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La serie de comedia negra "El Encargado" para Disney+, protagonizada por Guillermo Francella, se convierte en el epicentro de la batalla cultural en la Argentina liderada por Javier Milei. La trama, creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat, gira en torno a Eliseo, un conserje maquiavélico que -en su última temporada- desafía al Estado y los sindicatos. La serie desencadena polémicas al abordar temas laborales y políticos, incluso provocando la indignación de agrupaciones sindicales y figuras públicas por su reflejo de la realidad. El conflicto entre los valores individuales y las estructuras sindicales se intensifica en la trama, reflejando la división política en el país. La serie ha generado debates sobre la cultura y la política en Argentina, resonando en la sociedad y alimentando la confrontación entre diferentes posturas ideológicas.

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Protagonizada por el famoso actor Guillermo Francella, la comedia negra desató el rechazo de sectores peronistas y hasta críticas por representar los ideales libertarios. Su impacto en la grieta política y la batalla cultural del presidente.

Una serie de comedia negra para Disney+ sobre un maquiavélico conserje de edificio en contra de la intromisión del Estado y los sindicatos se transformó involuntariamente en la postal de la batalla cultural liderada por Javier Milei. Potenciada por el protagónico de Guillermo Francella, uno de los actores más convocantes del país trasandino, “El Encargado” se instaló en la “grieta” política: para algunos, un panfleto de los ideales mileístas; para otros, la excepción dentro de un panorama audiovisual “cooptado por los zurdos” tras el recorte del gobierno a los fondos del cine.

Emitida desde 2022 y con tercera temporada recién lanzada, “El Encargado” es una creación de la dupla de directores Mariano Cohn y Gastón Duprat, reconocidos por producciones como “El ciudadano ilustre”, “Mi obra maestra” y “Nada” (todas disponibles para ver en Latinoamérica por Disney+). Francella, famoso en Chile por comedias como “Poné a Francella” y “Casados con hijos”, así como la película ganadora del Óscar, “El secreto de sus ojos”, interpreta a Eliseo Basurto, un conserje de edificio ambicioso y capaz de hacer todo tipo de trampas a inquilinos, propietarios y potenciales rivales para mejorar su estatus personal. Una especie de defensa del individualismo y el emprendedurismo, pero con la moral corrompida.

En esas disputas abordadas en 25 episodios de media hora, distribuidos en tres temporadas, aparecen una infinidad de estrellas invitadas, como el chileno Benjamín Vicuña. En todos los casos, representando personajes con variedad de oficios, sin discriminar entre perversos, embaucadores e hipócritas. A medida que avanza la serie, el propio Eliseo deja la astucia para abrazar directamente una cruel codicia.

“El encargado” y sus polémicas con la política argentina

Al margen de su cálido recibimiento por la crítica ácida a la sociedad trasandina, “El Encargado” empezó a meterse en la agenda política desde su primera temporada, en 2022, por un insólito motivo: una agrupación de encargados de edificios publicó un duro comunicado contra la serie y su actor protagonista porque no les representaba “en lo más mínimo su violenta corrupción”.

“Hemos decidido salir a dar la cara para que la gente no se deje llevar por esta oscura historia que tan mal nos deja parados”, dijeron los trabajadores, además de exigir disculpas a los responsables del éxito en Disney+.

Francella le quitó importancia al ataque y declaró en una nota televisiva: “Habla un poco de la mediocridad intelectual, de la falta de criterio absoluta para razonar una propuesta de ficción”.

Al poco tiempo, otra escena de “El Encargado” se viralizó en las redes sociales y redobló la polémica. En el séptimo episodio de la primera temporada, Eliseo mantiene una charla sobre las condiciones de trabajo con Magui, una empleada doméstica contratada por Victoria y Pablo, inquilinos de un departamento.

“Magui, hay una pregunta que te quiero hacer. Tus patrones, Pablo y Victoria, ¿te tienen en blanco (contrato legal)?”, le pregunta el protagonista a la joven, a lo que ella le responde “no, creo que no”. “Está muy mal eso. Mientras yo esté a cargo de este edificio, las cosas son en blanco o no son, porque un aporte que no se realiza es un abuelo sin remedios, un chiquito más pobre en Catamarca (provincia norteña de Argentina). ¿Lo sabías?”, retruca él.

Y suma: “Yo te voy a dar un teléfono que es de un abogado laboralista. Vos hacele todas las preguntas que necesités y él te lo va a explicar todo. Hay mucha plata que tenés que cobrar. Son muchos años en negro. Aportes, antigüedad, aguinaldo, proporcional de vacaciones. ¿Sabés que ese es un número grande o no? Tus patrones sí que infringen la ley”.

La cosa es que Victoria y Pablo no eran más que una referencia directa a Victoria Donda, quien era la titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) en el gobierno peronista de Alberto Fernández, y su exesposo Pablo Marchetti. Aunque suene irónico, la exfuncionaria que señalaba con el dedo de la moral enfrentó en 2021 una denuncia por tener a su empleada doméstica, Arminda Banda Oxa, durante “diez años en negro y sin aumentos, aguinaldos ni vacaciones”.

“El Encargado” molestó al poder de turno, ya erosionado por la pésima gestión económica de Fernández. De hecho, el diario Clarín publicó en aquella época que una delegada del Sindicato Único de Edificios de Renta y Propiedad Horizontal (Suterh), liderado por el empresario kirchnerista Víctor Santa María, hizo una inspección laboral en el edificio donde se filmó la serie, ubicado en el barrio porteño de Belgrano, en busca de irregularidades. Llegó para preguntarles a los empleados si estaban con los papeles en regla, pero se fue derrotada sin encontrar nada.

