La desaceleración económica está impulsando el aumento de los empleos precarios y mal remunerados, según afirma la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su último informe sobre empleo y asuntos sociales en el mundo.
Además, los precios suben más deprisa que los ingresos, lo que podría empujar a más trabajadores a la pobreza, según la Organización Internacional del Trabajo. Esta tendencia se suma a los fuertes descensos de los ingresos registrados durante la crisis de Covid-19.
La organización también advierte del deterioro del mercado laboral. Se espera que el crecimiento del empleo se ralentice significativamente este año, aumentando un 1%, menos de la mitad que en 2022.
Las nuevas tensiones geopolíticas, el conflicto en Ucrania, la desigual recuperación de la pandemia y los persistentes cuellos de botella en las cadenas de suministro mundiales “han creado las condiciones para un episodio de estanflación, combinando inflación elevada y bajo crecimiento por primera vez desde los años setenta”, señala el informe.
“La ralentización prevista del crecimiento económico y el empleo en 2023 implica que la mayoría de los países no se recuperará totalmente hasta alcanzar los niveles anteriores a la pandemia”, afirmó en el prefacio el Director General de la OIT, Gilbert Houngbo.
El crecimiento se ralentiza ante la desaceleración económica
África y los Estados árabes lo están haciendo mejor. Se espera que experimenten un crecimiento del empleo en torno al 3%.
Por el contrario, se espera que el empleo disminuya en Europa y Asia Central, dos regiones especialmente afectadas por las repercusiones económicas del conflicto en Ucrania.
A pesar de esta ralentización general, algunos países y sectores siguen expuestos al riesgo de escasez de mano de obra cualificada.
Para hacer frente a este problema, la OIT reclama una mayor inversión en educación y formación, especialmente para los jóvenes.
Según la organización, dos tercios de los jóvenes trabajadores del mundo carecen de las cualificaciones básicas.