Desde hace tiempo existe una disputa entre el empresario chileno Isidoro Quiroga y la empresa china Joyvio, a través de su filial Food Investment.
Lo acusan de “estafa” con un perjuicio patrimonial de al menos US$921 millones.
Cabe recordar que Joyvio le compró la salmonera Australis a Quiroga en 2019. Los inversionistas del gigante asiático acusan que tanto él como su familia y ejecutivos habrían ocultado una política de sobreproducción que superó las 100 mil toneladas.
Las acciones judiciales en torno a este caso han seguido avanzando y la compañía china, en una acción legal presentada ante la Corte Superior de Delaware en Estados Unidos, dijo que el exdueño de Australis trató de ocultar los activos comprados con las ganancias.
Conforme a Bloomberg, los asiáticos afirmaron que Quiroga habría cometido así “uno de los mayores fraudes en la historia de Chile”.
“Transfirió activos a los rincones más lejanos del mundo”, dijeron en la acción judicial presentada en EEUU, que se suma a otras ya levantadas en Reino Unido y Florida.
Específicamente, sostuvieron que el empresario chileno aumentó el valor de Australis mediante la sobrepesca de salmón, trasgrediendo lo que estipulan los estatutos.
“Maquinaciones extorsivas”
El family office de Quiroga desestimó todas las acusaciones. Afirmó que no hay evidencia de que haya ocultado información.
En el marco de esta misma disputa, el empresario chileno ha afirmado que en su contra existen “maquinaciones extorsivas que no han dado resultados”.
Comentó, asimismo, que los asiáticos buscan hacer creer a la opinión pública que fueron víctima de una estafa, “cuando los antecedentes del caso demuestran todo lo contrario”.
“Lamento que Joyvio y sus asesores hayan elegido el camino de la calumnia y la difamación para tratar de resolver sus problemas financieros y de manejo del negocio”, expresó Quiroga en un comunicado en marzo pasado.
Añadió que Joyvio se “sobreendeudó escandalosamente” para comprar Australis, sobre la base “de unas expectativas de retorno que para cualquier compañía eran imposibles de cumplir”.
“Y después fallaron cuando había que adaptarse a las nuevas condiciones regulatorias”, puntualizó Quiroga.