Esta es una columna de opinión sobre la serie de Netflix, Bridgerton. No contiene spoilers.
En 2017, la famosa productora estadounidense Shonda Rhimes, responsable de múltiples éxitos televisivos como Grey’s Anathomy y Scandal, firmó un acuerdo multimillonario con Netflix que acaparó atención mundial: por nada menos que 150 millones de dólares, se comprometía a crear varias producciones exclusivas para el gigante del streaming.
Y en todos estos años, nunca habíamos visto ninguna de las series que había prometido… hasta ahora.
Los Bridgerton es la primera producción que Rhimes ha lanzado en Netflix. Estrenada el pasado 25 de diciembre, ha estado todos estos días en el primer lugar de los más vistos en Chile, éxito que se ha replicado en otros países, así que Shonda ha anotado su primer hit en el mundo del streaming.
La serie es un romance histórico situado en Londres en el siglo XIX y está inspirado en la saga de libros best sellers escrita por Julia Quinn. Se centra en los amoríos de los 8 hermanos Bridgerton, una familia muy acomodada que es liderada por el mayor, el vizconde Anthony Bridgerton (Jonathan Bailey), quien heredó el título de su fallecido padre.
La historia comienza cuando Daphne Bridgerton (Phoebe Dynevor) hace su debut en sociedad, siendo presentada en la Corte ante la reina Charlotte, quien la nombra la soltera más codiciada de la temporada.
Rápidamente muchos hombres muestran interés por ella, pero uno tras otro son rechazados por Anthony, quien debe aprobar al pretendiente. Ante tantas negativas, de pronto todos pierden el interés por Daphne y ella, que lo único que quiere en la vida es casarse y formar una familia, se desespera.
Para solucionar su “problema”, hace un trato con el soltero más codiciado de Londres, el duque de Hastings, Simon Basset (Regé-Jean Page), quien, por motivos personales ligados a su pasado, se niega rotundamente a casarse, no quiere formar una familia y odia tener que soportar a las madres ofreciéndole a sus hijas todo el tiempo.
El acuerdo es uno de los clichés más tradicionales de este tipo de romances: una relación falsa. El duque fingirá que está cortejando a Daphne, lo que conseguirá que dejen de presionarlo para que busque una novia y, a su vez, mejorará la reputación de la señorita Bridgerton, al convertirla nuevamente en una joven codiciada.
Llevan a cabo su engaño con gran éxito, pero todo se comienza a complicar cuando crecen sus sentimientos mutuos.
Este tipo de historias las hemos visto y leído muchas veces. Sin duda Bridgerton no tiene una trama muy original, no es algo súper impactante que vaya a cambiar el mundo, pero eso no importa porque, al fin y al cabo, la trama no es lo más relevante. El mejor punto de la serie es que la forma en que está narrada es extremadamente entretenida, con una estética fenomenal y muy liviana, ideal para ver en casa en vacaciones.
Al tener un argumento tan simple, no tienes que esforzarte por pensar en los giros que da ni intentar descifrar acertijos. Tiene muchos momentos cómicos, sin ser una comedia, y también cuenta con la dosis justa de drama, que -para alivio de quienes no gustan de lo trágico- no llega ni de cerca a los extremos en los que cae Downton Abbey. En ese sentido, no resulta agotador verla. Puedes devorar sus 8 episodios en un solo día y ni los sentirás.
Incluso el mayor “misterio” que presenta es bastante predecible, porque adivinarán quién es Lady Whistledown mucho antes de llegar al final.
Y hablando de Lady Whistledown, ese es otro de los puntos destacados de Bridgerton: la narradora de toda la historia es esta misteriosa mujer que, bajo ese seudónimo, cuenta con lujo de detalles todos los escándalos que atraviesa la alta sociedad londoniense, los cuales publica en un boletín. La voz de Lady Whistledown la pone la actriz Julie Andrews quien, como era de esperarse, hace un estupendo trabajo.
Por lo mismo, es imposible no compararla con la popular serie juvenil Gossip Girl, famosa por haber desarrollado con éxito ese tipo de formato.
Aunque no es la única característica que recuerda a Gossip Girl. De verdad no quería tener que hablar mal de Bridgerton. Realmente disfruté la mayoría de los episodios. Pero todo romance tóxico tiene límites y esta historia los sobrepasa… En su intento por presentar un “romance intenso y apasionado”, la relación de Daphne y Simon termina siendo lo opuesto a una pareja ideal.
Este es el típico caso en que los protagonistas deben superar múltiples problemas personales y emocionales para poder estar juntos, y cuando al fin lo logran, tampoco son felices porque su mutua toxicidad se interpone en el camino.
Daphne y Simon son demasiados diferentes y tienen planes de vida totalmente opuestos, lo que lleva a preguntarse cómo es que ellos mismos no notan que tienen cero compatibilidad. Al final, pareciera que lo único que les atrae del otro es el aspecto físico y nada más, porque la tensión sexual es la única emoción que se siente entre ambos, en ningún momento me generó esa sensación de “amor verdadero”.
Uno como espectador está consciente de que hay ciertas actitudes que pueden ser un poco tóxicas y que, de hecho, pueden ocurrir en la vida real, así que no son del todo exageradas. Uno puede pasar por alto ese tipo de comportamiento y continuar apoyando a los protagonistas porque, después de todo, somos adultos y sabemos que se trata de una ficción. Ese es el caso, por ejemplo, de Crepúsculo, que tiene millones de fans porque puede disfrutarse siempre que uno tenga claro qué es lo que está mal en esa historia.
No obstante, en Bridgerton se presentan múltiples actitudes que resultan tóxicas. Al principio las pasé por alto, pero, más avanzada la serie, se llega a una situación en que ambos personajes realizan acciones completamente reprochables y que, como también ha quedado comprobado con los comentarios de la audiencia en redes sociales, uno simplemente ya no puede ignorar.
Bridgerton resulta muy entretenida, pero los dos últimos episodios de la serie dejan un sabor amargo. Terminé viendo con mucha incomodidad y me gustaría seguir con la segunda temporada sólo porque me resultan muy interesantes otros de los personajes principales.
Recomiendo Bridgerton a todos los fans del romance histórico, pasarán un buen rato viéndola, pero quedan advertidos sobre esos episodios finales.