El equipo de biatlón de Estados Unidos se encuentra en el ojo de la tormenta tras revelarse una serie de denuncias de abuso y acoso sexual cometidos por entrenadores y otras figuras de poder.
Según una investigación de la agencia Associated Press (AP), estas conductas fueron desestimadas o ignoradas durante décadas, con el objetivo de priorizar la obtención de medallas por sobre la seguridad de las atletas.
Al menos media docena de exatletas olímpicas y otras biatletas relataron la existencia de una “cultura de abuso” que se remonta a la década de 1990.
Según testimonios, la falta de acción de los funcionarios deportivos las llevó a abandonar sus carreras antes de tiempo. Uno de los casos más alarmantes involucra a un entrenador que renunció tras el intento de suicidio de un joven biatleta que habría sido víctima de abuso sexual, pero luego, el mismo DT fue contratado para entrenar al equipo paralímpico de EEUU.
Max Cobb ignoró las denuncias
La figura clave en estas denuncias es Max Cobb, exdirector del equipo nacional de biatlón de Estados Unidos, director ejecutivo de la Asociación de Biatlón de EEUU y actual secretario general de la Unión Internacional de Biatlón.
Las atletas detallaron haber informado a Cobb sobre los abusos sin obtener respuestas concretas. Entre ellas se encuentra Joan Wilder, dos veces olímpica, quien relató cómo su entrenador intentó agredirla sexualmente en 1990, pese a que ella presentó quejas formales.
Otra de las denunciantes, Grace Boutot, medallista de plata en el Campeonato Mundial Juvenil de 2009, aseguró que el abuso comenzó cuando tenía solo 15 años.
Pese a sus reportes a Cobb y otros funcionarios, no hubo acciones concretas, lo que la llevó a un intento de suicidio. “Los líderes de biatlón de EE. UU. siempre parecen optar por apoyar a los depredadores en lugar de a la persona abusada”, afirmó Boutot.
Las denuncias cobraron fuerza tras la publicación de un informe de la AP que reveló el abuso y acoso sexual sufrido por la atleta olímpica Joanne Reid. Este caso fue investigado por el Centro SafeSport de EEUU, una entidad creada tras el escándalo de Larry Nassar en la gimnasia de Estados Unidos. Reid aseguró que sus quejas, que también fueron informadas a Cobb, fueron ignoradas durante tres años.
La defensa de Cobb
Max Cobb negó haber actuado de forma negligente y aseguró que “la seguridad de los atletas siempre fue fundamental” en su gestión de 33 años. No obstante, se negó a dar entrevistas para responder a las acusaciones, argumentando que violaría el código de SafeSport.
Una investigación independiente ordenada por la Asociación de Biatlón de EEUU desnudó la problemática de fondo. El informe, elaborado por el auditor externo Vestry Laight, concluyó que los biatletas enfrentaron un “comportamiento misógino” y temían represalias si expresaban sus preocupaciones. La evaluación revelaron un ambiente dominado por hombres con una “perspectiva muy diferente sobre cómo tratar a las mujeres”.
El “plan de acción” del Biatlón
En respuesta, la Asociación de Biatlón anunció la implementación de un “plan de acción” que incluye talleres para redefinir los valores fundamentales y mecanismos para medir el progreso. Sin embargo, la cultura sexista dentro del equipo sigue bajo la lupa, especialmente tras el informe de SafeSport de 2022, que describió una “cultura de club de chicos europeos”, donde se compartían comentarios sexuales y contenido explícito en grupos de WhatsApp.
El caso no ha concluido. SafeSport ha ordenado una nueva investigación para determinar si Reid sufrió represalias por revelar los abusos que padeció. La atleta Deedra Irwin, actual competidora en la Copa del Mundo de Biatlón, acusó a Cobb de fomentar la cultura de abuso.
“Max Cobb solo contrata a sus amigos. La cantidad de personas que trabajan en USBA y que son exatletas cercanos a él demuestra cómo esto pudo seguir ocurriendo por tantos años”, detalló Irwin.
Las denuncias claves
Boutot y Wilder, por su parte, decidieron hacer sus denuncias formales ante SafeSport.
Mientras Wilder presentó una denuncia que incluye a Cobb, Boutot optó por no hacerlo inicialmente, ya que consideró que la posible suspensión del entrenador responsable por solo seis meses no valía la pena frente a la “sentencia de por vida” que ella asegura haber soportado.
“Me encanta el biatlón. Espero sinceramente que mi historia compartida con otras mujeres biatletas sirva para poner fin a un período más oscuro y que nunca vuelva a suceder”, finalizó Boutot.