Cuando Christopher Gregor asistía a la Monroe Township High School, en Nueva Jersey, todos daban por sentado que estaban frente a un muchacho de futuro deportivo brillante.
No por nada ‘Chris’, como era conocido, era titular y figura en labores defensivas de su equipo de fútbol americano escolar que llegó a pelear el campeonato estatal en 2009.
Muchos incluso deben haber visto en él una posible líder de la NFL. Sin embargo, todas las predicciones positivas se fueron apagando poco a poco.
¿La razón? Tras salir de la escuela y pasar a la universidad Gregor fue sumando incidentes, arrestos y cargos penales. De la luz a la oscuridad en solo un par de años. Eso sí, nada tan terrible como la muerte que provocó de su hijo Corey Micciolo, de solo 6, en 2021.
Deportes, asaltos y docencia
Luego de terminar la secundaria, la Universidad Wesleyana, ubicada en Middletown, Connecticut, recibió con los brazos abiertos a Gregor.
Conscientes del talento deportivo de ‘Chris’, además de que fue acabó la escuela en el ‘cuadro de honor’, fue suficiente para otorgarle espacio en su campus.
Sin embargo, la desilusión llegó rápidamente para las autoridades. El ya miembro de los Cardinales, el equipo de fútbol americano de la institución, fue detenido el 4 de noviembre del mismo 2010 por robar la habitación de una residente.
Por si fuera poco, al ser sorprendido por otros estudiantes, en medio de su escape, golpeó a dos de ellos con codazos en la cara, detalló en su momento Middletown Press.
La justificación de ‘Chris’ fue que estaba ebrio y se confundió. Que él pensó que había una fiesta y por eso había ingresado a la habitación. Pero la policía no le creyó y debió ir a tribunales.
Ese escándalo llevó a que Gregor prácticamente no jugase en el equipo. Sin ir más lejos, en las estadísticas oficiales, aparece que solo disputó un duelo ese año: ante Bates College, el 26 de octubre. Es decir, pocos días antes del incidente.
Sin poder hacer lo que más quería, Christopher se fue del centro educacional. Acabó sus estudios de psicología en la Universidad de Arizona, a través de un programa online. Años después iría a la Universidad Johns Hopkins para recibirse de Educación Secundaria, pero ya alejado del deporte.
Los problemas de Gregor con la violencia fueron recrudeciendo con los años. Ni siquiera su cargo de profesor de matemáticas le ayudaron a tranquilizarse. Las peleas en bares se volvieron comunes y también los delitos: entre agosto de 2017 y abril de 2018 acumuló cargos por asalto, robo y destrucción de propiedad.
A fines de 2019, Christopher conoció a Corey Micciolo, su hijo, cuando éste ya tenía 5 años. Lo que podría ser un ‘cable a tierra’ para muchos, lamentablemente, para la antigua promesa deportiva no lo fue.
El juicio contra Christopher Gregor: acusado de homicidio contra su hijo
En la actualidad Gregor volvió a la palestra en suelo estadounidense por las imágenes del juicio por homicidio en su contra, que arrancó hace solo días.
Más luego que en plena audiencia se reprodujera un video clave: de cómo obligaba al pequeño Corey a subirse a una trotadora y correr, en máxima potencia, pese a que la cinta se lo llevaba por delante y lo enviaba al piso.
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis ocasiones, al menos, el menor cayó y ‘Chris’, con violencia y por la fuerza, volvía a subirlo para continuar corriendo porque consideraba que estaba “gordo”. Impresionante.
Las imágenes hicieron llorar a varios en el salón de justicia. El padre, como asumiendo la culpa, y la madre por la impotencia y rabia de que tribunales la haya obligado a compartir la custodia.
“El incidente de la cinta de correr ocurrió el 20 de marzo”, afirmó el abogado de Gregor, Mario Gallucci, como queriendo desdramatizar la situación y especificar que el ejercicio no había causado el deceso, que se registró 10 días después.
Sin embargo, la autopsia fue contundente y determinó que Corey murió de sepsis y lesiones internas graves, confirmándose la presencia de una importante cantidad de moretones en su cuerpo, lo que de alguna manera da cuenta que las constantes caídas y golpes sí tuvieron relación.
Por si fuera poco, en el juicio se reveló que Gregor había llevado a su hijo a probarse a un equipo de fútbol americana. Es decir, lo que se presume, es que estaba entrenando al menor más allá de sus límites con la idea de que empezara una vida ligada al deporte que lo tuvo de promesa y no lo vio triunfar.
“Les presento que esos moretones ocurrieron por la cinta de correr, ocurrieron por el fútbol, ocurrieron porque los niños eran niños”, dijo con una frialdad absurda Galucci, defensor del exintento de deportista.
Del otro lado, la fiscalía avanza y exige una condena fuerte para Gregor, quien arriesga hasta cadena perpetua.
Para los persecutores no hay ninguna duda: Corey Micciolo murió a los 6 años producto del intenso, exigente y desgarrador entrenamiento por parte de su padre. Uno al que nunca debió ser sometido.