La economía de Estados Unidos se contrajo un 0,2% en el segundo trimestre del año y encadena así dos trimestres de caídas del Producto Interior Bruto (PIB), como consecuencia de la crisis global derivada de la guerra de Ucrania y de la desbocada inflación.
El dato publicado por la Oficina de Estadísticas Laborales (BEA) confirma un segundo descenso consecutivo del PIB, lo que tradicionalmente se considera una recesión técnica.
Un diagnóstico que, sin embargo, no comparte el Gobierno estadounidense, que no cree que el país se encuentre en un escenario de recesión dada la robustez de su economía.
El dato del segundo trimestre de 2022, el primero de las tres estimaciones que hace el Ejecutivo estadounidense, se produce después de que en el primer trimestre la economía se contrajera el 0,4%.
Según el informe publicado este jueves por la BEA, que calcula un ritmo anual de caída del 0,9%, como factores de este retroceso están la alta inflación, los problemas en la cadena de suministros y el aumento de las tasas de interés. Como contrapartida subrayó el desempleo.
Asimismo, se registraron disminuciones en la inversión privada, en el inmobiliario (residencial y no residencial), en el gasto de los gobiernos federal, estatal y local, que fueron compensadas en parte por aumentos en las exportaciones y el gasto del consumidor. Las importaciones, que son una resta en el cálculo del PIB, aumentaron.
Desde el Ejecutivo de Joe Biden y desde instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Reserva Federal llevan días preparando el terreno ante el esperado mal dato e insistiendo en que hay suficientes indicadores económicos para no considerar que Estados Unidos esté entrando en recesión.
El dato se conoce un día después de que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos subiera en 0,75 puntos el tipo de interés oficial por segundo mes consecutivo y no descartara otro aumento “inusualmente alto” en septiembre, si la inflación continúa subiendo.
En junio, la tasa de inflación de la mayor economía del mundo se situaba en el 9,1%, algo no visto desde 1981.
El pasado martes, el FMI publicó sus previsiones y calculó que la economía estadounidense crecerá un 2,3% este año y el 1% el que viene, unas estimaciones que reducen en 1,4 y 1,3 puntos, respectivamente, las de abril.
La institución aseguró que aunque no prevé que la economía estadounidense entre en recesión este año y en 2023, un “pequeño shock podría ser suficiente” para llevarla a ese escenario.