Cuando Lady Diana aceptó casarse con el príncipe Carlos en 1980, se convirtió de inmediato en una de las mujeres más populares del mundo. Era una joven de 19 años, que nunca había tenido novio pero que siempre había mostrado encanto, consideración y empatía con las personas, incluyendo los paparazzi.
Pero a pesar que la mayoría le tenía mucha estima, había una mujer que en un principio la miraba con desprecio, pero que terminó por detestarla: Camilla Parker Bowles, la eterna amante de Carlos.
Camilla conoció a Carlos en 1971, y él se enamoró perdidamente al instante. Ella, en tanto, lo consideraba un amigo, ya que estaba obsesionada con Andrew Parker Bowles, un playboy miembro de la Fuerza Armada, con quien finalmente se casó y tuvo dos hijos.
Incluso antes del matrimonio, Camilla sabía que Andrew era un mujeriego y que la infidelidad sería parte de su vida, por lo que decidió pagarle con la misma moneda. En 1978, Carlos y Camilla iniciaron su affaire, sin importar que en ese mismo periodo el príncipe había comenzado a salir con Lady Sarah Spencer, la hermana mayor de Diana.
Cuando Carlos comenzó a acercarse a los 30 años, las presiones para encontrar una esposa aumentaron. En 1979, tras terminar su relación con Sarah, Carlos comenzó a cortejar a Diana, con quien finalmente contraería matrimonio, previa aprobación de Camilla, por supuesto.
Parker Bowles se inmiscuyó en la relación de la pareja desde el principio aconsejando a Diana en materias que no eran de su incumbencia, o invitándola a salir para mantenerla vigilada. “Ella sabía demasiado acerca de lo que él hacia en privado, eventualmente lo entendí”, señaló Diana a su biógrafo Andrew Morton.
Durante su compromiso la presencia de Camilla fue permanente y generó más de una pelea en la pareja. Una de ella incluso llevó a que Diana estuviese a punto de suspender la boda.
Pocos días antes, la princesa encontró un millonario brazalete que Carlos había mandado hacer para Camilla, lo que fue un golpe duro para Diana.
Pero lo peor estaba por venir. Pese a que ella había pedido que la mujer no estuviera presente en su boda, mientras caminaba por el altar la vio sentada junto a su pequeño hijo y vestida de blanco.
Su presencia y elección de vestuario fue otro golpe para Diana, quien aún tenía mucho más camino por recorrer.
Incluso en la Luna de Miel, Camilla seguía presente. Primero la princesa encontró una foto de la mujer en uno de los libros de Carlos y antes de una cena se dio cuenta que su marido estaba usando unas colleras de Chanel.
Rápidamente Diana supo que habían sido un regalo de Camilla, debido a que el logo de la casa de modas son dos letras C entrelazadas, lo que se convirtió en una especie de símbolo para los amantes.
Desde ese día, Lady Di decidió evitar usar prendas o bolsos que tuviesen aquel logo.
La decisión
Cansada de tener que interpretar el rol de mujer engañada, Diana decidió hacerse escuchar y hablar con Camilla de mujer a mujer. Fue durante el cumpleaños de la hermana de Parker Bowles, en 1989, que Lady Di acorraló a la amante de su esposo.
“Nadie esperaba que apareciera, pero una voz dentro de mí decía:’Por un demonio, ve’. Así que me hice la idea de tener que hacer algo horrible”, reveló la princesa en las grabaciones exhibidas en el documental Diana: en sus propias palabras.
“Decidí que no iba a saludar a Camilla de beso nunca más, en su lugar le daría la mano. Este fue un gran paso para mí”, dijo. “Me sentía terriblemente valiente y audaz”, agregó.
Camino a la fiesta Carlos se mostró muy preocupado y no paraba de preguntarle a su esposa por qué iba. Según su relato, ella intentó parecer impasible, pero realmente estaba molesta con la actitud de él.
Al llegar al lugar Diana estrechó la mano a Camila y siguió adelante. “Había unas 40 personas allí (…) teniendo en cuenta que todos tenían la edad de mi marido, yo me sentía como un pez fuera del agua. Pero decidí intentar hacerlo lo mejor posible. Quería causar un impacto”, reconoció la princesa.
Tras la cena todos subieron a la terraza a conversar, pero dos invitados estaban perdidos. “De repente noté que no estaban Camilla ni Charles. Y eso me molestó”, añadió.
Decidida bajó hasta el salón para enfrentarlos, pero varios invitados le recomendaron no ir. “‘Oh, Diana. No vayas allí’, me decían. ‘Voy a encontrar a mi esposo, me gustaría verlo’, les dije y bajé”, recordó.
Diana no había visto a Carlos como en una hora, por lo que quería saber dónde estaba. Cuando bajó las escaleras, encontró a un trío de personas muy felices conversando: Camilla, Charles y otro hombre.
