Esta semana en Londres el ministro de Hacienda, Mario Marcel, encabezó una nueva versión del Chile Day, donde se buscó atraer capitales extranjeros y “promover el mercado financiero chileno como destino de inversión en el contexto global”.
En ese contexto, mencionó las oportunidades que presenta nuestro país en materia de hidrógeno verde.
“El hidrógeno verde es una industria emergente en desarrollo. (…) Es una industria que por sí sola reducirá las emisiones no solo en Chile, sino en otras partes del mundo”, resaltó Marcel en Londres.
Y en paralelo, un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) destacó que la producción de hidrógeno con fuentes renovables o bajo en carbono (con energía nuclear) tendría que multiplicarse por más de 100 entre 2022 y 2030 para estar en línea con los objetivos internacionales de limitación del calentamiento global.
La producción de hidrógeno renovable y bajo en carbono representó 0,7 millones de toneladas el pasado año, cuando en 2030 debería suponer entre 70 y 125 millones de toneladas, según la AIE, citada en un reporte de la Agencia EFE.
Además, la intensidad en términos de emisiones de la producción de hidrógeno (los kilos de dióxido de carbono por tonelada de H2) tendría que disminuir en cerca del 50% para comienzos de la próxima década.
Eso habría de traducirse en un recorte global del 10% de las emisiones de CO2 con una clara preponderancia del hidrógeno renovable o bajo en carbono, cuando en la actualidad más del 90% de la producción se hace a partir de combustibles fósiles, puntualizó el reporte de EFE.
Los autores del estudio, que reconocen que en el último año ha habido “algunos progresos” en la convergencia de estándares y en la certificación sobre las emisiones y la seguridad, así como en la asistencia técnica para los países en desarrollo”, insisten en que hay varios puntos pendientes para el impulso a gran escala del hidrógeno.
En particular en que hay que reforzar las señales colectivas para la demanda de hidrógeno renovable y bajo en carbono, tanto de los compradores públicos como privados, y eso significa pasar de los compromisos a los contratos y las políticas.
Apuestas por Chile
El 14 de junio el presidente Gabriel Boric y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaron la concesión de un fondo europeo de casi 225 millones de euros (US$243 millones) al país para promover el desarrollo de la industria del hidrógeno verde y, a la vez, satisfacer la demanda europea de importación de esta energía renovable.
Y el Banco Mundial también puso sus apuestas en Chile: en junio comunicó que impulsará con un préstamo de 150 millones de dólares la industria del hidrógeno verde, calificando al país como “líder” en la generación de energía limpia. El organismo ve como “un modelo a seguir” para otras economías latinoamericanas en desarrollo.
“Chile realmente es el país pionero en la región”, dijo en una entrevista la encargada de la participación en el sector energético para Latinoamérica y el Caribe del Banco Mundial, Stephanie Gil.
“Chile tiene cualidades excepcionales para el desarrollo de una industria de hidrógeno verde competitiva”, comentó, por su parte, el vicepresidente para Latinoamérica y el Caribe del Banco Mundial, Carlos Felipe Jaramillo.
El responsable añadió que “el país tiene el potencial de convertirse en un actor global importante en esta industria y el modelo de este proyecto puede replicarse o adaptarse en otros países”.