Después del aceite, la mostaza -condimento esencial de la gastronomía francesa- escasea en las tiendas de comestibles.
Tras retirar ciertos insecticidas en 2016, Francia pasó a depender fuertemente de las importaciones de Canadá, que acaba de atravesar una sequía. Ante la penuria de la mostaza, los franceses tratan de hacer acopio, agravando la situación.
Seis años atrás, Francia retiró del mercado los principales insecticidas combinados para luchar contra las plagas en el cultivo de la semilla de la mostaza.
“De 12.000 toneladas en 2016, hemos pasado a 4.000 toneladas (de producción) en 2021″, explica Fabrice Genin al diario Libération, presidente de la Asociación de Productores de Semillas de Mostaza de Borgoña (APGMB). “Ya no podemos repeler las plagas”, se queja.
“En los últimos cinco años, hemos visto un descenso de la productividad de casi el 50%. Hoy en día suministramos a los fabricantes franceses todo lo que podemos en cantidad, sin tener ningún stock”, dice Genin.
Canadá pasó a ser el principal proveedor del grano, suministrando el 80% de las necesidades francesas. Sin embargo, la sequía que castigó el oeste de Canadá redujo la producción en un 28%, según el Ministerio de Agricultura canadiense.
Desde 2020, cuando alcanzó un máximo de 135.000 toneladas, la producción canadiense cayó a 99.000 toneladas en 2021, y luego se estima en 71.000 toneladas para este año. Ottawa decidió entonces restringir sus exportaciones y los precios se dispararon hasta duplicarse con respecto al año anterior.
Francia habría podido buscar granos en Europa: Ucrania y Rusia son el segundo y tercer productor mundial, pero con los puertos bloqueados o bajo sanciones tienen su comercio interrumpido tras la invasión rusa.
A esta situación se añade el alza de las materias primas, que afecta el vidrio y el metal utilizado para acondicionar el producto.
Así las cosas, el precio de este condimento se ha disparado un 9,26% en un año, según la cadena de televisión TF1.
La preocupación por la escasez agrava la situación, ya que los consumidores compran de más para hacer acopio, creando un círculo vicioso. De este modo, uno de cada 10 supermercados ya no tiene mostaza y tres de cada cuatro tiene problemas para conseguir el producto.