La jefa tecnológica de la empresa de inteligencia artificial OpenAI, Mira Murati, anunció en las últimas horas su renuncia después de seis años y medio, que incluyeron brevemente el puesto de consejera delegada interina cuando hubo una revuelta en la cúpula de la firma.
“Me voy porque quiero crear el tiempo y espacio para hacer mi propia exploración. Por ahora, mi foco principal es hacer todo en mi poder para asegurar una transición fluida, manteniendo el impulso que hemos logrado”, dijo la alta ejecutiva en su cuenta de X.
Murati señaló que OpenAI, creadora del ChatGPT, no solo está creando “modelos más inteligentes”, sino que fundamentalmente ha cambiado cómo aprenden y razonan los sistemas de inteligencia artificial (IA) al abordar problemas complejos.
Sam Altman, el máximo ejecutivo de la empresa, le respondió agradeciéndole su trabajo y apoyo personal. Dijo -citado por la Agencia EFE- que pronto anunciará sus “planes de transición” para el puesto.
Otro éxodo de los altos cargos en OpenAI
La salida de Murati es la última en una especie de éxodo de altos cargos, entre ellos los cofundadores John Schulman e Ilya Sutskever, mientras que Greg Brockman se ha tomado un año sabático, detalló la Agencia EFE.
Y profundizó: En noviembre de 2023, OpenAI afrontó una breve crisis en la que Altman fue despedido por falta de “confianza”, Murati fue elegida como reemplazo temporal y Microsoft salió a su rescate ofreciendo contratarlo a él y a los cientos de trabajadores que amenazaban con irse.
Esa crisis se saldó con la vuelta de Altman, el retorno de Murati como jefa tecnológica y un acuerdo sobre una nueva composición de la junta directiva, que incluye a Microsoft.
La empresa se ha convertido en una de las líderes de la IA desde que lanzó al público general el chatbot ChatGPT; y está respaldada con un acuerdo multimillonario para varios años por el gigante tecnológico Microsoft.
Pero ¿por qué se van, qué problema hay en la empresa?
Desde que salió la primera versión de ChatGPT el 30 de noviembre de 2022, millones de personas lo han utilizado.
“Su aparición aceleró la carrera por la inteligencia artificial, que enfrentan a gigantes como Amazon, Google, Microsoft y Meta”, indicó DW.
Considerada una revolución comparable a la llegada de internet, la inteligencia artificial generativa puede crear ideas, contenidos, imágenes y sonidos.
Pero, al parecer, no puede solucionarle los problemas corporativos a su máximo exponente.
Cuando el consejo de administración de OpenAI determinó despedir a Altman el año pasado, concluyó que “no siempre fue sincero en su comunicación con la junta, lo que obstaculizó su capacidad para ejercer sus responsabilidades”.
La junta perdió “confianza en su capacidad para liderar OpenAI”.
Pero Altman volvió a la compañía “en gloria y majestad”.
Cuando se fundó en 2015, OpenAI era una organización de investigación sin fines de lucro, pero eso fue cambiando con la revolución que encabezaron y que provocó que la empresa se convirtiera en las más valoradas del mundo tecnológico.
No obstante, eso último ha generado controversias que radican en los ideales y las ganancias: Altman siempre ha querido comercializar los modelos de IA dejando la seguridad en un plano más lejano.
Medios internacionales han publicado que él “no escucha” a quienes le advierten riesgos; y que sus empleados tendrían “prohibido” hablar de la empresa, de lo contrario, pierden sus acciones.
Altman ha negado esas acusaciones, asimismo, refutó a quienes afirmaron que los trabajadores tienen contratos con cláusulas restrictivas.
“Si en la trama por el liderazgo ejecutivo de OpenAI hubo habido un ganador, es Microsoft. Este gigante tecnológico, que ha puesto miles de millones de dólares en la ‘startup’ de inteligencia artificial, no solo integró a su equipo a los dos más altos ejecutivos de OpenAI, sino que hizo escalar al máximo histórico las acciones en la Bolsa de Nueva York”, publicó al respecto France 24.
En términos generales, conforme a Los Angeles Times, los problemas en OpenAI tendrían que ver con la seguridad de lo que han ido creando, por su “responsabilidad para con la humanidad”. Eso, según los críticos, Altman no lo tendría tan claro.