Milei ha reconocido que llevará tiempo realizar los ajustes que Argentina necesita en materia económica, todo en medio de un delicado escenario donde ya casi la mitad de la población es pobre.
El economista Javier Milei, quien asumirá la presidencia de Argentina el 10 de diciembre, asegura que su primera misión será la de aplicar un plan de “shock” para intentar estabilizar la economía argentina, que arrastra profundos desequilibrios que la ponen al borde de una crisis explosiva.
“Cuando hablo de plan de shock hablo de poner en caja las cuentas públicas, hablo de lo que tiene que ver con la solución de las Letras de Liquidez (Leliq), arreglar el balance del Banco Central y, una vez que eso lo tengamos encaminado, empezar a abrir el cepo e ir hacia una unificación cambiaria”, dijo Milei tras su victoria electoral del pasado 19 de noviembre.
Un plan de desafiante ejecución y resultado incierto cuyas claves son las siguientes:
1. Equilibrar las cuentas públicas
Milei formuló como objetivo fiscal lograr en 2024 el equilibrio financiero (resultado fiscal primario y pago de intereses de la deuda), lo que supone como mínimo lograr un superávit primario equivalente al 2% del PBI.
Para ello, debería aplicar un ajuste fiscal de al menos un 5% del PBI, una meta ambiciosa que implicaría medidas drásticas y no exentas de impopularidad y costes políticos.
El foco estaría puesto en reducir los gastos en obras públicas de infraestructura y en personal de la Administración pública, bajar los subsidios, especialmente a la energía y el transporte, y recortar las transferencias corrientes a las provincias. También se cortaría la asistencia a la treintena de empresas públicas, que en una segunda fase serían privatizadas.
Por el lado de los ingresos, Milei ha prometido bajar y eliminar muchos tributos, aunque no está claro si avanzará en tal sentido en el corto plazo, teniendo en cuenta que, en un escenario de caída de la actividad económica, la recaudación se contraerá.
2. Desactivar la ‘bomba’ del Banco Central
Una de las prioridades de Milei es “desinflar” los pasivos del Banco Central, algo que, según el economista, urge para no ingresar en una hiperinflación.
La deuda no remunerada del Banco Central asciende a unos 25.000 millones de dólares, una ‘bomba’ hecha instrumentos financieros (Letras de Liquidez -Leliq- y Pases Pasivos) colocados entre bancos comerciales.
En el mercado se especula con una salida que rescate estos instrumentos a cambio de títulos de deuda del Tesoro o de dinero en efectivo obtenido por un préstamo internacional -por ejemplo, más auxilio financiero por parte del Fondo Monetario Internacional-, o una combinación de esas alternativas.
3. Frenar la emisión monetaria
El Banco Central dejará de emitir dinero para asistir al Tesoro en sus necesidades de financiación, una práctica a la que Milei achaca el fenómeno de la elevada inflación en Argentina.
4. Tomar el ‘toro’ cambiario por las astas
El plan de dolarizar la economía y cerrar el Banco Central prometido por Milei en campaña parece haber perdido fuerza o, al menos, no será ejecutado de inmediato.
El mercado espera que, apenas iniciado, el nuevo Gobierno devalúe el tipo de cambio oficial entre un 75 y un 100%.
Luego vendrían otros pasos hacia la progresiva unificación cambiaria -hoy coexisten una veintena de tipos de cambio alternativos- y, finalmente, el levantamiento del denominado ‘cepo’ cambiario, el enjambre de restricciones para acceder a divisas que impera en Argentina.
Pero el avance hacia esos objetivos dependerá en gran medida del nivel de reservas netas que logre acumular el Banco Central, hoy negativas en unos 10.500 millones de dólares.
5. Sincerar los precios
Milei se propone terminar con la “represión” de los precios de la economía que mantiene fijos o retraídos ciertos valores de bienes y servicios regulados.
Esta corrección, junto con las medidas cambiarias que piensa adoptar, tendrá un efecto inflacionario, con un índice de precios ya muy elevado, cercano al 160% interanual en noviembre.
El propio Milei ha reconocido que la “estanflación” se profundizará y que llevará tiempo salir de ella, un delicado escenario donde ya casi la mitad de la población es pobre.