Max Verstappen inscribió su nombre en la historia grande del automovilismo la semana pasada. El neerlandés del equipo Red Bull logró lo que parecía imposible: destronar el heptacampeón Lewis Hamilton (Mercedes).
En una de las temporadas más emocionantes de los últimos años en la Fórmula 1, el piloto de 24 años conquistó su primer título mundial a punta de memorables carreras y una última vuelta en el GP de Abu Dabi que será recordada por mucho tiempo.
Pero la aventura del neerlandés hasta llegar a la cima ha sido bastante larga y plagada de obstáculos. Uno de ellos, su padre.
Jos Verstappen fue piloto de Fórmula 1 y, para muchos, es el gran responsable del carácter frío y competitivo de su hijo.
Junto a su esposa Sophie Kumpen fomentaron la pasión por el automovilismo de Max desde muy pequeño. El actual campeón de F1, a los 2 años, ya manejaba quads y, con 4, pidió un karting como regalo.
Verstappen padre se negó en un comienzo pero, ante la presión de su retoño, optó por comprárselo. Fue el puntapié inicial para una carrera que, hasta hoy, no se ha detenido.
Disciplina de campeón
Lo cierto es que pese al cercano vínculo de Max Verstappen con su padre, los métodos y enseñanzas de Jos se parecen más a las de un experto militar que a un padre.
Según Mundo Deportivo, el expiloto jamás creyó en la escuela y se esmeró en que su hijo se convirtiera en el mejor deportista del automovilismo.
“Yo era mal estudiante, no me gustaba. Mi único plan era convertirse en campeón de F1”, contó Max hace unos años, en una entrevista para Red Bull junto a su progenitor.
Con 9 años, ya con un lugar ganado en el karting de Países Bajos, el actual monarca de la F1 sufrió uno de sus primeros entreveros con ‘papá Verstappen’, cuando lo obligó a conducir pese a unas condiciones invernales insoportables.
“Le dije que quería parar, tenía mucho frío. Pero dijo ‘no importa, conduce’. Casi no podía sujetar el volante”, recordó Max, a lo que su padre complementó que “no podía mover los dedos, y no me importaba. Quería probar cosas, obtener un resultado, porque quería seguir adelante”.
Para algunos podría ser una muestra de un comportamiento indebido, algo que no comparte el neerlandés de 24 años. Para él es una anécdota más, es la forma en la que le ayudaron a construir su disciplina de campeón.
El año más duro de Max Verstappen
A punta de retos, algunos golpes y duras lecciones, Max y su padre recorrían 100.000 kilómetros al año en una furgoneta para que Verstappen hijo pudiese competir.
En 2012, el penúltimo año del campeón de F1 compitiendo en kartings, también estuvo plagado de “anécdotas”.
Durante los entrenamientos de una carrera, recordó Max, fue golpeado por su padre por estar manejando “como un borracho”.
“Le golpeé varias veces en el casco. ¡Bam! Y le pregunté: ‘¿qué estás haciendo? Si no pilotas como lo haces normalmente, nos vamos para casa. ¡Lo empaquetaré todo!’. Era el Campeonato del Mundo y no tenía ninguna duda de que podíamos ganarlo”, complementó Jos.
La presión funcionó. El joven piloto ganó el citado premio y fue sumando victorias hasta llegar a la final, donde también sufrió la rigurosidad de su padre.
Ahí, Max se quedó con la pole tras remontar nueve lugares por un problema de embriague pero, en la carrera definitoria, debió abandonar tras adelantar impacientemente a otro competidor y chocar: era su chance de ser campeón mundial y acabó estrellado.
“Me dejo tirado a los 14 años”
Si Max Verstappen estaba decepcionado por el inesperado abandono, para definir cómo se sentía su padre cuesta encontrar las palabras.
“Por supuesto que yo estaba molesto, pero mi padre estaba realmente enfadado y decepcionado conmigo. Rompió la carpa, todo, lo tiró en la furgoneta. Tuve que recoger el kart con un amigo mío en la pista después de la carrera porque mi padre me dijo que tenía que hacerlo yo mismo”, rememoró el actual campeón de F1.
“Nos sentamos en la furgoneta de regreso a casa. Quería hablar con mi padre sobre lo que pasó, pero mi papá no quería hablar conmigo. Seguí intentándolo y en un momento dado se detuvo en una estación de servicio y dijo: ‘Fuera, no quiero hablar más contigo’. Me dejó tirado, yo tenía 14 años”, agregó Max.
Pese a lo cruel de la escena, Jos regresó. Condujeron otros 1.800 kilómetros a casa y Verstappen padre no pronunció una sola palabra. Lo mismo hizo los siguientes siete días, intentando aleccionar a su hijo.
“Toda aquella semana no se sintió cómodo con toda la situación, pero quería que entendiera que tenía que pensar. La temporada siguiente lo ganamos todo. Ganamos dos Campeonatos de Europa, el Campeonato del Mundo, ganamos todas las carreras”, señaló Jos.
“Estaba tan concentrado, por la forma en la que corría se podía ver que estaba pensando, y creo que debido a lo que sucedió en esa carrera, eso lo convirtió en un mejor piloto”, concluyó el exdeportista.
Se podrán cuestionar lo métodos de Verstappen padre, pero no caben dudas que solo un atleta con personalidad puede mirar a la cara a un siete veces campeón del mundo y desafiarlo.
Eso hizo Max, que hoy festeja su primera corona en la Fórmula 1, mostrando como pocas veces sus emociones en público y justificando una frase que siempre le repitió su progenitor: “Si quieres algo, ve a por ello”.