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El turismo "de masas", la actividad económica que los europeos ya no soportan

Por Verónica Reyes
Con información de Deutsche Welle.

11 julio 2024 | 07:56

En varias ciudades europeas especialmente populares entre los turistas, los residentes protestan. En Venecia, algunos incluso han ocupado departamentos en los últimos años.

Aseguran que su ciudad está plagada de turistas y que ya no tienen dónde alojarse.

Casi 49.000 personas siguen viviendo permanentemente en el centro histórico. Según diversas estimaciones, Venecia recibe a más de 20 millones de visitantes al año.

Europa es el continente con más turistas internacionales y Venecia no es la única ciudad que sufre por la afluencia masiva de visitantes. También en Barcelona, Lisboa, Praga y Ámsterdam, el turismo de masas provoca cada vez más tensiones entre los viajeros y la población local.

Las razones son similares en todas partes: el aumento de los alquileres, los precios astronómicos de los inmuebles y la cuestión de quién puede consumir cuántos recursos.

El turismo como fuente de ingresos

El turismo es la principal fuente de ingresos de muchas de estas ciudades y regiones.

En la Unión Europea, el turismo representa alrededor del 10% de la producción económica. Según cálculos de la UE, el sector emplea a unos 12,3 millones de personas.

“Son cifras abstractas”, afirma Sebastian Zenker, de la Escuela de Negocios de Copenhague (Copenhagen Business School).

Esos ingresos no sirven de nada a los residentes locales, dice Zenker, si al mismo tiempo aumentan los alquileres, comprar una vivienda propia se vuelve inasequible para los residentes, o los restaurantes cobran precios que solo los turistas pueden pagar.

Según el investigador experto en turismo, los residentes deben volver a sentir que hay un equilibrio.

Aunque mucha gente gana dinero con el turismo, “solo pocos ganan bien o pueden vivir de él”, dice Zenker.

Cuestión de distribución

¿A dónde va a parar el dinero que gastan los viajeros en los países mediterráneos?

Muchos ingresos son generados por la industria de la aviación, las grandes cadenas hoteleras, las empresas internacionales y el sector de los cruceros, afirma, por su parte, Paul Peeters, que investiga el turismo y el transporte sostenibles en la Universidad de Breda, en Países Bajos.

Para calcular los flujos de dinero, el factor decisivo es quién viaja y cómo.

Los turistas de cruceros duermen y comen a bordo. Los turistas que compran viajes organizados, reservando vuelos, hoteles y comidas a través de grandes proveedores, también gastan poco dinero en los lugares que visitan.

Pero, al mismo tiempo, sí contaminan el aire y gastan el agua. Esto acentúa la desigualdad y aviva aún más las tensiones entre lugareños y turistas.

“Todos los actores son conscientes de que quieren turistas. La cuestión es cómo y qué tipo de turismo quieren”, afirma el investigador turístico Zenker.

Desmercantilización, prohibiciones

Existen algunas iniciativas políticas. En Ámsterdam, por ejemplo, ya no se permite construir nuevos hoteles.

La ciudad también ha intentado controlar el turismo de fiesta y de drogas con medidas de desincentivo (desmarketing).

La “desmercantilización” consiste en estrategias publicitarias que pretenden reducir la demanda de un producto -en este caso, la ciudad de Ámsterdam- entre determinados grupos objetivo.

En Lisboa y Palma de Mallorca, medidas iniciales incluyen la no concesión de nuevas licencias para alquileres a través de plataformas online como Airbnb.

Barcelona está tomando medidas aún más drásticas: la ciudad catalana ha anunciado que dejará caducar en 2028 las licencias de alquiler turístico de unos 10.000 departamentos turísticos. El objetivo es aliviar la presión sobre el mercado inmobiliario.

Los alquileres en la ciudad han subido más de un 60% en los últimos diez años.

Además, aumentan las restricciones o las tasas para los cruceros.

En Venecia, por ejemplo, los grandes buques ya no pueden atracar en el centro de la ciudad desde 2021; y Ámsterdam tiene previsto hacer lo mismo a partir de 2026.

¿Turistas buenos y malos?

Al igual que Ámsterdam, Mallorca también quiere dejar atrás su imagen de ciudad para la fiesta. El objetivo es atraer menos turistas en general, pero sí visitantes que gasten más dinero.

¿Es el llamado turismo de alta calidad la solución? No, dice Macià Blázquez-Salom. El español es residente en Palma de Mallorca, profesor de geografía y activista.

Centrarse en el turismo de lujo solo agravaría la desigualdad, opina.

Una solución podría ser mantener el número de turistas en un nivel que las ciudades y municipios puedan seguir tolerando, dice Paul Peeters, y agrega que los factores ecológicos y sociales deberían desempeñar un papel central.