“Entonces pensé: ‘Bien, este es tu momento’ y me uní a la conversación como si todos fuéramos mejores amigos. Y el otro hombre dijo: ‘Creo que ahora debemos subir’. Entonces nos pusimos de pie y dije: ‘Camilla, me gustaría hablar contigo, si es posible’. Ella parecía realmente incómoda, y bajó la cabeza”, relato.
“Les dije a los hombres: ‘De acuerdo, muchachos, voy a tener una breve conversación con Camilla; subiremos en un minuto’. Se fueron como pollos sin cabeza, y pude sentir en el piso de arriba como el infierno se desataba. ‘¿Qué va a hacer?’, se preguntaban”, dijo con risas entremedio.
Diana completamente empoderada, aunque aterrorizada al mismo tiempo, le ofreció asiento a la mujer. “Le dije: ‘Camilla, me gustaría que sepas que sé exactamente lo que está pasando’. Ella dijo: ‘¡No sé de qué estás hablando!’ Y dije: ‘Sé lo que está pasando entre tu y Carlos, y solo quiero que lo sepas”, sentenció la princesa.
La princesa de Gales recordó que Camilla estaba sorprendida con lo que estaba pasando pero trató de defenderse. “Tienes todo lo que siempre has querido. Tienes a todos los hombres del mundo enamorándose de ti, y tienes dos hermoso niños. ¿Qué más podrías querer?”, señaló la mujer. “Quiero a mi esposo”, replicó Diana.
Tras ello, Camilla volvió al ataque con un tema más delicado: sus hijos, William y Harry. “Ella me dijo: ‘Nunca lo dejas ver a los niños cuando está en Escocia’. Yo le dije: ‘Camilla, los niños siempre están en Highgrove (la residencia de Carlos en Gloucestershire) o en Londres’. Esa es la mayor falla de Charles: nunca ve a los niños. Pero yo nunca los he alejado”, recordó Diana.
“El otro día, por ejemplo, William dijo: ‘Papá, ¿quieres jugar con nosotros?’ ‘Oh, no sé si tengo tiempo’. Siempre sucede. Entonces, él no puede quejarse de eso”, replicó Di.
En la entrevista, Diana recordó también que en la terraza todos pensaban que ambas mujeres luchaban a muerte, pero la verdad es que hubo “una calma mortal”.
“Le dije a Camilla, ‘siento estar en tu camino. Debe ser terrible para los dos, pero sé lo que está pasando. No me traten como una idiota’. Entonces subí y la gente comenzó dispersarse”, recordó.
En el auto, Carlos quiso saber qué había ocurrido con Camilla, pero Diana no se lo contó, fue tanta la presión de él, que ella terminó llorando. “Lloré como nunca antes, fue enojo, fueron siete años de cólera reprimida”, explicó.
“Lloré, lloré y lloré y no dormí esa noche. Y a la mañana siguiente, cuando me desperté, sentí un gran cambio. Hice algo, dije lo que sentía. Todavía los viejos celos y la ira se agitaban alrededor, pero no era tan mortal como antes”, reconoció.
Tres días después, le contó a Carlos su conversación. “‘Cariño, estoy seguro de que querrás saber lo que le dije a Camilla. No hay secreto puedes preguntarle. Solo dije que te amaba, no hay nada de malo en eso’. Él dijo: ‘No lo creo"”, aseguró Diana a Morton.
“Le respondí: ‘Eso es lo que le dije. No tengo nada que ocultar, soy tu esposa y la madre de tus hijos’. Eso siempre lo hace contraerse ligeramente, cuando digo ‘soy la madre de tus hijos’. Odia que yo lo sepa”, afirmó.
Sin embargo, Diana nunca supo qué versión le contó Camilla a Carlos. “Eso fue todo, de verdad. Fue un gran paso para mí. Estaba desesperada por saber lo que ella le dijo, pero ¡ni idea, por supuesto”, finalizó.
A partir de entonces, las cosas en el matrimonio fueron en caída libre y en 1992 se separaron definitivamente, desatando un enorme escándalo mediático. En ese tiempo, Carlos ya no toleraba a Diana.
El divorcio tardó cuatro años en estar listo, pues no eran pocas cosas que habían en juego. Como madre del futuro Rey de Inglaterra, Diana quería mantener el título de “Su alteza real” (“Her Royal Highness”), incluso la reina Isabel había aceptado esa condición, pero Carlos fue inflexible en este tema y se negó.
Diana estaba devastada porque eso significaba que no sólo tendría hacer una reverencia a la Reina, sino que también a Carlos e incluso a sus propios hijos.
Pero a pesar de esto, mantuvo el rol de princesa, la primera no real de la historia de Reino Unido. Además, se le permitió seguir viviendo en el Palacio de Kensington, ya que a pesar de todo, sus hijos estaban segundo y tercero a la línea al Trono británico, por lo que la familia real debía mantener una buena relación con ella.
Diana falleció el 31 de agosto de 1997 y ocho años después, la reina Isabel II concedió la autorización a Carlos para que se casara con Camilla, quien ahora es conocida como duquesa de Cornualles.