Desde 2013, cuando estaba embarazada de su hija North, Kim Kardashian (38) asiste a la alfombra roja de la gala MET. Con el paso del tiempo, su elección de vestuario ha evolucionado consolidándose entre el límite de la extravagancia y los tonos nude, lo que la llevó a usar este año un modelo diseñado por Thierry Mugler sólo para ella.
Se trata de un vestido color piel muy ajustado al cuerpo, simulando estar mojado, el que fue totalmente adornado con cristales que imitan a gotas de agua deslizándose. “Directamente fuera del océano”, dijo Kim sobre su “Mugler que gotea”.
Según mostró la empresaria en sus Stories, la pieza fue inspirada en la película de 1957 La estatua desnuda, en donde la actriz Sophia Loren encarna a una pescadora que -en una escena que es plasmada en la portada de la cinta- se sumerge con un vestido en el mar.
“Una creación basada en piezas de archivo para la casa de modas Mugler”, explicó la marca en su cuenta de Instagram. En tanto, la socialité aseguró que este es el primer diseño que elabora Thierry Mugler en 20 años.
En tanto, Kim llegó al evento neoyorquino junto a su esposo, el rapero Kanye West, quien optó por un look más sencillo. También asistieron sus hermanas Kylie y Kendall, su cuñado Travis Scott, y su mamá, la empresaria Kris Jenner.
Todos los looks de Kim en MET: embarazada, sola y… ¿sin cejas?
En sus Stories, Kim también decidió repasar cada uno de sus elecciones de vestuario en la gala Met desde 2013. En su primer año, estaba embarazada de North, y usó un vestido floreado de Riccardo Tisci para Givenchy. Sin embargo, no lo “pasó muy bien” ese día: “No conocía a nadie (…) Cuando llegué a mi casa lloré porque me sentía insegura pero ahora es uno de mis looks favoritos”.
En 2014, apareció con una actitud más segura, usando un vestido azul de Alber Elbaz para Lanvin. Ahí también llegó son Kanye. “No estoy muy segura por qué elegí el azul”, escribió aunque admitió que esta vez sí logró disfrutarla. Al año siguiente, apostó por un diseño más ostentoso de Roberto Cavalli, guardando un “pequeño” secreto: estaba embarazada. “Tenía dos meses y estaba desesperada por ocultarlo”, contó.
Para 2016, West fue quien se robó la atención con unos lentes de contacto celestes. Kim admitió que le encantó la elección de su marido, pero no quedó muy contenta con sus cejas claras y su “peso”. “Me sentía muy insegura porque no había perdido todo el peso del embarazo”, dijo.
Al siguiente año, fue la primera y única que vez que ha asistido sin Kanye. Usó un vestido blanco de Vivienne Westwood, aunque aseguró que los nervios de ir sola “la hicieron sentir muy mal”. Finalmente, en 2018 brilló con un Versace metalizado inspirado en la temática de ese año, el cristianismo.