El crecimiento del turismo, especialmente tras la pandemia, está llevando a los principales destinos turísticos mundiales a articular medidas de contención, en un intento de conjugar la vida de los locales con el desarrollo de una actividad que reporta ingentes ingresos.
Además de las limitaciones a los arriendos turísticos, las autoridades se afanan en dar con medidas que ordenen el turismo, como tasas turísticas, cupos de entrada, o incluso poner trabas a los ‘influencers’.
Por el momento, y en general, en América Latina el fenómeno es el contrario, ya que lo que se busca es ampliar los flujos de turistas, si bien ya han aparecido movimientos de protesta y algunas restricciones.
Suiza, abrumada por su impacto en redes y series
Venecia (Italia), que recibe 30 millones de visitantes al año, fue la primera ciudad del mundo en cobrar una entrada para quienes la visitan pero no pernoctan, aunque los lugareños lo consideran insuficiente.
La más activa es Ámsterdam, que lleva años tomando medidas para limitar el turismo. Hay que pagar una tasa de casi 17 euros por persona y noche, y su última medida es un freno en las licencias para la construcción de nuevos hoteles y la reducción de los cruceros fluviales, además de desalentar el turismo de sexo y drogas.
En Suiza, la quejas se focalizan en la atracción provocada por los ‘influencers’ en redes sociales. Es el caso de Iseltwald, que comenzó a recibir de forma inesperada miles de turistas asiáticos después de que se rodara una serie de televisión surcoreana, lo que llevó a las autoridades a cerrar al público el embarcadero local donde se filmó una escena.
En Grecia, en septiembre de 2023 se impuso un límite de 20.000 visitas diarias a la Acrópolis de Atenas y ha habido campañas y protestas ciudadanas contra la ocupación ilegal de playas públicas, especialmente en islas como Paros, Naxos o Creta, que se multan con hasta 60.000 euros.
Islandia, un destino cada vez más popular, decidió en abril limitar el número de visitantes que pueden desembarcar a diario en uno de sus puertos a 5.000 por día. Una medida que ya se empezó a aplicar en Dubrovnik (Croacia) en 2019, lo que redujo en un 78% esas visitas, hasta los 4.500 al día.
En Polonia, se cerró el acceso a enclaves naturales, pero la presión de empresarios y propietarios de negocios turísticos, que prefieren pagar multas a perder clientes, mantiene abierto el conflicto.
Fomento del turismo en América Latina
En Chile, se busca impulsar el turismo al máximo, en particular en el segmento del lujo, pero en destinos como San Pedro de Atacama y la Patagonia hay tensiones por la presión sobre los recursos naturales y la infraestructura local.
En Perú no hay restricciones, más bien al contrario: en contra de los criterios de la Unesco se ha aumentado el número de entradas diarias al Machu Picchu.
Costa Rica promueve el destino en ferias internacionales, pero se han impuesto restricciones a los visitantes diarios en el Parque Nacional Manuel Antonio y el Volcán Poás, pero por falta de infraestructura adecuada y motivos de seguridad por las erupciones volcánicas.
En Colombia, ha habido protestas en Medellín, donde son constantes las denuncias sobre turismo sexual de extranjeros, incluso con menores. En Puerto Rico han surgido quejas de parte de los ciudadanos por el aumento de los alquileres vacacionales, pero aún no está regulado.
Las Islas Galápagos es la única zona de Ecuador que ha tomado medidas para restringir las visitas: subió la tasa de entrada para turistas nacionales y extranjeros, con lo que busca un perfil de turista más exclusivo y evitar la masificación sin recortar ingresos.
Acoso a las geishas en Japón
En África, lejos de la turismofobia, los países del continente están impulsando estrategias para fomentar el turismo internacional, aunque hay excepciones, como Kenia, en la reserva del Masái Mara, que el año pasado adoptó un nuevo plan que incluye nuevas regulaciones y requisitos de licencia para campamentos y guías.
Asociaciones de vecinos del ‘barrio de las geishas’, en Kioto (Japón), han prohibido la entrada de visitantes a varias calles por el acoso al que someten a estas profesionales.
Por último, la creciente popularidad del Everest ha llevado a Nepal a anunciar un aumento de la tasa para subir a la cima hasta 13.750 euros (15.000 dólares), que podría entrar en vigor en 2025. Para visitar Bután, además de la visa de 37 euros (40 dólares), hay que abonar una ‘tarifa de desarrollo sostenible’ de cien dólares diarios.