El 14 de junio el presidente Gabriel Boric y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaron la concesión de un fondo europeo de casi 225 millones de euros (US$243 millones) al país para promover el desarrollo de la industria del hidrógeno verde y, a la vez, satisfacer la demanda europea de importación de esta energía renovable.
Y el Banco Mundial también puso sus apuestas en Chile: impulsará con un préstamo de 150 millones de dólares la industria del hidrógeno verde, calificando al país como “líder” en la generación de energía limpia. El organismo ve como “un modelo a seguir” para otras economías latinoamericanas en desarrollo.
“Chile realmente es el país pionero en la región”, dijo en una entrevista la encargada de la participación en el sector energético para Latinoamérica y el Caribe del Banco Mundial, Stephanie Gil.
Y es que, desde 2020, las autoridades chilenas han impulsado una serie de regulaciones y políticas para asegurar la certificación de origen de los productos, un paso necesario para acceder a los mercados europeos y que puede servir de modelo a otras economías.
“Chile tiene cualidades excepcionales para el desarrollo de una industria de hidrógeno verde competitiva”, dijo, por su parte, el vicepresidente para Latinoamérica y el Caribe del Banco Mundial, Carlos Felipe Jaramillo, en un comunicado.
El responsable añadió que “el país tiene el potencial de convertirse en un actor global importante en esta industria y el modelo de este proyecto puede replicarse o adaptarse en otros países”.
Hidrógeno de fuentes renovables
El préstamo, que será implementado por la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), busca mitigar el riesgo de inversión en proyectos de hidrógeno verde, una forma de generar energía a partir de fuentes renovables que podría jugar un papel clave en la transición energética.
Para hacerlo, el organismo incentivará las inversiones tempranas en la producción de hidrógeno verde e impulsará su transición a una escala comercial.
Este paso es clave, ya que en la actualidad la gran mayoría de proyectos para generar energía a través del hidrógeno limpio se encuentran en fase precomercial.
“Es una industria realmente muy incipiente”, explicó Gil, que da dos claves que se necesitan aún para que la tecnología pueda despegar: definir las “reglas del juego” en cuanto a regulación y certificaciones internacionales, y diseñar nuevos mecanismos de financiación.
En este último punto, la experta destacó que tanto Estados Unidos como la Unión Europea han anunciado en los últimos años una serie de incentivos fiscales y subsidios milmillonarios para impulsar la transición energética que la mayoría de países en desarrollo no pueden igualar.
Por eso, el banco de desarrollo propone mecanismos más “inteligentes” para aprovechar un apoyo muy limitado del sector público, que pasan por aprovechar la estructura del fondo para canalizar financiación de otros organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco Europeo de Inversiones, además del sector privado.
“Lo que empezó siendo hace un par de años una idea de unos 150 millones de financiación del Banco Mundial para un fondo de hidrógeno verde ahora se está convirtiendo en unos mil millones de dólares de financiación multilateral”, detalló Gil.
Chile, un modelo energético
El ministro de Hacienda, Mario Marcel, ha remarcado que Chile “tiene una ventaja competitiva” en las industrias del futuro, como el hidrógeno verde.
De hecho, el organismo de desarrollo está aprovechando la experiencia de Chile para ayudar a otros gobiernos a impulsar su propia industria energética, incluso fuera del continente; tanto Marruecos como la India, apuntan, tienen un gran interés y mucho potencial para ser líderes en el sector.
Esto no es con la idea de que los países compitan entre sí, matizó Gil, ya que “el mercado de hidrógeno verde va a ser muy amplio” por las grandes necesidades energéticas que supondrá alcanzar la neutralidad de carbono.
Latinoamérica, además, parte con ventaja, gracias a la descarbonización de grandes partes de su territorio, como el norte de Brasil o Uruguay, y por su experiencia exportando materias primas como petróleo o minerales.
La prioridad del Banco Mundial, por otro lado, es que estas inversiones generen riqueza local, por lo que han impulsado la creación de la Asociación Hidrógeno para el Desarrollo (H4D), una iniciativa que permite el intercambio de conocimiento entre países productores de hidrógeno limpio.
El organismo cree que la energía será clave para acelerar la transición energética, a pesar de que en la actualidad apenas representa el 1% de toda la generación de hidrógeno, gracias a que puede almacenarse durante largos períodos y permitir la integración de más energías renovables en la red.
Pero no solo eso: en una región como Latinoamérica, ya bastante descarbonizada, su impulso puede ayudar a generar nuevas industrias, algo especialmente importante ya que el territorio se ha visto lastrado en la última década por un crecimiento débil.
Según estimaciones de las autoridades chilenas, para 2050 el hidrógeno verde generará inversiones en el país por valor de 330.000 millones de dólares; y exportaciones valoradas en 30.000 millones al año.