Una nueva venta de bodega por parte de la empresa PC Factory tiene emocionados a más de 60 personas quienes están esperando a las afueras del Teatro Caupolicán, donde se realizará el evento, acampando. En fila. Entre rejas.
Se trata de una situación que se ha repetido y ha ido aumentando durante los últimos años, y que tiene casi los mismos protagonistas que antes: fanáticos de los videojuegos, de la tecnología, gamers y “vendedores de puestos”. En serio.
Primero o nada
Este año, todo comenzó el martes pasado cuando llegó Israel Rodríguez (35), el primer aficionado, a colocarse en la fila. Todo por una “tincada”, ya que en realidad no sabía en qué fecha se realizaría la venta de bodega de PC Factory, consigna LUN.
La empresa avisó, recién este domingo, que el día sería este martes 6 de noviembre, por lo que Rodríguez podría haber dormido una semana para obtener absolutamente nada. Pero no. En términos chilenos, “le achuntó”.
“Tuve un presentimiento, porque siempre lo hacen en esta fecha. El sábado la tienda subió el catálogo con los productos en descuento. Ahí supimos que todo era una realidad”, detalló Rodríguez al mencionado medio.
Pero pese a todo lo que puede parecer, esta fila tiene organización y va mucho más allá de sólo llegar un día y esperar en condiciones extremas la jornada de ventas.
Rodríguez es quien, por ser el primero, funciona como líder de todo el grupo (casi 60 personas en fila) y, a través de un grupo en Whatsapp, gestiona con otros de la fila para cuidar puestos, realizar turnos de baño, de casa, entre otros.
“En ese grupo nos conocemos entre varios porque hemos estado en ventas anteriores. Hasta hicimos un asado. También nos turnamos para ir a la casa y ducharnos. Esto no es un campamento. Tenemos organización”, agregó.
En pareja
Otro caso emblemático mencionado por el periódico es el matrimonio que espera en el puesto número 3 y 5: Mauricio Leiva (53) y María Beatriz (48) respectivamente.
El primero lleva a cabo el trabajo “duro”: esperar, dormir en la calle y cuidar el puesto de su señora. En tanto, su esposa aprovecha las noches para volver a casa, preparar comidas y aportar con ellas al grupo.
“Llegamos el martes. Me encargo de preparar la comida. En la noche voy a la casa, duermo un poco y vuelvo con sándwiches y café para todos. Siempre vengo a la venta de bodega con mi marido, pero este año es especial. Mi hija se gradúa de diseñadora gráfica y pretendo comprarle una cámara réflex o una tableta para dibujar“, comenta Beatriz.
¿Venta de puestos?
En principio, uno podría pensar que el negocio de esta espera se fundamenta en la posibilidad de comprar productos a un precio muy disminuido por los descuentos y, quizás, en la opción de reventa elevada.
Pero no. Hay otra oferta que parece ser más lucrativa: la venta de puestos en la fila de espera.
Para tener una idea, los primeros puestos fueron vendidos en cifras cercanas a los $400 mil el año pasado, mientras que un “turno” cercano al 10 u 11 en la fila llegó a los $230 mil.
En tanto, otra forma de generar mayor ganancias con esta larga espera es el encargo de productos.
Algunos, por ejemplo, en regiones fuera de la Metropolitana, se ofrecen dentro de sus círculos cercanos para viajar y comprar a bajos precios, cobrando una comisión de por medio, y entregando a la vuelta.
Revisa imágenes de lo que está ocurriendo a las afueras del Teatro Caupolicán a continuación: