Andrew Garfield es un nombre que se repite a menudo desde hace algunos años. Y no solo por tener buenas películas, que lo hacen destacar entre los mejores actores de su generación, sino que además el intérprete de Peter Parker, ha podido demostrar un lado sensible, bastante ajeno a la imagen preestablecida de un famoso.
Con 41 años y una carrera consolidada, el actor suele compartir de
talles de su vida privada, donde es capaz de hablar del duelo que todavía carga por la muerte de su madre.
De esta manera, Garfield, ha creído que lo importante en su vida, son las relaciones, una actitud que defiende en cada entrevista que concede, demostrando una empatía y cariño con el público.
Así las cosas, la vida del actor, que suele acaparar las portadas, se ha transformado, en un ejemplo de cómo lidiar con los sentimientos que a veces desbordan a las personas.
Andrew Garfield: el actor que encontró su vocación gracias a su madre
La carrera de Andrew Garfield, empezó de la forma más inesperada, aunque con el aliciente de tener el apoyo incondicional de su madre, Lynn, que siempre estuvo con él.
Garfield nació en Los Ángeles, Estados Unidos, pero a los tres años, la madre del actor, que era británica y su padre estadounidense, decidieron establecerse en Surrey, al norte de Londres.
Bajo un contexto familiar que fomentaba la práctica de deportes, el primer interés de Andrew, no fue la actuación. “Me crié en un hogar de deportistas. Era muy competitivo con mi hermano mayor. Mi padre es entrenador de natación, yo hice gimnasia y natación, rugby, cricket y fútbol”, aseguró el actor, en una conversación con The Guardian.
Aunque su deseo era mantenerse en la alta competencia, tres conmociones cerebrales jugando al rugby, obligaron a Garfield buscar otro propósito en la vida.
En ese sentido, su madre, Lynn, la apoyó en un momento difícil, incentivando a que su hijo probara la actuación mientras iba al colegio. “Qué acto tan peligroso, audaz, amoroso y conmovedor. Ella sabía que probablemente no ganaría dinero con eso, pero vio que su hijo estaba teniendo problemas y no se sentía feliz por estar vivo”, recordó el intérprete en diálogo con The Guardian.
De ahí en más, tuvo sus primeros pasos en el teatro, un impulso que lo llevó a estudiar en la Central School of Speech and Drama de la Universidad de Londres.
Desde entonces, Garfield alternó papeles en el cine y la televisión, siempre llamando la atención por su talento, en especial, dentro de los actores británicos como Eddie Redmayne, Robert Pattinson, Charlie Cox y Jamie Dornan, que estaban ganando terreno en los años 2000.
El talento inagotable de Andrew Garfield
En solo tres años como actor de la gran pantalla, Garfield tuvo un papel secundario en la renombrada The Social Network, interpretando a Eduardo Saverin, uno de los socios comerciales de Mark Zuckerberg.
Fue precisamente este rol, que le abrió las puertas al cine comercial con el reboot de Spider-Man, en 2012. A partir de ahí, el actor empezó a participar en proyectos que le hicieran sentido.
Trabajó bajo las órdenes de Mel Gibson en Hasta el último hombre (2016), y de Martin Scorsese en Silencio (2016), llenándose de buenas críticas.
No obstante, mientras otras figuras eran bastante mediáticas, Andrew mantuvo un pie en el teatro, su otra gran pasión. Así lo confesó en una entrevista con la revista GQ. “Quiero ser actor de teatro primero, porque eso se siente perenne. Si puedo hacer teatro durante el resto de mi vida para una audiencia de 50 personas por noche, sé que mi vida va a ser satisfactoria”, afirmó.
Incluso protagonizó la producción teatral de Angels in America, la obra de Tony Kushner, que fue llevada a Broadway y le valió un premio Tony.
Pero en el rodaje del film Los ojos de Tammy Faye, la madre de Garfield murió por causa de un cáncer de páncreas.
La muerte de una madre
En tanto el actor filmaba la cinta con Jessica Chastain, su madre empeoró de salud, haciendo que Andrew viajara de urgencia.
De hecho, Lynn lo convenció de continuar rodando la cinta, pese a que su hijo supo del dignóstico antes de viajar a Estados Unidos.
El actor, que se encontraba en Carolina del Norte, pasó las últimas semanas de vida con Lynn. Un hecho que lo marcó profundamente.
“Creo que la pérdida de mi madre fue algo muy importante. Ese cataclismo es un cambio que siempre reverbera hacia una conciencia más profunda de la realidad”, reflexionó Andrew en diálogo con GQ.
En declaraciones con el citado medio, Garfield dijo que no quedó asuntos pendientes. “Tuvimos todo el tiempo de calidad que pudimos tener mientras ella estuvo aquí”, dijo. “Y esas últimas dos semanas que pude estar con ella fueron probablemente las dos semanas más profundas de mi vida”.
Así las cosas, el intérprete ha dicho que tener que lidiar con la muerte, lo llevó a mirar con otros ojos este momento vital.
“¿Cómo era ella? Era alguien que tenía conciencia de la belleza que nos rodea y de la amabilidad que podía mostrarle a alguien en la calle o en la tienda. Esa es una buena vida. Esa es una vida bien vivida”, sostuvo a GQ.
La profunda reflexión de Andrew Garfield
Pese a ser ampliamente alabado por sus dotes actorales, Garfield no se marea con la fama. Después de cumplir 40 años, el actor decidió poner en pausa su carrera.
La muerte de Lynn, es una cuestión que el actor todavía le cuesta procesar, por lo que decidió parar para ordenar sus prioridades.
“Fue como una especie de parón por confusión, por la confusión que tenía sobre cómo proceder en ese momento en particular, en los tiempos y cultura que vivimos y con la edad que tengo”, afirmó en una entrevista a Rolling Stone.
Sobre lo mismo, Andrew Garfield, reflexionó sobre los cambios que trae consigo pasar la barrera de los 40 años. “Todos atravesamos por ese cambio natural, pero yo tuve la suerte de ser consciente de ello, de poder parar y de poder disfrutarlo”, admitió.
Finalmente, el actor volvió a brillar, en el drama Vivir el momento, junto a Florence Pugh. A pesar de vivir el duelo de su pérdida, Andrew piensa que el dolor que siente tiene un valor significativo, pues cree que “la tristeza es un regalo”, sostiene.