La bulimia es un problema que afecta a millones de personas en el mundo, y aunque suele desarrollarse principalmente en la adolescencia, lo cierto es que puede aparecer a cualquier edad sin importar el sexo, origen y nivel socioeconómico.
Por lo general quienes padecen de este trastorno tienen una imagen distorsionada de sí mismos y baja autoestima, por lo que cualquier comentario hiriente podría llevarlos por ese camino.
Esto ocurrió con la princesa Diana, quien durante años sufrió de bulimia, causada por el constante estrés al que estaba sometida por su pública relación con el príncipe Carlos.
Según relató la misma princesa en conversación con su biógrafo Andrew Morton, comenzar a salir con el futuro rey de Inglaterra significó un gran cambio en su vida, pasando de ser una joven de 19 años normal a convertirse en una asediada figura pública a quien la prensa no dejaba ni a sol ni a sombra.
Las cosas empeoraron tras su compromiso con Carlos, cuando diferentes medios de comunicación comenzaron a hablar sobre el peso de Lady Di, quien siempre tuvo una figura un poco más rellena que sus hermanas, a pesar de ser una amante de la danza y el ballet.
Pero no fue hasta que su futuro esposo hizo un comentario sobre su cuerpo, que Diana comenzó a desarrollar un trastorno alimenticio.
“Mi bulimia comenzó la semana después que nos comprometimos. Mi esposo puso su mano en mi cintura y me dijo: ‘estás un poco gordita, ¿verdad?’. Eso desencadenó algo en mí”, afirmó Lady Di a Morton, quien luego convirtió sus conversaciones en el documental Diana: en sus propias palabras.
Pocos días antes de la boda en julio de 1981, la princesa tuvo su primer ataque de bulimia. “Recuerdo la primera vez que me provoqué ese mal. Estaba emocionada porque pensaba que era un modo de aliviar la tensión”, reveló.
Y es que además del acoso de la prensa y los paparazzi, Diana tenía que lidiar con sus celos y con la intensa relación entre Carlos y Camila Parker Bowles, la mujer que él realmente amaba.
Con el paso del tiempo sus ataques se hicieron más frecuentes y bajó rápidamente de peso, lo que despertó la curiosidad del público. “La primera vez que me probé el vestido de novia, mi cintura era de 73 centímetros. El día que nos casamos, medía 58 y medio. Me achiqué a nada”, recordó.
La noche anterior a la boda real, la princesa tuvo uno de sus peores ataques de bulimia. “Comí todo lo que pude encontrar, lo que divirtió a mi hermana porque estaba conmigo en Clarence House. Nadie entendía lo que pasaba. Todo era muy secreto”, reconoció.
“Al día siguiente desperté a las cinco de la mañana y estaba mortalmente calmada. Me sentía como un cordero al matadero y lo sabía”, dijo.
La boda no mejoró las cosas entre Diana y Carlos, al contrario. De hecho, para la luna de miel, él llevó ocho libros para leer y además un par de gemelos con el logo de Chanel (dos C entrecruzadas) que habían sido un regalo de Camila, lo que desató la furia de la princesa.
“La bulimia ya era espantosa. Absolutamente horrible, sucedía cuatro veces al día en el yate (donde pasaron parte de su luna de miel). Todo lo que encontraba lo engullía y me enfermaba”, reconoció.
La baja de peso de la princesa se volvía más y más notoria a medida que pasaban los días. “Todo el mundo veía que adelgazaba cada vez más y estaba más y más enferma”, reveló.
Entre agosto y septiembre, la pareja se hospedó en Balmoral, la casa de vacaciones de la Reina. “En octubre estaba por cortarme las venas. Estaba muy mal. Pronto dejé Balmoral para buscar tratamiento, no porque odiara el lugar, sino porque me sentía muy mal. El mundo se derrumbaba a mi alrededor”, relató.
Buscó ayuda en psicólogos, psiquiatras, terapeutas, pero nadie logró ayudarla. “Me dieron altas dosis de ansiolíticos. Yo les decía lo que necesitaba, ellos me recetaban las píldoras. Debía mantenerlos felices. Querían ir a dormir por las noches sabiendo que la princesa de Gales no apuñalaría a nadie. Pero la Diana que aún seguía ahí, decidió que sólo necesitaba tiempo y paciencia”, recordó.
En octubre de 1981 quedó embarazada, pero sus problemas con la bulimia no mejoraron. A eso se sumaron las clásicas náuseas matutinas, que complicaron todo el proceso.
Según explicó Diana, su complejo embarazo la convirtió en un problema para la familia real, ya que nadie había sufrido molestias como esas durante la espera de sus hijos.
