada para protagonizar el reboot de 2025, el mejor éxito posible. La tiene fácil.