El deporte de alto rendimiento demanda tener un cuerpo en forma para rendir al mejor nivel y sobre todo el en el mundo del ciclismo, pero en la década de 1960, los competidores en el reconocido Tour de Francia, eran de todo menos saludable.
Lo que hoy sería impensable en el mundo deportivo, antes era parte de las grandes competencias. Tal es el caso del Tour de Francia, donde antes se podía beber alcohol y fumar previo y durante las etapas.
En la mejor competencia de ciclismo del mundo en la década de 1960, el Tour de Francia, los competidores tenían permiso para frenar durante la carrera, pasar por los restaurantes, comprar cervezas, comer chocolates, abastecerse para lo que restaba del circuito y nuevamente montar sus bicicletas para volver a la competición, algo que actualmente ya no pasa.
Esto no tan solo se dio en los 60’s, ya que por ejemplo, el ganador del Tour de Francia en 1904, Henri Cornet, era adicto a consumir a diario té y chocolate caliente para completar en primera posición una carrera que le tenía hasta 18 horas sobre la bici en cada etapa, narra el portal Brújula Bike.
De hecho, existe una anécdota ocurrida en 1950 que habla de un caso de ‘ebriedad’ por una botella de vino y un cuerpo extenuado en el Tour de Francia de esa época.
La historia de Abdel Kader Zaaf en el Tour de Francia 1950
Abdel Kader Zaaf, ciclista argelino tuvo un mal episodio con el alcohol en dicho certamen, debido a que afrontaba su segunda gran vuelta y lo hacía representando a un combinado del norte africano.
El día había amanecido exageradamente caluroso y los ciclistas tenían que cubrir 215km entre Perpiñán y Nimes. Un recorrido que no era exageradamente duro y que sobre el papel tenía que servir para que los favoritos recuperasen algo de fuerzas.
Todo parecía indicar que el ciclismo africano conseguiría su primera victoria de etapa, pero Zaaf se quedó por el camino.
Llevaba más de 200 kilómetros fugado y apenas quedaban 20 km para el final, cuando de repente Zaaf se empezó a encontrar realmente mal.
El argelino empezó a tambalearse encima de la bicicleta hasta que cayó desplomado. Se levantó y trató de reanudar la marcha, aunque estaba tan aturdido que lo hizo en sentido contrario. Pocos metros después volvería a caerse de su bicicleta en estado deplorable.
Completamente deshidratado y acalorado por los más de 40 grados, recibió la asistencia de unos espectadores que estaban viendo el paso de la carrera. Lo colocaron en la sombra y trataron de que recuperara el aliento.
Fue demasiado tarde. El estado de salud de Zaaf era tan precario que tuvo que ser hospitalizado. Una hospitalización que duró bien poco y es que el argelino se escapó del hospital con la intención de tomar la salida en la etapa del día siguiente, pero los jueces de la competencia no aceptaron su retorno a la carrera.
La versión de la botella de vino
Para explicar lo acontecido con Zaaf, existe una versión que detalla que el ciclista argelino recibió una botella de vino tinto por parte de algún aficionado y que completamente sediento se le bebió de un trago.
Minutos más tarde su cuerpo pagaría las consecuencias. La deshidratación se extenuaría y el vino generaría un especial impacto en el cuerpo de un ciclista declarado musulmán que no había probado ni una sola gota de alcohol.
Esta historia aún ronda por las calles de Nimes, ya que algunos bares del sector todavía utilizan la expresión ‘Póngame un Zaaf’, en referencia al ciclista y a una copa de vino.
Hasta la mencionada década, era habitual que los ciclistas bebieran cerveza, vino, champán o comieran chocolates. Todo esto, con la única intención de rendir más en las agotables rutas.
Una vez en altitud, el atleta debe adaptar el entrenamiento, la alimentación, comer más proteínas e hidratarse más, para limitar el riesgo de agotamiento o enfermedad, más fuerte en altitud.
Existen pocos registros de esto, pero existen y refleja la condición en la que quedaban los ciclistas tras ‘abastecerse’ en los diversos locales a un costado del circuito en el Tour de Francia.
Muchas veces el basto consumo de sustancias con alcohol generaba incidentes y problemas entre los competidores, quienes cegados por la victoria y con alcohol en la sangre, muchas veces llegaron a los empujones y a las ‘manos’ bajo la influencia de las ‘bebidas’.
No fue hasta 1970 que las bebidas deportivas, cargadas de agua, sodio, potasio, magnesio o calcio irrumpieron en la competencia para sustituir y dejar de lado el alcohol, que muchas veces provocó incidentes entre los propios competidores.
Con esto, lentamente se comenzó a cambiar la cultura del ciclismo en la competencia más reconocida a nivel global. De hecho, hoy en día, los competidores del Tour de Francia son sometidos a diversos exámenes, de sangre, físicos y hasta de estupefacientes, para extinguir de raíz cualquier aditivo que ayude a participantes de manera ilegal a lograr la victoria.