Desde unas “luquitas” para el pasaje o préstamos mayores para un negocio o saldar una deuda.
Prestar dinero es una de las peticiones más comunes entre amigos o familiares, y es que quién no se ha quedado alguna vez sin liquidez para tomar la micro, o justo surge una compra necesaria y se nos olvida traer la billetera.
Y a diferencia de los bancos (en la mayoría de las veces), el dar dinero no es con el fin de cobrar intereses, sino de ayudar a nuestros seres queridos o personas que lo necesitan.
Pero como todo en esta vida puede dar vueltas, esto se puede volver un dolor de cabeza y terminar en discusiones, peleas, relaciones rotas y cobranzas incómodas si el otro no paga.
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“Las cuentas claras conservan la amistad” dice el dicho, pero hay veces en que ni con la mejor planilla de Excel ni los pagos al día se conservan las amistades.
Lo que hay que tener en cuenta al prestar plata
Antes que todo debemos ser claro: No es malo “prestar” dinero de por sí.
El asunto está a quién se presta este dinero. En este sentido, si se hace necesario prestar, hay varios aspectos a considerar.
¿Qué tanta confianza se tienen ambos? ¿se conocen hace mucho? ¿sé sobre su comportamiento de pago? ¿he escuchado o visto si cumple a tiempo con sus compromisos financieros?
Los hechos hablan más que las palabras y por ende son de los mejores indicadores para saber si alguien será responsable para devolver la cantidad de dinero convenido.
Una cosa es entregar $30 mil a alguien que se conoce desde hace 10 años, que paga sus deudas a tiempo y con quien se tiene confianza suficiente, a que hacer lo mismo con un compañero de trabajo o un nuevo vecino, en otro rango de confianza.
Y en caso que surjan muchas dudas, siempre se puede sacar la “vieja confiable” de: “Lo siento, no puedo prestarte ya que debo cumplir con mis pagos” o “ando sin ni uno”.
Esa mentira “piadosa” podría salvar la relación y evitar futuros malos ratos.
Pero si de verdad te resulta complicado prestar dinero, o por diversas razones te cuesta decir que “no” o simplemente tu situación financiera te impide ayudar a otro, habla con la verdad a esa persona y exponle tu postura.
Una presión moral
Luis Pino, director de la carrera de Psicología de Universidad de Las Américas, abordó este tema en el que muchas veces las personas caen en la “presión moral” de no poder decirle “no” al otro.
El profesional explicó que cuando hacemos favores, por medio de prestar dinero, las personas no consideran que hacer favores establece lazos y vínculos, en el cual, la clave central es que se puede establecer relaciones de dependencia.
“Hacer un favor a otra persona, genera o mantiene un vínculo de dependencia, y si estos son amigos o familiares, estaría reforzando una relación de dependencia en la cual, independiente de los sentimientos de malestar producto de prestar dinero, el deudor depende de quién financia, y el que financia pasa a mantener una categoría superior y de control por sobre el otro”, explicó primeramente.
Sin embargo, apuntó que también podemos encontrar circunstancias en la cual prestar dinero está asociada por aspectos subjetivos, por ejemplo, emociones como la culpa, que es vivida intensamente y que luego disminuye al momento de prestar dinero.
También, ayudar a otra persona o prestar dinero “disminuye la sensación de angustia y ansiedad que produce el solicitante, y que al momento de prestar dinero esta sensación de malestar disminuye”.
Luis Pino mencionó que hay -asimismo- otras circunstancias donde las personas no pueden negarse a hacer un favor por medio de prestar dinero, “esto debido simplemente a la presión moral de ayudar a otras personas, pese a que puede existir un deseo de no ayudar a otro individuo, pero la presión moral social hace que no te puedas negar”.
En las ideas asociadas al altruismo o solidaridad pura, prestar dinero o ayudar a otras personas siempre implicaría una satisfacción personal (“estoy siendo bueno, ayudando al otro”), como la disminución de la tensión mental por culpa al actuar apropiadamente respecto de la moral de ayuda.
Satisfacer la necesidad de otro
El director de la carrera de Psicología de Universidad de Las Américas remarcó que al prestar dinero se está resolviendo o satisfaciendo una necesidad a otro individuo.
“Y mayoritariamente, cuando prestas una vez, te conviertes en un refuerzo para futuros problemas o necesidades que tenga esa persona”, dijo.
Cuando es un familiar quien nos solicita esta “paleteada” en específico, entra en juego el poder que implica el que esa otra persona sea “de la familia”.
Finalmente, sostuvo el profesional, “tenemos otras circunstancias en la cual ayudamos o suministramos dinero, por el solo hecho que nuestra red cercana lo hace, o la mayoría de las personas lo hacen, es decir, por la tendencia de hacer lo que simplemente a otras personas le gusta o esperan de ti”.