Luego de una fuerte pelea con Carlos, donde ella le reclamó desesperada que él no la entendía ni apoyaba, la princesa aseguró que se lanzó por las escaleras.
“No me importó que llevaba un hijo. Me lastimé el estómago. La Reina salió totalmente horrorizada, temblaba, estaba muy asustada. Carlos estaba cabalgando y cuando volvió se portó indiferente”, recordó.
Ni el nacimiento de William ni de Harry ayudaron a Diana a superar la bulimia y depresión que la aquejaba.
Cuando era consultada por su baja de peso, se excusaba asegurando que simplemente no tenía tiempo para comer debido a su apretada agenda y a que en cada evento debía saludar a muchas personas, por lo que no le quedaban momentos libres para comer, y además que hacía mucho ejercicio.
La Reina, en tanto, conocía el estado de Diana y culpaba a su enfermedad de los problemas maritales entre su hijo y su nuera.
“Ella me dijo que creía que esa era la razón por la que nuestro matrimonio había ido cuesta abajo, porque Carlos tenía dificultades con la bulimia de Diana”, recordó. “Eso hizo que me diera cuenta de que todos veían aquello como un problema del matrimonio y no como una consecuencia del matrimonio”, afirmó.
Diana prefirió no contarle nada de lo que ocurría a su familia y no tenía nadie a su lado que la apoyara.
Tras cinco años de matrimonio, la bulimia ya se había salido de control y comenzó a interrumpir su vida pública, en una ocasión incluso se desmayó frente a un grupo de personas.
Cuando comenzó a comprometerse con su trabajo voluntario y causas sociales, la princesa se dio cuenta de lo que podría perder si se dejaba llevar por sus enfermedades.
En esa época encontró un psiquiatra que realmente la ayudó y comenzó a recuperar su autoestima.
En 1990 logró detener su bulimia, lo que le permitió enfrentar las cosas de manera más madura. Dos años más tarde, confesó su enfermedad al mismo Morton, quien lo publicó en su primer libro sobre la princesa.
Luego de eso se registró un incremento en el número de casos de bulimia reportado en Inglaterra, lo que fue llamado como El Efecto Diana. Sin embargo, no significaba que más gente estuviera lidiando con la enfermedad, sino que más personas habían reconocido padecer un trastorno alimenticio.
¿Qué es la bulimia?
Según la prestigiosa Clínica Mayo, la bulimia “es un trastorno alimentario grave y potencialmente fatal”. “Es posible que las personas con bulimia tengan en secreto episodios de atracones, es decir, que coman grandes cantidades de alimentos y pierdan el control de su alimentación, y luego vomiten, para tratar de deshacerse de las calorías adicionales de forma no saludable”, explican.
Las personas que padecen este trastorno no necesariamente recurren al vómito para perder las calorías que consumieron, sino que también pueden usar laxantes de manera inapropiada, suplementos para bajar de peso, diuréticos o enemas después del atracón. Aunque en ocasiones también pueden iniciar una dieta estricta o hacer ejercicio de forma excesiva.
El trastorno puede aparecer en personas con personalidades sensibles, poca autoestima y en quienes están sometidos a un gran estrés.
Según la clínica, entre sus signos y síntomas se encuentran:
– Preocuparse por la forma del cuerpo y el peso
– Vivir con miedo de aumentar de peso
– Repetir episodios de comer cantidades excesivas de alimentos de una sola vez
– Sentir una pérdida de control durante el atracón, como si no pudieras dejar de comer o no pudieras controlar lo que comes
– Forzar el vómito o hacer demasiado ejercicio para no aumentar de peso después de un atracón
– Usar laxantes, diuréticos o enemas después de comer cuando no son necesarios
– Ayunar, restringir las calorías o evitar ciertos alimentos entre atracones
– Usar suplementos dietéticos o productos a base de hierbas en exceso para bajar de peso.
Si crees que sufres de algún trastorno alimenticio, puedes acercarte a clínicas especializadas, donde podrán indicarte a qué programas acceder, como:
Santiago
– Centro Aida de atención para desórdenes en adolescentes, adultos, niños y familia. Fono (56-2) 29538110
– Unidad de trastornos alimenticios del Hospital clínico de la Universidad Católica. Fono 2 2676 7000
– Centro médico San Joaquín, Fono 2 2754 8800 (Atención mental clínica San Carlos de Apoquindo)
Concepción
– Unidad de Salud Mental de la Clínica Universitaria de Concepción. Fono (41) 226 6000.
– Centro Médico Integral Lo Pequén, Unidad de Salud Mental. Fono (41) 246 8968.