El serbio Novak Djokovic mantuvo el pleno de victorias en las Finales ATP de Turín en la última jornada de la fase de grupos ante el ruso Daniil Medvedev, al que tumbó en tres sets (6-3, 6-7 (5) y 7-6 (2)) con la preocupación general por su evidente bajón físico a medida que fue avanzando la contienda.
No había sido la semana de un Medveved, que no solo acostumbra a brillar en este tipo de torneos, en pista dura y cubierta, sino que suele llegar en plena forma al final de temporada. Lejos de su mejor nivel, desacertado y por momentos distraído, el moscovita, campeón en 2020 y finalista el pasado año, abandonó la ciudad italiana con muy mal sabor de boca tras una derrota marcada por la condición física de su rival, que acabó totalmente abatido, fundido.
Si bien es cierto que encuadrado en el grupo de la muerte con grandes como Djokovic o Stefanos Tsitsipas, sucumbió Medvedev en su estreno ante un combativo Andrey Rublev, que ya le puso sobre aviso de que su estancia en Italia no iba a ser plácida. Tstsipas confirmó los presagios y le apeó del torneo y Djokovic ahondó en la herida.
Comenzó el choque con la tensión habitual de un partido en el que no había nada en juego para Medevedev y solo la posibilidad de mantenerse invicto para poder seguir optando al mayor premio económico de la historia de las Finales, pero siempre tendrá en el recuerdo el serbio el 3-0 que encajó en la final del Abierto de Estados Unidos del año pasado, una espina clavada que intenta sacar en cada enfrentamiento con Medvedev.
En el primer envite pudo Djokovic romper el saque de su rival cuando mandaba 3-2, pero no aprovechó la bola de ‘break’. Pudo hacer lo mismo el ruso en el siguiente juego, pero dejó vivo a ‘Nole’, que no erró en su siguiente ocasión y puso el 5-3 que derivó en el 6-3 final.
La segunda manga fue mucho más igualada. Pese a tener fallos de bulto, Medvedev aguantó el ritmo de un Djokovic que tampoco exhibió la superioridad de otros partidos, mostrando evidentes síntomas de cansancio. De un momento a otro pareció completamente débil, agotado, con mucho más sudor del que habitúa e, incluso, con temblores durante los tiempos de descanso.
Un bajón físico que puede ser determinante justo antes de una semifinal de una Copa de Maestros que tiene por objetivo para igualarse con el suizo Roger Federer y en la que se medirá con el estadounidese Taylor Fritz, la revelación del torneo.
Se mantuvo el malestar físico del serbio en el tercer set de un partido intrascendente para él, que terminó de pie gracias a un tremendo ejercicio de resistencia, ya que por momentos llegó a tambalearse, coqueteando con el desplome.
Terminó acusando la fatiga acumulada de las más de tres horas de choque, intentando recuperarse tras cada punto, incapaz de asestar el golpe definitivo a un Medvedev que sacó provecho de la situación que vivió su contrincante arrebatándole el saque y colocándose 5-4 arriba con servicio.
Quebró al instante Djokovic al moscovita, que miró a su banquillo incrédulo, sin saber cómo explicar lo que estaba viviendo. El ‘tie-break’ (2-7) fue el juez final de un partido que se presentó sin nada en juego pero que terminó siendo como un duelo en la cumbre, en el que sin duda tanto Djokovic como Medvedev estaban luchando por algo más.
El de Belgrado se alzó con la victoria, añadiendo épica a su torneo, rubricando una hazaña al alcance de muy pocos, pero habrá que esperar al sábado para ver si le acaba pasando factura en las semifinales.