El CEO de Renault afirmó que fabricar en Europa un auto medio (del llamado segmento C) cuesta entre 6.000 y 7.000 euros más que en China, un 25% de su precio total. Planteó que el Viejo Continente debería reajustar ciertas exigencias.
El consejero delegado de Renault, Luca de Meo, ha pedido a los responsables europeos medidas de protección para el sector automovilístico, que sufre un proceso de debilitamiento “preocupante” sobre todo frente a los autos eléctricos chinos, que son más avanzados y más competitivos.
En una carta enviada a cientos de responsables de la Unión Europea (UE) hecha pública este martes, De Meo se queja de que hay “una competencia desequilibrada” entre una Europa que “reglamenta masivamente” mientras los chinos dan muchas más ayudas y planifican y los estadounidenses han puesto en marcha un plan de estímulo.
En una entrevista a Le Monde sobre ese mismo tema, el que también es presidente de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA) puntualiza que tampoco está a favor del cierre del mercado de la UE a China, porque sería contraproducente dado el grado de dependencia respecto al gigante asiático.
“Lo que propongo -explica- son más bien nuevas reglas. El mercado no es una foto fija, es un vídeo, una película. Cambia. Tal vez necesitamos un enfoque defensivo durante un cierto tiempo”.
Diferencias de costos
La Comisión Europea ha abierto una investigación sobre las ayudas públicas en China al sector automovilístico, lo que podría conducir a que Bruselas imponga aranceles a las importaciones, una cuestión que De Meo prefiere eludir con el argumento de que aunque colaboran en ese procedimiento las decisiones “no dependen de nosotros”.
Su diagnóstico, en cualquier caso, es que fabricar en Europa un auto medio del llamado segmento C cuesta entre 6.000 y 7.000 euros más en Europa que en China, un 25% de su precio total.
Eso gracias a las subvenciones (entre 110.000 y 160.000 millones de euros en 2022) y a la masificación de la producción, ya que con el avance tecnológico que han conseguido y con el enorme mercado interior, los fabricantes chinos representan alrededor del 60% de las ventas mundiales de vehículos eléctricos y su cuota de mercado en Europa era del 4% en 2022.
Para el CEO de Renault, la solución no es cerrarse a China porque sería cerrarse a su tecnología, que es más avanzada en ese campo, pero también al aprovisionamiento de elementos fundamentales para fabricar las baterías, como las minas, la química y el refinado de los minerales.
Su apuesta es hacer como los chinos hicieron cuando llegaron los fabricantes europeos a su mercado, a mediados de los años 1980: imponer empresas en común con empresas europeas que tendrían el 50% de la participación y la obligación de aprovisionamiento local.
Una Europa muy exigente
De Meo se muestra muy crítico con lo que llama “el amontonamiento de normas y de reglas” medioambientales que van a tener que afrontar de aquí a 2030 los fabricantes europeos, una situación que es “muy penalizante” para ellos.
Como los otros bloques mundiales no son tan estrictos, para evitar la pérdida de competitividad Europa tendría que “proteger su mercado”, pero manteniéndose abierta a las innovaciones conseguidas por los chinos.
En paralelo, pide que la UE cree las condiciones necesarias para constituir “un verdadero ecosistema de la movilidad descarbonizada”, para lo cual hace una serie de propuestas concretas como definir una estrategia industrial en el que el sector del automóvil sea uno de sus pilares, reconstruir las capacidades de aprovisionamiento en materias primas, todo ello sin cuestionar el llamado ‘Green deal’, el programa de transición energética.
El consejero delegado de Renault enumera diez proyectos para que Europa recupere el retraso, como promover cooperaciones entre fabricantes para desarrollar y comercializar pequeños autos y furgones de bajo precio ensamblados en el Viejo Continente.
También acelerar la renovación del parque automovilístico, con incentivos a la compra de vehículos eléctricos, desarrollar infraestructuras de recarga, unificar el reciclaje de las baterías e impulsar la tecnología del hidrógeno, asociado a fuentes de producción verdes.