Durante el presente mes, un estudio de Mercado Libre reveló una tendencia de alza sostenida en los precios de las viviendas por quinto semestre consecutivo. Hoy, un análisis reveló que la rentabilidad de una propiedad en Chile puede ser de un 40% o más, mientras que en otros países “lo regular y bueno” no supera el 18%.
Las bajas tasas hipotecarias y múltiples opciones de financiamiento estarían dinamizando el mercado inmobiliario, e incentivando a chilenos que quieren cumplir el sueño de la casa propia o derechamente que buscan hacer una inversión en un bien raíz.
Este jueves, Ciper -a través de una columna que incluía un análisis- reveló que ese sueño está sobreendeudando a la clase media del país y obligando a mirar cada vez más de lejos la posibilidad de una casa propia.
Lo anterior, porque inmobiliarias e inversionistas están obteniendo retornos superiores a la media: un 18% es normal en algunos países -como Estados Unidos- mientras que en Chile no baja del 40%.
La publicación aludió a la especulación financiera y a la necesidad de que el Estado regule las rentabilidades que esperan obtener los inversionistas, en este caso, al tratarse de algo esencial para toda clase social y fundamental para erradicar la pobreza.
El análisis planteó que el Estado ya no puede ver desde lejos “cómo suben los precios” y que si las rentabilidades fluctuaran en un 18%, por ejemplo, los bienes raíces “reducirían su valor entre 10% y 54%”.
Una arquitecto brasileña y exrelatora de la ONU, Raquel Rolnik, ya ha advertido de los peligros sociales que significa que el financiamiento de las viviendas “descanse en el mercado financiero”, citó Ciper.
Ella se halla entre grupos de expertos que sostienen que el acceso a una propiedad tiene ribetes sociales y que no debe depender de los intereses de la banca o de la capacidad de endeudamiento.
BioBioChile intentó obtener una opinión de la Cámara Chilena de la Construcción sobre la posibilidad de que el Estado regule las rentabilidades, sin embargo, no fue posible concretar ese contacto.
Finalmente, el análisis concluyó que la falta de regulación permite que los más ricos compren bienes raíces para arrendárselos “a los menos ricos”, en un contexto donde la vivienda no se ve como un núcleo estructural para construir un hogar o de desarrollo social, sino como “un paquete accionario”.