La Unidad de Fomento (UF) terminará el año 2022 superando la cifra récord de los $35.000 y multiplicará así la presión económica sobre los hogares.
Este ascenso merma aún más el poder adquisitivo, ya que la mayoría de los préstamos, sobre todo los que tienen relación con el mercado inmobiliario -arriendos e hipotecarios- están fijados en UF.
Pero no sólo en este sector, numerosos colegios, centros educativos, e incluso las instituciones de salud previsional (isapres) establecen sus cuotas en este valor.
El alza de la UF ocurre en línea con el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de noviembre, que subió 1,0%, alcanzando el 13,3% interanual mientras que en lo que va de 2022, la inflación en el país ha acumulado un salto de 12,5%.
El dato dobló las expectativas del mercado, pues los analistas advertían un aumento en torno a 0,4%. Además, se transformó en el peor noviembre -en cuanto a inflación- desde 1992, cuando los precios escalaron 1,4%.
Mayor subida en 2022 que en los últimos ocho años juntos
El valor de una unidad UF creció de forma estable hasta el inicio de 2022, ejerciendo su función de regularización y reajuste del mercado.
El 31 de diciembre de 2019, marcó un valor de $28.309; un año después, había ascendido a $29.070 y el último día de 2021 su valor era de $30.991.
Apenas diez meses más tarde, su valor ha subido más de lo que ascendió en los últimos años juntos, lo que pone en una difícil posición a miles de familias: según el Banco Central un 57 % de los hogares tiene algún tipo de deuda.
El gran problema para muchos es que mientras las deudas y los pagos en UF escalan a niveles nunca vistos, no ocurre lo mismo con los salarios, que normalmente son en moneda nacional. Además, la deuda se actualiza por inflación, pero los sueldos no.