Después del triunfo electoral de Milei en 2023, gran parte del sector audiovisual se lanzó en contra del presidente por su política de recorte al instituto de cine y la cultura en general. Sin embargo, Francella fue moderado en sus opiniones al expresar que se sabía “que iba a haber cirugía mayor y esto iba a ocurrir” para que “todo se modifique a favor del pueblo”. Más adelante, Gastón Duprat, uno de los creadores de “El Encargado”, defendió a su actor estrella y aseguró que “los artistas se creen más importantes que los seres normales, que son más necesarios, que hay que subsidiarlos”.

Desde la vereda peronista, este tipo de declaraciones pacíficas con la motosierra de Milei no hicieron más que aumentar su molestia con la serie. De hecho, los acontecimientos políticos de la tercera temporada de “El Encargado”, estrenada en julio pasado, fueron la gota que rebalsó el vaso en la discusión de las redes sociales. Ya sin ningún tipo de sutileza en los diálogos recitados por los personajes, a costo de sacrificar la calidad del guion, pero encabezando más titulares en la prensa.

Mientras en la realidad el mandatario libertario insiste en sus desregulaciones y la rebaja de algunos impuestos, Eliseo se embarca en la lucha contra el Estado y la presión histórica del sindicalismo contra el sector empresarial. Para disgusto de sus colegas, el encargado avanza con su propia compañía de tercerización de servicios en edificios, aprovechando los bajos costos como principal argumento y evitando las “trabas” de las vetustas leyes laborales, en sintonía con la filosofía de Uber o a las apps de delivery.

El conserje del edificio contiguo a Eliseo lidera el rechazo y convoca a sus compañeros sindicalistas para armarle una protesta con rayados, piquetes e insultos. Tras la denuncia por establecer un monopolio, el protagonista termina enfrentándose al Congreso (no al Poder Judicial como indica la lógica de funcionamiento del Estado argentino) y llegó a un arreglo secreto con los legisladores, los mismos que en su despacho lucen cuadros de Juan Domingo y Evita Perón. Todo para evitar un juicio frente al apoyo popular para Eliseo.

Serie El Encargado
Disney+

Con un guiño rompiendo la cuarta pared, el presidente de turno, cuya identidad nunca se revela en la serie, se entera de la fama cosechada por los ideales de Eliseo y su mirada sobre el mercado laboral, por lo que lo convoca a una charla privada en la Casa Rosada. El desenlace de ese encuentro político -¿será con alguien similar a Milei?- se conocerá el próximo año, una vez estrenada la cuarta temporada. Habrá que ver quién se ofenderá entonces.

La batalla cultural en Argentina dentro de la grieta política

El concepto de “batalla cultural” en Argentina está fuertemente asociado con el gobierno de Javier Milei y su enfoque disruptivo (la motosierra del ajuste como elemento icónico), pero sus raíces se remontan a épocas del kirchnerismo, cuando volvió a instalarse una vieja disputa como aquella de la “juventud maravillosa” de los años 60 y 70 frente a la seguidilla de dictaduras que interrumpió el ciclo democrático. En el conflicto con el campo de 2008, que derivó en góndolas vacías y protestas en las rutas del país vecino, había que tomar uno u otro bando. Lo mismo con la ley para controlar la propiedad de los medios de comunicación, el matrimonio igualitario o la reestatización de la petrolera YPF, por ejemplo.

Esta polarización entre “nacionales y populares” y “gorilas”, verticalizada desde la presidenta Cristina Fernández de Kirchner entre 2007 y 2015, se trasladó a cada uno de los aspectos de la vida pública. Hasta los periodistas comenzaron a ser etiquetados según su alineación política, si es que no lo hacían antes por cuenta propia o su trabajo en la Televisión Pública y medios afines al gobierno. La ciudadanía definió a un canal de televisión, radio o diario como “kirchnerista” o “antikirchnerista”, en base a un relato de la realidad condicionado por la línea editorial y sus intereses particulares.

A partir de 2023, la llegada de Milei al poder marcó una nueva fase en la batalla cultural. A diferencia de lo ocurrido durante la gestión de Mauricio Macri (Cambiemos, 2015-2019), el libertario pudo imponer su propia agenda, desplazando al kirchnerismo como el referente de los conceptos en discusión. En este contexto, el “adoctrinamiento” en las escuelas, la revalorización de figuras históricas conservadoras o el debate acerca de la “utilidad” de organismos como el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) o el Conicet (dedicado a la ciencia) quedaron evaluados bajo otra vara. Una visión crítica, muchas veces destructiva, hacia instituciones que eran vistas como pilares del conocimiento y la cultura en el país. Sin olvidar el debate de derechos que parecían sellados, como la identidad de género, la ley del aborto y hasta la gratuidad de las universidades públicas.

El presidente argentino anunció esta semana el estreno de su propia docuserie, dirigida por el director de Realización Audiovisual de la Presidencia, Santiago Oría. La mostrará a través de la red social X, propiedad de Elon Musk con quien a menudo intercambia elogios.

En el adelanto, Milei hace gala de su estilo discursivo y acusa a los opositores de ser “ladrones empobrecedores” y “zurdos hijos de puta”. Renovada por más temporadas, la batalla cultural ya tiene más capítulos asegurados.