La vida de Mark Ruffalo ha sido una verdadera montaña rusa de emociones. No sólo tuvo que sobreponerse a la bancarrota de su familia, sino que enfrentó trágicas muertes e incluso un tumor cerebral que puso en jaque su carrera.
Desafiando su propio destino, el actor de 50 años se convirtió en una de las estrellas de cine más importantes de la industria, aunque también una de las más humildes.
Ruffalo es conocido por su buen humor, su encanto con la prensa y la constante preocupación por sus fans (a quienes ha invitado a los sets de sus películas), además de ser un fiel defensor de varias causas sociales y políticas.
Sus propios colegas en Avengers han destacado su carácter afable. De hecho, Samuel Jackson, quien da vida a Nick Fury en la franquicia de Marvel, ha señalado que Ruffalo es el “osito de peluche de todos”. “Todos aman pasar tiempo con Mark”, afirmó hace un tiempo en el diario New York Daily News.
Así comenzó todo…
Mark Ruffalo nació en Wisconsin (Estados Unidos) en un familia de clase media, fruto de la relación de un pintor de casas llamado Frank y una peluquera, de nombre Marie Rose.
Según él mismo ha comentado, sus primeros años fueron muy felices, llenos de alegría y diversión junto a sus tres hermanos.
Debido a las creencias de su padre, creció como seguidor del Bahaísmo, una religión independiente también conocida como fe bahá’í, que cree en unificar a la humanidad en un gobierno de paz, armonía y felicidad.
En el colegio no era un alumno brillante, y a su parecer, se debía a una dislexia no diagnosticada y a la depresión que desarrolló siendo apenas un niño. “Una de las cosas que siempre fue muy difícil para mí fue la escuela primaria. Sentía que era extraño, único y anormal. No sentía que encajara en ningún lado”, afirmó en una conversación con Child Mind Institute, una organización dedicada a la salud mental infantil.
Las cosas mejoraron levemente en la adolescencia cuando descubrió su talento como luchador y se unió al equipo de su escuela. Gracias a esto le ofrecieron una beca universitaria que terminó por rechazar, porque ya había descubierto que la actuación era su verdadera pasión.
“En mi último año, abandoné la lucha libre y tomé una clase de teatro. Uno de los niños que era protagonista de una obra se quebró el brazo y me pidieron que lo reemplazara. Salí al escenario, y supe que eso es lo que quería hacer por el resto de mi vida”, recordó en una entrevista con el portal In New York.
Tras de terminar el colegio, se trasladó junto a su familia a San Diego, donde su padre había conseguido un trabajo, pero las cosas no fueron como esperaban.
“En seis meses, fuimos de normal a bancarrota y nos eliminamos como familia”, reconoció en la revista Men’s Journal.
Estos problemas de dinero, llevaron a que su padre abandonara su esposa y cuatro hijos para regresar a Wisconsin, por lo que fue su madre quien tuvo que sacar adelante la familia.
Al poco tiempo, Mark tomó la decisión de buscar una oportunidad como actor en Los Angeles, donde se inscribió en la academia de Stella Adler, una de las estrellas del Hollywood de antaño.
Allí, también encontró un departamento pequeño que compartió con su hermano Scott y dos amigos, en una de las zonas más peligrosas de la ciudad conocida por la presencia traficantes, adictos y delincuentes.
“Íbamos al parque por la mañana y había cuerpos esparcidos en la hierba. Mujeres jóvenes, totalmente drogadas, con llagas en la cara, tocaban nuestra puerta pidiendo dinero o comida. Era muy heavy”, recordó años después.
Para pagar sus gastos tuvo diversos trabajos como mesero y su dieta se basaba en una gran cacerola de pasta y atún que compartía con sus compañeros y que les duraba alrededor de una semana. “Los mejores tiempos de los peores tiempos”, reconoció una vez.
La ira, su peor enemigo
Sin embargo, convertirse en la estrella que es hoy no fue fácil. En sus inicios asistió a más de 700 audiciones de las cuales no recibió un llamado de vuelta, lo que generó en él profundos problemas de ira.
