Tras el inmenso bochorno vivido el fin de semana en Buenos Aires, con el ataque al bus de Boca Juniors y posterior postergación de la final de la Copa Libertadores 2018, me ha tocado ver -por cosas de trabajo- la manera masiva en que la prensa trasandina ha repudiado los graves acontecimientos.
Más allá de que estoy completamente de acuerdo con las quejas, y de que adhiero a que lo ocurrido no debe volver a pasar, hay una situación que no se puede dejar pasar a la ligera: los personajes y programas televisivos que calentaron de sobremanera el Superclásico en el vecino país.
Me parece de una incoherencia tremenda, por ejemplo, lo de Óscar Ruggeri y la mayoría de los panelistas del programa 90 minutos de Fox Sports. Hoy aparecen lamentando lo ocurrido, pero no me olvido que el día que River eliminó al brasileño Gremio en semifinales el campeón del Mundo del 86′ dijo en plena transmisión “quiero ver sangre”.
¿Alguno fue capaz de interrumpir al ‘Cabezón’ y retarlo por sus palabras que alentaban a un ambiente violento? Ninguno. Es más, se escucharon varias carcajadas de manera cómplice.
Sí, es cierto que quizás Ruggeri se refería a lo que podía ocurrir dentro del campo, pero el mensaje es el mismo: ganar a toda costa, incluso perjudicando al rival si es necesario.
“Es una vergüenza que vivamos el fútbol de esta manera”, dice hoy quien celebra a diario la trampa más burda de la historia del balompié (de la cual fue cómplice): el bidón al brasileño Branco en el Mundial de 1990.
Así es. El que festeja hasta en la actualidad haber drogado a un rival para obtener ventaja -y lo tildó por caer en el engaño de ‘pelotudo’ en el mismo programa de Fox Sports- habla por estas horas sin tapujos de “vergüenza”, entre otras cosas. Una incoherencia absoluta.
Por eso destaco la molestia de Marcelo Gallardo, entrenador de River Plate, que una vez suspendido el partido no tuvo problema en encararlos y cuestionarlos por calificar el duelo como la ‘final del Mundo’, exacerbando aún más el ánimo de los fanáticos.
¿Querían sangre? Ya la tuvieron. Ahora no se quejen ni rasguñen vestiduras. Háganse cargo, la culpa de esta vergüenza internacional también es de ustedes.