La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, advirtió este martes en contra de disparar el gasto público para hacer frente a la inflación, centrando las medidas en apoyar a los más vulnerables, para evitar así que la política fiscal alimente la subida de precios.
“La política fiscal tiene que dar un colchón para los más vulnerables. El riesgo es siempre que haya presión para hacer más para todo el mundo y esta presión tiene que ser resistida porque, si vamos a una senda muy generosa de apoyo (…) entonces la política fiscal se convierte en enemiga de la política monetaria y hace la lucha contra la inflación mucho más difícil”, dijo Georgieva en un evento organizado por el “think tank” europeo Bruegel.
La excomisaria europea añadió, en este sentido, que para aquellos países con espacio fiscal dar este apoyo específico “es fácil”, mientras que en aquellos donde no existe este margen de maniobra “es increíblemente difícil porque el único modo en que puede actuar la política fiscal es repriorizando el gasto”.
El mensaje llega en un momento en el que los gobiernos de la eurozona han acelerado la adopción de ayudas públicas y rebajas de impuestos para amortiguar el impacto para empresas y familias de una inflación récord -del 9,1% en agosto- motivada por el aumento de los precios energéticos exacerbado por la guerra rusa en Ucrania, que se ha extendido al resto de la cesta de la compra.
La directora gerente del FMI, que ha rebajado varias veces su previsión de crecimiento para la eurozona en los últimos meses, incidió en que el bloque afronta un final de 2022 “duro” y un 2023 “todavía más duro” y subrayó que, en este contexto, la “prioridad” de los bancos centrales tiene que ser controlar una inflación que corre el riesgo de ser “devastadora” para la economía global.
“El próximo año la inflación estará aún con nosotros y esto significa que la política monetaria tendrá que seguir endureciéndose, lo que significa tipos más altos”, dijo Georgieva, recordando que otras jurisdicciones, como Estados Unidos con la Reserva Federal, van por delante de Europa a la hora de adoptar estas medidas.
El Banco Central Europeo subió en julio por primera vez en doce años los tipos de interés, en 50 puntos básicos, y se espera un nuevo aumento en su reunión del próximo jueves, al tiempo que ha adoptado un mecanismo “antifragmentación” que le permitirá comprar deuda de manera flexible si se disparan los costes de financiación (y con ello las primas de riesgo) de algunos países.
La directora gerente del FMI consideró que este mecanismo (conocido como TPI por sus siglas en inglés) es una “fuerte declaración de intenciones” puesto que daría estabilidad si hay más presión en un lugar que en otro, pero recordó que la política fiscal también puede complementar la acción del banco central para afrontar situaciones diferentes en los distintos países.