“Deberías haberme visto en mis 20 años”, dijo a New York Daily News. “Yo era la definición del póster de un joven enojado con un complejo de persecución… Estaba luchando para sobrevivir como un joven actor, sufriendo con desaires imaginarios y reales (…) Así que no fue muy difícil volver a visitar esos lugares (para interpretar a Hulk)”, explicó.
Según el mismo reveló, como no sabía lidiar con la decepción, rompía y arrojaba lo que encontraba a su paso en su hogar hasta que lograba calmarse. “Hubo un tiempo que si ibas a mi departamento, habían fotos y posters colgando en extraños lugares para cubrir los agujeros en las paredes por los vasos que había tirado, los tazones, libros, lo que fuera”, afirmó.
Sus problemas aumentaron con el tiempo, llegando al punto de que no podía dormir porque su cerebro “no se apagaba”. Eventualmente buscó ayuda profesional y un amigo lo introdujo a la meditación, lo que cambió su vida.
“Tuve un amigo que sufrió de adicción a las drogas. Él estaba en un programa de meditación, y nos conectamos de nuevo después de un par de años… Él había sido el hombre más enojado del mundo por mucho tiempo, y ahora tenía una actitud tan calmada. Nunca había visto a un ser humano cambiar tanto”, aseguró a Rolling Stone.
Ruffalo siguió los pasos de su amigo y logró controlar su ira. “Es una práctica diaria que tranquiliza tu cerebro y, por extraño que parezca, en realidad ralentiza el tiempo, por lo que no estás tan atrapado en tus reacciones inmediatas a las cosas”, explicó. “Y todo cambió. Mi trabajo comenzó a cambiar, mi suerte comenzó a cambiar. La forma en que la que veía el mundo cambió”, añadió.
Un nuevo golpe
Después de ocho años de pequeños papeles en distintas películas y series, en el 2000 tuvo su gran oportunidad cuando consiguió un rol en You Can Count on Me, donde compartió escenas con Robert Redford.
“Fue un gran momento… Ahí estaba yo con uno de mis héroes, Robert Redford. Estaba como, ‘¿Qué mierda hago aquí? ¡Este es mi sueño más salvaje hecho realidad!’… Y luego descubrí que tenía un tumor cerebral”, confesó a Rolling Stone.
Lo curioso es que antes que los doctores confirmaran su enfermedad, Mark ya intuía que había algo mal con él. Luego de tener un sueño “premonitorio”, fue al médico y le contó lo que sentía y que estaba preocupado porque creía tener un tumor cerebral.
“Ella me dijo ‘Estás loco, pero no puedes vivir con ese miedo, así que te voy a pedir una resonancia magnética’”, recordó el intérprete en conversación con la asociación de Neuroma Acústico.
Al día siguiente se realizó el examen y luego la especialista se contactó con él. “Blanca como un fantasma” le dijo que había encontrado una masa detrás de su oído izquierdo del porte de una bola de golf que no sabían qué era.
Finalmente descubrieron que se trataba de un neuroma acústico, un tumor benigno que requeriría ser extirpado inmediatamente debido a que crecía rápidamente y se encontraba muy cerca a su rostro.
Aunque era el mejor de los peores escenarios, el actor tenía el 80% de posibilidades de perder su audición y un 20% que algunos nervios de su rostro se dañaran permanentemente.
Para ese momento Ruffalo ya estaba casado con la actriz Sunrise Coigney, y a punto de convertirse en padres por primera vez. Por ello decidió no contarle a nadie lo que estaba pasando.
“No quería arruinar eso (el nacimiento de nuestro primer hijo) para ella. Así que esperé a decirle hasta después que el bebé llegara, que fue tres semanas después de que yo me enterase y una semana después de su nacimiento”, reconoció.
Mark estaba tan seguro que iba a morir (pues le tiene pánico a la anestesia), que antes de la cirugía grabó un video para que su hijo lo viera cuando fuera mayor y entendiera qué había ocurrido.
Aunque la operación salió bien y los médicos pudieron sacaron el tumor y preservar el nervio, sí perdió la audición en ese oído y la mitad de su cara quedó completamente paralizada.
