Lele Pons tiene 41 millones de seguidores en Instagram y 16 millones en Youtube. A sus 23 años ha sido considerada como la venezolana e hispanohablante más influyente del mundo, según las revistas Times y Forbes, respectivamente.

Gracias a su trabajo en redes sociales, donde se hizo famosa por sus divertidos videos en los que se ríe de ella misma y de situaciones con su familia y amigos, ha llegado a ser rostro de diversas marcas de maquillaje como CoverGirl y Smashbox, así como a realizar una colaboración con Tarte, con la que lanzó su propia colección.

Su popularidad también la llevó a ser invitada a desfilar en un show de Dolce & Gabbana y ser jurado en los concursos de belleza Miss Estados Unidos y Miss Universo. Sin mencionar que ha amasado una gran fortuna.

Pero así como la fama llegó a su puerta, también lo hicieron las críticas. Lele es una de las personalidades de Internet que más ciberbullying recibe en el mundo.

“Desde que era una pequeña niña, siempre he sido un blanco fácil, porque no me defiendo”, aseguró en su documental de Youtube Originals, La vida secreta de Lele Pons.

“Pueden decir ‘ella es así’, ‘ella es fea’, ‘ella es latina’, ‘ella es eso, ella es esto’. ‘¿Sabes por qué? porque Lele Pons no te va a responder. Puedes tirarle piedras y ella no va a decir nada"”, añadió entre lágrimas. “Porque esa es la forma en la que soy. Pero duele, duele mucho”, afirmó.

“Pero tengo que ser fuerte porque muchas personas están pasando por cosas peores que yo, y mucha gente me quiere, son mis fans, me admiran y me dicen: ‘eres tan fuerte. Recibes odio pero sales adelante’. Y yo estoy aquí porque necesito ser un ejemplo para esas personas que sufren y que son víctimas de bullying, y quiero que sepan que estarán bien. No me puedo rendir, a pesar de que es lo quiero”, reconoció.

Lo que muchos no saben, es que tras la divertida Lele hay una joven que desde hace años lucha a diario con varios problemas mentales. Lele no sólo debe enfrentarse al bullying, sino que también tiene un grave caso de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), Síndrome de Tourette, Depresión y déficit atencional.

Según la clínica Mayo, “TOC es un patrón de pensamientos y miedos irracionales (obsesiones) que hacen tener comportamientos repetitivos (compulsiones). Estas obsesiones y compulsiones interfieren en las actividades diarias y causan mucha angustia”.

El caso de Lele es tan severo que su terapeuta la recibió como una emergencia, porque no era capaz de bajarse de su auto, donde había permanecido por una hora tocando todo lo que había dentro. “Mi TOC son pensamientos muy poderosos que me obligan a hacer cosas que no quiero hacer”, reveló la también cantante.

“Cuando era pequeña tenía que poner una almohada en mi cara y tenía que pasar al menos un minuto sin respirar, y si lo hacía, iba a ser feliz”, relató. “Tenía que tocar todo, absolutamente todo y si no lo hacía, pensaba que mi familia iba a morir… llegué a un punto en que no me podía mover. Mi mente y mi cuerpo se apagaban por culpa del TOC”, añadió sobre el desorden que la aqueja hace una década.

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Según explica su papá, Luis Pons, es una lucha que lleva las 24 horas del día. “Ella puede hacerse cargo de cosas muy complejas sin mayor esfuerzo, pero es incapaz de escribir un cheque, apagar una lámpara o cerrar una puerta. Es incapaz de cuidarse a sí misma en ocasiones, pero puede cuidar a miles de personas al mismo tiempo. La forma en la que su cerebro procesa la información es diferente a la de cualquiera de nosotros”, explicó.

Por su parte, la madre de Lele, Anna Maronese, afirmó que supo que algo andaba mal con su hija, cuando comenzó a verla tocar la puerta de su habitación tres veces. “Le pregunté ‘¿por qué haces eso?’. Ella me respondió, ‘Una es por mí, una por mi papá y otra ti, mamá"”, recordó. “Después de eso ya no quería ir a su cama y comenzó a quedar atrapada en las puertas, no quería caminar”, dijo.

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En su infancia le costaba mucho comunicarse con sus padres, por lo que comenzó a usar dibujos y pinturas para expresar lo que quería o necesitaba. No obstante, todo lo que fuera físico le resultaba muy fácil, como el baile, la gimnasia, el deporte, etc.

Por lo mismo tuvo muchos problemas para adaptarse en el colegio, hasta que una de sus amigas la introdujo a Vine, donde comenzó a crear contenido divertido que se fue masificando y lo que la ayudó a conocer más personas y ampliar su grupo de conocidos.

A pesar que descubrió tener un gran talento para ello, también se obsesionó con el contenido y los comentarios, dejando de dormir y a veces de comer. “Nunca quise hacer videos divertidos, los videos fueron una distracción de mi TOC, de lo que estaba pasando”, confesó Lele.

Tourette

La Biblioteca Nacional de Medicina de los EE. UU. afirma que el síndrome de Tourette obliga a las personas a realizar “movimientos o sonidos fuera de lo normal, llamados tics, con poco o ningún control sobre éstos. Algunos tics comunes son parpadear y carraspear. Es posible que repita las palabras, gire o, rara vez, diga palabras groseras repentinamente”.

En el caso de Lele sus tics se concentran en su rostro, sus ojos y en un brusco y corto movimiento de su cabeza, lo que termina con fuertes dolores y avergonzándola.

“La gente se tiene que dar cuenta de que no es una opción, que no es algo que ella quiere y no es su culpa. Lele se ha convertido en una maestra para esconder sus tics para que la gente no sepa que los tiene, y los ha incorporado en sus movimientos”, aseguró su psicóloga Katia Moritz.

TDAH

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), es definido por la Clínica Mayo como una “afección crónica que afecta a millones de niños y a menudo continúa en la edad adulta. El TDAH incluye una combinación de problemas persistentes, tales como dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo”.

Lele también presenta un severo caso de TDAH por el cual suele desconcentrarse fácilmente y su entorno debió acostumbrarse a ello, dándole su espacio para que pueda funcionar cómo debe y responder a las exigencias de su trabajo.

Debido a esto, tiene una gran dependencia con sus padres, especialmente su madre, quien maneja prácticamente todos los aspectos de su vida, incluyendo su documentación, pues ella no tiene billetera.

Uno de los trabajos que está realizando con su terapeuta es justamente alcanzar la independencia poco a poco y valerse por sí misma, siendo capaz de cuidarse sola.

La relación con sus papás es muy estrecha y también el vínculo entre ellos, a pesar que llevan muchos años separados y que Luis iniciara una relación con un hombre.

“Cuando realmente me enteré que mi padre era gay fue una vez que lo vi. Entré a su habitación y estaba durmiendo con hombre. Yo tenía 10 años y eso fue para mí como ‘Dios mío… no puedo creerlo, vi a mi papá…’ Fue traumático porque no tenía por qué verlo tan vividamente, pero por eso somos tan cercanos, porque he visto todo y él ha visto todo”, cerró.

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