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La crisis de Volkswagen alcanzó un punto crítico con la cancelación del programa de seguridad en el empleo para el 2029, marcando el fin de una política vigente por 30 años y dejando en duda el cierre de plantas en Alemania por parte de la automotriz líder en el país. La empresa implementó un programa de austeridad para reducir costos, pero se estima que se necesitarán 4.000 millones de euros adicionales. Aunque no se ha confirmado cuántos puestos de trabajo se perderán ni qué plantas cerrarán, se baraja el cierre de al menos una planta de vehículos y una fábrica de componentes. Expertos opinan que el cierre de plantas es inevitable y algunos piden que el Estado no intervenga, mientras que otros indican que Alemania se está desindustrializando y perdiendo puestos de trabajo industriales.

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La crisis de Volkswagen alcanzó un punto de inflexión con el anuncio de la cancelación del programa de seguridad en el empleo para el 2029, poniendo fin a una política vigente durante 30 años; y en la que se consideraba impensable el cierre de plantas en Alemania por parte de la automotriz líder en el país.

En 2023 se había puesto en marcha un programa de austeridad que debía reducir los costos en diez mil millones de euros hasta 2026. Sin embargo, según una investigación del periódico alemán Handelsblatt, será necesario ahorrar otros 4.000 millones de euros.

El director general de VW, Thomas Schäfer, explicó el lunes, en una carta a la plantilla, que la situación era “extremadamente tensa” y que ya no se podía paliar con “simples medidas de recorte de gastos”.

¿Qué fábricas se verán afectadas?

Volkswagen aún no ha facilitado cifras concretas sobre cuántos de los aproximadamente 120.000 puestos de trabajo en Alemania podrían perderse. Tampoco hay información sobre las posibles sedes que podrían cerrarse.

Sin embargo, según el comité de la empresa, se estaría barajando cerrar al menos una planta de vehículos y una fábrica de componentes.

La planta de la ciudad de Emden, en Baja Sajonia, es una de las posibles candidatas. En entrevista con DW, el alcalde de la ciudad portuaria, Tim Kruithoff, subraya la importancia de la empresa como empleador: “Volkswagen y el astillero Meyer son dos de los mayores empleadores de la región”.

Por su parte, Thorsten Gröger, del sindicato IG Metall, habla de un “plan irresponsable”.

“Este camino no solo es corto de miras, sino muy peligroso: se corre el riesgo de destruir el corazón de Volkswagen”, dijo, según la agencia de noticias Reuters.

“Lucharemos con todas nuestras fuerzas, si es necesario, en un duro conflicto, para preservar todos los centros y los puestos de trabajo de nuestros compañeros”, agregó.

Sin intervención del Estado

No obstante, muchos expertos, como la directora del Centro de Investigación Automotriz (CAR, por sus siglas en inglés) en Duisburgo, Helena Wisbert, creen que el cierre de plantas de VW en Alemania es inevitable.

En declaraciones al medio Der Spiegel, explicó que, hasta ahora, la baja utilización de la capacidad en las plantas se había compensado con ahorros en los proveedores, algo que ya no era suficiente.

Para el presidente del Instituto para la Economía Mundial de Kiel (IfW), Moritz Schularick, las medidas de reducción de costes anunciadas representan un cambio en la industria automovilística alemana: “No debemos interponernos en el camino del cambio estructural. Las industrias emergentes buscan desesperadamente mano de obra”, dijo a la revista económica Wirtschaftswoche.

Tampoco la economista Veronika Grimm descarta el cierre de fábricas, pero pide que el Estado no intervenga, según declaró al diario Rheinische Post.

Al respecto, el experto en automóviles Ferdinand Dudenhöffer sostuvo que VW es “más una empresa estatal que una empresa de economía de mercado”.

El estado federado de Baja Sajonia no solo posee el 20% de la empresa y también forma parte del consejo de supervisión del fabricante de automóviles, sino que la llamada ley VW también otorga al estado una minoría de bloqueo en cuestiones importantes.

“Alemania se desindustrializa”

En opinión del alcalde de Emden, Tim Kruithoff, “la retirada a corto plazo de las subvenciones a la electromovilidad es una decisión absolutamente equivocada”.

En general, cree que la responsabilidad de la difícil situación actual no solo recae en VW, sino también en los políticos.

“Alemania se está desindustrializando y está perdiendo puestos de trabajo industriales. Nuestro país no es competitivo actualmente para el establecimiento de tecnologías de futuro, como la producción de células de baterías. Y ni siquiera hemos hablado de cuestiones cotidianas como la infraestructura de recarga”, acusó.