El actor estaba aterrado de perder la fuente laboral que le permitía mantener a su familia y llegó a pensar que su carrera había llegado a su fin justo cuando estaba comenzando a despegar.
“Estuve así durante aproximadamente 10 meses y la probabilidad de que alguna vez mejorara parecía bastante remota”, dijo a The Telegraph. “Las posibilidades de que los nervios se recompusieran disminuían cada mes y el mes siete fue prácticamente el punto de corte. Pero finalmente la parálisis comenzó a desaparecer. En total, desaparecí durante un año -de la industria-“, señaló.
Como no quiso contar su historia públicamente muchos comenzaron a especular. “Había todo tipo de rumores acerca de qué me había pasado. Drogas, alcoholismo, Sida. Sea lo que sea, me dañaron. Quiero decir, nadie va a contratar a un actor con la mitad de la cara paralizada”, explicó.
De hecho, por culpa de esto perdió un rol clave en la película Señales de M. Night Shyamalan, el cual quedó en manos de Joaquin Phoenix.
Ruffalo temía que la cirugía hubiera arruinado su capacidad de actuación, pero afortunadamente eso no pasó y lo mejor estaba por venir.
Sus nervios faciales finalmente se recuperaron y luchó para retomar su carrera donde había quedado. A partir de ese momento los guiones no le faltaron y consiguió papeles en cintas exitosas como El eterno resplandor de una mente sin recuerdos, Si tuviera 30, Como si fuera cierto y Todos los hombres del rey, entre otras.
Un nuevo azote de la vida
Pero mientras las cosas mejoraban en su carrera, otra tragedia marcó su vida. En diciembre de 2008, su hermano Scott, con quien vivió en Los Angeles en sus primeros años como actor, fue encontrado con un disparo en la cabeza en su departamento en Beverly Hills.
El estilista de 39 años estuvo en soporte vital por una semana antes que su familia decidiera quitarle el respirador mecánico.
La muerte del hombre fue declarada un homicidio y se arrestó a las dos personas que estuvieron con él la noche previa: Shaha Adham, la hija de un millonario empresario saudí; y el novio de ella, Brian Scofield.
Según el abogado de ambos, el hombre falleció en un juego de ‘ruleta rusa’, al que era adicto. “Mi cliente era una buena amiga de la víctima y está muy triste por la pérdida… Sin embargo, ella no jugó ningún papel en su muerte accidental”, agregó. Scofield y Adham (quien murió por sospecha de sobredosis en 2012) fueron luego liberados y el informe del forense fue revocado.
La muerte de Scott fue un golpe duró para Mark, quien incluso renunció a la película Greenberg -siendo reemplazado por Ben Stiller- para poder lidiar con la partida de su hermano.
Pero esa no es la única muerte con la que tuvo que lidiar Ruffalo. Cuando vivía con su hermano en Los Angeles, sufrió el suicidio de su mejor amigo Michael a los 23 años; y posteriormente también tuvo que enfrentar el fallecimiento del hermano del actor Sean Penn, Chris, quien murió de una aparente sobredosis y era muy cercano a Ruffalo.
En el funeral de Penn apareció un paparazzi, que desató la ira de la familia y de Mark, quien lo enfrentó y le arrebató la cámara y tarjeta de memoria con las fotos. El actor fue arrestado, pero no se levantaron cargos en su contra.
Luego de la tragedia, Ruffalo comenzó a vivir una nueva etapa que cambiaría nuevamente su destino. Cuando regresó a Hollywood, fue elegido para integrarse a una de las franquicias más importantes de la historia del cine: Avengers.
“Mis amigos tienen un termino para mí: ‘fuiste Ruffaloed’. Es cuando pareces tener mala suerte pero se transforma en algo bueno luego”, señaló al portal In New York.
Finalmente, la calma llegó a la vida de Ruffalo cuando consiguió el rol de Hulk, cuyas ganancias le han permitido seguir escogiendo sus papeles cuidadosamente, sin importarle si se trata de un cinta taquillera o una película independiente.
Además también ha podido levantar su voz ante innumerables causas humanitarias y ecológicas que lo han metido en más de un problema… que lo tienen sin cuidado porque él es Mark Ruffalo.