“House of the Dragon” (“Casa del Dragón” es una serie con desafíos distintos a los de muchas otras, incluyendo “Game of Thrones” (“Juego de Tronos”. A diferencia de su predecesora, que tenía que hacer caber cientos y miles de páginas de sucesos detallados en una sola temporada, su precuela tiene un material fuente muy distinto pese a venir de la misma pluma de George R. R. Martin.
Mientras que la saga de “A Song of Ice and Fire” (“Canción de Hielo y Fuego”) está escrita con cada capítulo siendo narrado minuciosamente desde el punto de vista de algún personaje específico, alternando entre varios de ellos, “Fuego y Sangre”, el libro en el cual se basa la serie actualmente en emisión, es narrado como un documento histórico escrito por un académico ficticio.
En él, cita a antiguos historiadores o memorias de personas que vivieron en la época, dando forma a una narración poco fiable que deja mucho espacio a las teorías y la especulación, con versiones contradictorias y vacíos por doquier, avanzando meses y a veces años en pocas páginas. Cosa que también hace la serie durante la primera temporada, envejeciendo personajes con resultados dispares.
Por ello, los guionistas de Casa del Dragón han debido tomarse muchas libertades creativas para caracterizar personajes, rellenar vacíos, y, bueno, más de alguna vez han cambiado totalmente sucesos para hacerlos más dramáticos. Como Criston Cole matando a puñetazos a Joffrey Lonmouth.
En su segunda temporada, Casa del Dragón sigue esta tendencia, manteniendo el alto nivel al que nos tienen acostumbrados en producción, actuación, intriga y acción, siendo una digna sucesora de la temporada anterior en todo ello.
Pero como adaptación, los dos primeros episodios reflejan a la perfección cuando las decisiones tomadas son las correctas, o cuando son más cuestionables.
Ahora, si leíste las novelas, estás familiarizado con dos de los sucesos clave que marcan ambos episodios.
El primero es conocido como “Sangre y queso” (vaticinado en el título del capítulo, “Un hijo por otro”), y el segundo es “Adiós, hermano mío”. Para el segundo, el manejo de expectativas fue mucho mejor que para el primero.
Por ejemplo, para la escena que cierra el primer capítulo, si bien fue manejado con brutalidad y garantizando más de algún trauma, pero por algún motivo optaron por ablandar varios elementos canónicos de ese incidente, pese a ser significativos para el desarrollo de personaje de Helaena.
Por ello, ella cae en una depresión dado que no solo perdió un hijo, sino que ya no puede siquiera mirar al segundo, a quien ella misma señaló para ser asesinado. Y eso siembra las primeras semillas de su trágico final.
En la serie, el elemento más devastador de esta escena queda fuera, tal vez intentando simplificarla.”
En cambio, en el segundo episodio, se aborda una escena clave en que dos personajes luchan, retratada en el libro a partir de dos perspectivas muy contrarias. Una poética y hasta “romántica”, y la otra sucia y brutal.
Para la serie, resolvieron ese problema apegándose fielmente a ambas visiones por igual, resultando en una escena de gran intensidad a nivel de violencia y de emotividad. Arte.
En cualquier caso, hasta el momento, Casa del Dragón sigue siendo una serie que vale la pena seguir, y con George R. R. Martin en la producción ejecutiva, mantiene las esperanzas de no desviarse de su concepto original, como ocurrió con “Juego de Tronos”.
Su nueva temporada se estrena este domingo a las horas 21:00 horas, por las pantallas del canal HBO o por medio de la plataforma de streaming Max.